Alejandra Ibarra: "En México pueden matar a un periodista que denuncie un bache sin arreglar"
La escritora y periodista mexicana presenta su libro 'Causa de muerte: cuestionar al poder', que aborda el asesinato de periodistas en el país.
17 septiembre, 2023 03:14Alejandra Ibarra Chaoul (Ciudad de México, 1990) cursaba un máster de periodismo de investigación en Columbia cuando se obsesionó con una cuestión que todos conocen pero en la que pocos profundizan: el asesinato de periodistas en México. A estos hechos tan crueles, pero también ya tan normalizados en este lado del mundo, ha dedicado gran parte de su vida laboral. Creó un archivo para preservar el trabajo de periodistas mexicanos asesinados y fundó la organización sin ánimo de lucro Defensores de la Democracia, que aloja además un pódcast llamado 'Voces silenciadas'.
Durante estos últimos años ha tratado de recopilar las historias de algunos de estos periodistas asesinados en distintas regiones del país. Ahora se sienta a hablar con EL ESPAÑOL en pleno centro de la Ciudad de México, mientras en sus manos destaca el color sangre de su nuevo libro, editado por Aguilar Ideas, y cuyo título es una evocación a la persecución del periodismo crítico en México: 'Causa de muerte: cuestionar al poder'.
Pregunta.- Tu trabajo en medios siempre ha sido muy amplio. Sin embargo, te has enfocado mucho en la cuestión que ahora justamente aborda tu nuevo libro: la violencia contra periodistas en México. ¿Qué te impulsó a enfocarte en este tema?
Respuesta.- Desde que comencé mis estudios en Ciencia Política me intrigaba mucho la razón por la que México es tan peligroso para los periodistas. Comparaba con otros países en guerra y decía "bueno, pero es que nosotros no estamos en guerra". No es que a los periodistas los maten porque están en un lugar donde se produce un bombardeo, o en un país con una dictadura o política central de censura, de legislar contra la prensa.
Entonces, mi curiosidad empieza hace doce años, cuando escribí mi tesis de licenciatura sobre esta cuestión. Pero fue años después, trabajando en mi máster, que estaba cubriendo migraciones en Estados Unidos y me llegó el caso de un periodista mexicano en el exilio por amenazas. Ahí se me despertó por completo esta curiosidad. Y postulé a una beca de The Brown Institute para crear un archivo que preservara y catalogara el trabajo de periodistas asesinados en México.
P.- ¿Por qué matan periodistas en México?
R.- Cuando empecé, pensaba encontrarme como motivo de la muerte de periodistas trabajos muy delicados que los asesinos buscaban evitar que salieran a la luz. Pero no, la causa no es ese periodismo de película hollywoodense. Al contrario, es un periodismo muy cotidiano, muy comunitario en cierto sentido, muy sencillo y no por eso menos valioso. A Nevith Condés lo asesinaron después de denunciar que en su delegación no se arreglaba un bache en la carretera. Después de mucha investigación, llegué a esta conclusión de que a los periodistas en México los matan por tomar una postura en su comunidad en un momento en el cual el poder político o criminal está en un momento de inestabilidad, pues son personas que pueden invitar a movilizar o incentivar la participación social del resto de habitantes.
P.- ¿No te da la impresión de que la sociedad reacciona ante estos hechos con el silencio? ¿Son los asesinatos de periodistas en México un tabú?
R.- Es un tema muy difícil de abordar. Creo que la reacción inmediata, a nivel estatal, en los medios nacionales, es muy fuerte. Es decir, otro periodista levanta la voz, publica, pone los titulares, creo que eso no pasa desapercibido. O tal vez yo tengo 'visión de túnel', pero cuando sucede el crimen veo muchos titulares al respecto. Hay mucha cobertura sobre el hecho del crimen sucedido. Ahora, investigar por qué sucedió o el contexto en el que se dio es otra cosa. No se va a hablar con la gente en la comunidad para tratar qué sucedió, se queda en lo superficial.
P.- ¿Por qué pasa eso? ¿Tienes alguna hipótesis?
