La nueva deriva de Brasil: Lula corteja a China, Rusia e Irán y desafía a EEUU y a la hegemonía del dólar
En su visita a Pekín esta semana, el presidente se ha alineado con Xi Jinping en materia económica y ha apoyado el plan chino para la paz en Ucrania.
15 abril, 2023 02:47Luiz Inácio Lula da Silva está arrimando Brasil al Este. En sus 100 días largos al mando del país, el presidente ha coqueteado con los causantes de las mayores pesadillas de Estados Unidos. Ha mandado a un asesor a hablar con Maduro, ha abierto el puerto de Río a buques de guerra iraníes y se ha negado a condenar la invasión rusa de Ucrania.
Esta semana, Lula ha visitado China en un intento de zanjar el mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro y hacer saber a Xi Jinping que un nuevo Brasil está en marcha. El proyecto del país sudamericano para al menos los próximos cuatro años incluye en su agenda un acercamiento a China. En el país asiático, el gobierno de Lula espera encontrar un socio con quien construir un sistema internacional multipolar que no pivote alrededor de Washington.
El presidente brasileño ha atendido con su homólogo chino tres cuestiones en la reunión de este viernes: la protección del medio ambiente, el estrechamiento de lazos comerciales bilaterales y una postura común sobre el plan de paz en Ucrania. Los intercambios se materializaron en 14 acuerdos y la firma de una declaración conjunta.
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La senda elegida por la nueva diplomacia brasileña parece frustrar las expectativas de distintas fuerzas políticas occidentales, que, cuando supieron de la elección de Lula como alternativa a Bolsonaro el pasado noviembre, sintieron aliento por que Brasil se erigiera como "un socio en la promoción de las normas democráticas en el hemisferio occidental y más allá", describe un análisis de The Washington Post.
Pero Brasilia no tiene previsto alinearse con Washington en la próxima legislatura. Tras la Cumbre por la Democracia que el presidente estadounidense Joe Biden organizó el pasado mes de marzo, Brasil no ratificó una declaración final en la que 73 países exigían, de forma conjunta, "la retirada inmediata, completa e incondicional de todas [las] fuerzas militares [rusas] del territorio de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas y pedir el cese de las hostilidades".
De hecho, Lula ni siquiera ha condenado explícitamente la invasión rusa en Ucrania. Pese a sus perfiles antagónicos, esto es algo que el actual presidente brasileño comparte con su antecesor. Tanto el Brasil de Bolsonaro como el de Lula han defendido su neutralidad ante el conflicto, y ambos han optado por no enviar armas a ningún frente desde el inicio de las agresiones en febrero de 2022.
La imparcialidad brasileña responde a un aspecto estructural, pero también a una cuestión contextual. En primer lugar, una serie de normativas federales impiden el suministro armamentístico a países en guerra. Luego está que, para Brasil, es crucial la importación de petróleo y fertilizantes rusos. Los últimos comprenden un 85% de los fertilizantes utilizados en el país sudamericano.
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Brasilia no ha respondido a ninguna de las dos solicitudes en las que Kiev pedía municiones. Pese a la insistencia de Berlín, Lula se negó en enero a enviar a Ucrania blindados antiaéreos que había adquirido de Alemania para el mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de 2016, y que no han sido utilizados. Su justificación: "Yo no quiero unirme a la guerra. Quiero acabar con la guerra", dijo a la CNN el pasado febrero.
Desde su llegada al Planalto el 1 de enero, Lula propugna para Brasil un rol de intermediario activo. Pese a tomar el relevo de la neutralidad de su antecesor —que en gran medida respondía a su connivencia con Putin, por la afinidad que comparten— la estrategia del nuevo gobierno de izquierdas sí promete desmarcarse de la vaguedad del Bolsonaro, que durante su mandato soslayó cualquier gran posicionamiento sobre la guerra.
