Aunque el epicentro fue la histórica ciudad amurallada de Cartagena de Indias (en el Patio de Banderas del Centro de Convenciones), en las plazas principales de la gran mayoría de ciudades colombianas se vivió una fiesta pintada de blanco, para la firma oficial de la paz entre el presidente colombiano Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, alias Timochenko.
El momento más emocionante fue la intervención de Timochenko pidiendo el perdón que durante 50 años le ha exigido la sociedad colombiana: "En nombre de las FARC ofrezco sinceramente perdón a todas las víctimas del conflicto, por el dolor que hayamos podido causar en esta guerra", aseguró con voz temblorosa mientras el público estallaba en júbilo. El conflicto termina con más de 260.000 muertos y 8 millones de víctimas.
La ceremonia estuvo cargada de simbolismo. Después de guardar un minuto de silencio por todas las víctimas y de un corto acto musical realizado por las Alabaoras de Bojayá (un grupo de mujeres víctimas de una de las peores masacres que dejó la guerra en Colombia), Timochenko y Santos firmaron con un balígrafo -un casco de bala usado convertido en pluma- que puso fin a 1.439 días de negociación y a más de 50 años de guerra civil.
Todos son conscientes de lo duro que ha sido llegar hasta esa rúbrica y lo que costará la integración social de los exguerrilleros, por eso, el presidente Santos quiso insistir en la buena voluntad de su gobierno: "Quiero decirle a las FARC, bienvenidos a la democracia" porque, según ha venido repitiendo "yo prefiero un acuerdo imperfecto que salve vidas a una guerra perfecta que siga sembrando muertos".
Momentos antes, Timochenko quería dejar claro a la sociedad colombiana y al mundo entero que su intención es firme: "Que no le quepa a nadie la duda de que nuestro camino será la política sin armas".
Las palabras de Ban Ki-moon describieron el papel que tendrá la ONU en la verificación del cumplimiento de los acuerdos: "El gran desafío será traducir las casi 300 páginas del acuerdo a un verdadero cambio en las políticas internas colombianas", señaló el secretario General de Naciones Unidas quien terminó arengando a los asistentes: "Viva la paz, Viva Colombia, Viva Colombia en Paz".
Los símbolos entre los dos bandos se repetían. Juan Manuel Santos regaló al líder guerrillero un broche con el símbolo de la paz, una paloma blanca, y ambos acabaron parafraseando las palabras con las que Gabriel García Márquez termina Cien años de soledad, diciendo que Colombia merece una nueva oportunidad sobre la tierra.
La sensación de fiesta era un clamor entre las cerca de 2.500 personas que se reunieron a ver la histórica firma. Entre los asistentes, 15 jefes de Estado, Ban Ki-moon y el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, entre otros, fueron testigos del acto.
Los asistentes coreaban al unísono, un "Sí se pudo" esperanzador. Horas atrás, en una muestra de fuerte respaldo a este proceso, la canciller europea, Federica Mogherini, había anunciado que la Unión Europea eliminó de la lista de organizaciones terroristas a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
"Estamos dispuestos a brindar nuestro apoyo político y a partir de hoy suspendemos a las FARC de nuestra lista de terroristas", señaló la funcionaria en un video grabado y subido a su cuenta de Twitter.
Asimismo, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry insistió en que su país estudiaba una medida similar.
La oposición también tuvo lugar en Cartagena, en donde el principal opositor a los diálogos con las FARC, el expresidente Álvaro Uribe, junto con el ex procurador Alejandro Ordoñez se reunieron con 2.000 seguidores, rechazando los acuerdos. "Estamos aquí para decir no a los terroristas, no a este mal acuerdo, no a esta firma final", dijo Uribe a la multitud.