R.- Creo que las autoridades están muy rebasadas. Estamos en un país donde hay más de cien mil desaparecidos. Diez feminicidios al día. Están ocupados con mil cosas. Y cuando se investiga, a los únicos que encuentran siempre es a los autores materiales, mientras que a los intelectuales nunca se llega a ellos. Obviamente también creo que hay gente a la cual no van a tocar. En mi experiencia, lo que yo me encontré fue que hay una sociedad muy atemorizada. Después de un asesinato muchas veces en la comunidad se dan secretos a voces: todo el mundo tiene una idea de qué pasó pero nadie dice nada.
"Causa de muerte: cuestionar el poder" (Aguilar Ideas, 2023) gira en torno a cuatro principales asesinatos: el de Javier Valdez, Nevith Condés, Samir Flores y Juan Antonio Salgado. Que los cuatro sean hombres tiene una explicación: el 92% de los periodistas asesinados en México lo son. Respecto a ello, la autora hace una explicación en el libro: "En una sociedad machista como la mexicana, a los hombres se les toma más en serio como voces relevantes y potenciales líderes sociales, que es por lo que terminan asesinándolos. El machismo en lo local protege, hasta cierto punto, a las mujeres periodistas de la violencia letal".
P.- ¿Por qué esos cuatro casos?
R.- Cuando pensé en la estructura del libro quería que tuviera dos características. Una, que fueran diferentes formatos de periodismo. Es decir, que no fueran todos periodistas de medios impresos o que no fueran todos digitales. Y la otra cosa que quería era variedad en los temas que cubrían. Por ejemplo, en cuanto al crimen organizado está Javier Valdez. En política, el caso de Nevith Condés. Medioambiente, Samir Flores. Y también demandas activistas o concretas como Lourdes Maldonado o el policía Juan Antonio Salgado, que aunque tenía demandas de derecho laboral, no dejaba de hacerlo a través de una manera periodística y de comunicación total.
P.- El primero de los que reúnes en el libro es precisamente el de Nevith Condés Jaramillo. Su último trabajo fue denunciar un bache que el delegado de la localidad se negaba a arreglar. ¿Tan fácil es usar la fuerza letal contra un periodista si este te molesta?
R.- La evidencia muestra que sí. En México llevamos más de 160 periodistas asesinados desde el año 2000. Vemos que es algo comunitario, así de cotidiano y de fácil. Se sabe que lo haces y que no va a tener consecuencias. Incluso cuando se investiga nunca se llega a la persona que lo ordena. En el caso de Lourdes Maldonado, atraparon a los tres jóvenes que materializaron el crimen pero nunca se investigó quién estaba detrás. Además de que no es nada excesivamente elaborado, van a tu casa y te matan a plena luz del día y frente a tus propios familiares.
P.- Comentas que el 90% de los casos de asesinato de estos periodistas no se han resuelto. ¿Este libro no es en parte un intento de dar un golpe encima de la mesa y reclamar el papel que debería tener el Estado y la fiscalía pública?
R.- Hay dos cosas que quisiera que sucedieran con este libro. Uno es que se leyera, no solo por gente que ya estaba predispuesta y que le interesa el tema, sino también por personas de muchos saberes. Un poco para desmitificar esta idea de que solo los periodistas de investigación son asesinados y entender qué es lo que está pasando en México.
La otra cosa que a mí me gustaría mucho que sucediera es que sirva para entender estos patrones y lograr hacer una mejor política de prevención, porque de repente parece que pues que es algo como imparable, ¿no? O que la única manera de detenerlo es resolviendo los casos y no prevenirlos. Yo creo que hay mucho que se podría hacer, podemos intentar prevenir los que siguen. Y sí, hay ciertos patrones, hay ciertos momentos donde el clima político está más álgido, donde acaba de haber un arresto o una extradición de un capo importante, donde se están moviendo las losas reglas del poder, y mapear.
P.- ¿Cómo crees que este acoso y violencia contra periodistas afecta a la capacidad de la prensa para informar y mantener a la sociedad informada?
R.- Creo que afecta mucho en la posibilidad de informar, pero creo que afecta más en la capacidad de movilizar. Porque si bien es cierto que ha habido casos de estos tres que mencioné previamente que eran corresponsales de medios nacionales, la mayoría son periodistas, ciudadanos, periodistas locales, profesionales que fundan sus medios de comunicación independientes. Por un lado, creo que hay lugares donde la información noticiosa va a salir. En Culiacán, Sinaloa, hay quien cubra los sucesos noticiosos. Pero con ese nivel de independencia y tono de denuncia, a veces incluso retador, que incentiva la movilización, igual no.
