Los motivos pueden ser distintos, pero la coincidencia es completa. El PP piensa en los intereses de España y de sus empresas. Podemos, en la justicia social y la esperanza de futuro. Por primera vez, sin embargo, el Gobierno del PP y Podemos coinciden en política exterior unidos por el acuerdo de paz en Colombia.
Este lunes en Cartagena de Indias, Juan Carlos I se ha sentado en la fila de detrás de Rodrigo Londoño, alias Timochenko, y ha aplaudido al líder guerrillero perseguido aún internacionalmente por delitos de lesa humanidad. Lo ha acompañado José Manuel García-Margallo, el ministro de Exteriores que ha defendido con entusiasmo la necesidad de que fuera el rey Felipe, y no su padre, quien acudiera a la ceremonia. Con ellos ha estado también el expresidente Felipe González, gran defensor del proceso de negociación que comenzó en La Habana hace cuatro años.
Este fin de semana, el testigo de la presencia española en Colombia lo toma Pablo Iglesias, el líder de Podemos, que va a participar en la campaña por el “sí” en el referéndum convocado para ratificar el acuerdo recién firmado este lunes ante el rey emérito y los líderes de Latinoamérica, entre ellos el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
A Iglesias lo acompañan tres altos cargos de Podemos (Irene Montero, su jefe de gabinete; Pablo Bustunduy, secretario de Relaciones Internacionales y el diputado Txema Guijarro)
Irene Montero lo ha escrito así en su cuenta de Twitter: “Sí a la paz con justicia social. El pueblo colombiano está de enhorabuena. En la paz nos encontramos”.
La paz alcanzada entre el Gobierno y la guerrilla marxista tras 52 años de guerra no está exenta de polémica en Colombia. El Ejecutivo del presidente Santos espera obtener un sí aplastante. Pero sus críticos le echan en cara la enorme división- pacifistas versus guerreristas- que ha causado en un país con casi 300.000 muertos sobre la mesa. Para muchos es difícil aceptar que los guerrilleros vayan a pasar a formar parte del escenario político sin pagar sus crímenes ante la justicia. Este domingo se sabrá la proporción de colombianos que está dispuesta a pagar con el olvido el precio de la paz.
Para el Gobierno español, acuerdos como el colombiano son especialmente peliagudos por las inevitables comparaciones establecidas con ETA. Muchos colombianos sienten la misma repugnancia al ver a Timochenko que muchos españoles por el histórico etarra Josu Ternera. De ahí el especial cuidado mostrado por Moncloa y por Zarzuela a la hora de dar luz verde a la representación institucional española: como el resto de los países europeos, ha preferido no enviar al Jefe del Estado en contra del criterio de Margallo. También EEUU se ha limitado a enviar a su secretario de Estado, John Kerry.