A diferencia del expresidente, Lula es un líder ávido de asegurar para su país un asiento en los foros más selectos de influencia y toma de decisiones. Así, el presidente ha reclamado en repetidas ocasiones el acceso de Brasil al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, argumentando que su gobierno representa a más personas que miembros permanentes como Reino Unido o Francia.
Brasil tiende su mano
Lula da Silva está dispuesto a ayudar a Xi Jinping en su posicionamiento como mediador en la guerra de Ucrania. El encuentro de este viernes resultó en la firma de una declaración conjunta donde ambos jefes de Estado comparten postura y se ofrecen como pacificadores. El documento llama al diálogo entre ambas partes como "única salida factible a la crisis", y desaprueba la intervención de terceras partes que se implican para defender el territorio invadido.
El alineamiento con Pekín implica que Brasilia da el visto bueno a la propuesta china de mediación para la paz, condensada en un documento publicado por el gobierno el pasado 24 de febrero, un año después del inicio de la guerra. En él, la diplomacia de Zhongnanhai se oponía a las sanciones contra Moscú, defendía el respeto a la integridad territorial de Ucrania, y reconocía las "legítimas preocupaciones de seguridad de todas las partes".
Brasil y China proponen a las Naciones Unidas como foro central para la negociación de una solución multilateral que promueva "la democratización de las relaciones", ha informado Efe. Esta reivindicación se da en consonancia con la multipolaridad que defiende Lula en las relaciones internacionales, una consigna que ya promovió durante sus dos anteriores legislaturas entre 2003 y 2010.
Esta idea de distribución geográfica de poder en el sistema internacional infundió en 2015 la creación del Nuevo Banco de Desarrollo, fundado en 2014 por los BRICS —una unión económica que asocia a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— como alternativa al Fondo Monetario Internacional.
Recientemente, la expresidenta de Brasil y miembro del Partido de los Trabajadores de Lula, Dilma Rousseff, ha sido nombrada directora del Nuevo Banco de Desarrollo, que en 2021 se expandió con la admisión de Bangladesh, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Uruguay como nuevos países miembros.
La hora del yuan
Uno de los acuerdos firmados este viernes establecía la operación directa de transacciones comerciales entre ambos países en yuanes, la moneda china, sin nsecesidad de dolarización.
La utilización del yuan como alternativa al dólar es una estrategia que, más allá de desequilibrar la hegemonía de la moneda estadounidense, pretende acercar la economía brasileña a la china. Este mes, el Banco Central de Brasil ha anunciado que el yuan chino ha desbancado al euro como segunda moneda de reserva internacional, según explica The Washington Post.
El estrechamiento de los lazos comerciales con Pekín ya se dio en las otras dos legislaturas de Lula da Silva. Cuando llegó al Planalto por primera vez en 2003, el comercio entre Brasil y China era prácticamente inexistente. Seis años después, el presidente brasileño había hecho del país asiático el primer socio comercial de su país.
Las predicciones para este mandato no difieren mucho. El programa del viaje de Lula incluyó el jueves la visita un centro de I+D en Shanghai propiedad de Huawei, un gigante tecnológico gravemente sancionado por EEUU. Doscientos empresarios brasileños se adelantaron a su presidente, y acudieron a China semanas antes que él para negociar contratos con compañías del país, que hoy sigue siendo el mayor socio comercial de Brasil con un intercambio de 150.000 millones de dólares en 2022.
El clima se negocia
Otro de los polos de cooperación abordados en la reunión ha sido el medio ambiente. Brasil y China han anunciado que reforzarán sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático a través de una agenda ambiental y un comité de asociación estratégica, informa Reuters. Entre los compromisos mutuos está la reducción de emisiones de carbonos y la reversión de la deforestación en el Amazonas.
Pekín ha aceptado respaldar las energías limpias y la producción de hidrógeno verde en Brasil, pero la propuesta de la diplomacia de Lula de un fondo bilateral de inversión verde no ha salido adelante. El presidente brasileño ha criticado a los países desarrollados por no cumplir con los 100 mil millones de dólares de financiación que establecen los compromisos de acción climática de la COP15.