P.- Hablamos de casos de personas que normalmente trabajan de manera independiente o no para grandes empresas. ¿Qué pueden hacer los grandes medios de comunicación en el país en la protección de periodistas en México y en la promoción de la libertad de prensa?
R.- Lo que yo creo que podrían hacer los medios de comunicación grandes, nacionales, es crear más redes. Pero siempre vemos un poco de esos egos, de esa competencia. Quizás eso lo hace un poco difícil, pero creo que si tejemos más redes y si estamos más conectados y comunicados entre todos los tipos y niveles de periodismo que hay en el país, nos irá mejor. Si es evidente que una colega en Veracruz o está siendo acosada, e incluso le tirotean en su casa, entonces quizás ponerlo eso en el programa de radio, en la mañana, en el programa, en la televisión y levantar la alarma de la amenaza, sea necesario. A veces nos esperamos a que los asesinen y a que una organización avale que sí era por su labor periodística.
P.- Tiene mucho que ver también con la normalización de la violencia en este país.
R.- Sí, sí, yo creo que es eso. Como el caso de los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno... son tantas cosas... Pero otra cosa que se podría hacer desde los medios que tienen el tiempo, los recursos y la capacidad, es investigar los homicidios. Está el ejemplo del documental de 'A plena luz', sobre el crimen en la Narvarte. Si hubiera ese nivel de atención entre voces silenciadas, ese tipo de documentales, libros, lo que sea, profundizaríamos más en estos casos. Y quizás esa complacencia de las autoridades no se daría tan fácilmente.
P.- Repasas el caso de Javier Arturo Valdez Cárdenas, posiblemente uno de los más conocidos. Su asesinato en 2017 fue muy sonado. ¿Ha cambiado algo desde entonces?
R.- Creo que sí. Sacudió a la comunidad periodística. Ha habido ciertos impulsos para fomentar y fortalecer el periodismo del tipo que hacía Javier. Se creó el premio Breach / Valdez, que ha impulsado muy buenas piezas periodísticas. Creo que han llegado más recursos. Por ejemplo, la UNESCO sacó su primer programa piloto de becas para periodismo de investigación. Sí que sacudió a la comunidad internacional, en términos de decir "apoyemos más al periodismo mexicano". Sin embargo, en cuanto a las condiciones que hicieron posible el asesinato de Javier, no creo que haya cambiado nada. Los autócratas locales se creen poderosos e intocables y efectivamente lo son.
P.- Puntualizas el atentado que sufrió en diciembre el comunicador Ciro Gómez, uno de los periodistas más conocidos a nivel nacional. ¿Esta tendencia puede llegar a una gran ciudad como la Ciudad de México, donde supuestamente los periodistas están mejor protegidos?
R. [Abre el libro y busca una página]. Veamos este listado. Porque yo tengo una opinión, pero creo que vale la pena analizarlo punto por punto. En el caso de Ciro, ¿es un periodista o reportero local respetado por su comunidad? Sí, aunque su comunidad no es necesariamente geográfica como sí puede ser un poco más ideológica. ¿Con la capacidad de promover la participación social? Yo creo que sí, indigna mucho o invita a la indignación. ¿Tomó postura frente a un hecho? No tengo el estudio completo, pero diría que sí toma una postura frente a la administración, por ejemplo. Todos estos puntos los tenían en común los asesinados que recopilo en mi libro, y es transversal a cualquier lugar de México.
P.- Este libro es solamente lo último de tu trabajo en relación con la persecución del periodismo crítico en México. Pero llevas muchos años abordando esta problemática. ¿A qué desafíos te enfrentas al documentar la vida y el trabajo de estos periodistas asesinados?
R.- Yo diría que ese es el principal reto. Es un desafío cuando intento preguntar estas cosas y pienso cómo hacerlo de manera respetuosa, de manera consciente, de manera responsable. Cómo acercarme a un familiar o a un colega respetando sus límites y preguntando hasta donde ellos quieren hablar pero intentando profundizar.
El otro reto es el de autocuidado. Cuando empecé a hacer el archivo, todavía ni siquiera hacía el pódcast, tenía mucha intranquilidad. Me despertaba a las tres de la mañana con muchísima ansiedad, pensando que iban a desaparecer estos trabajos y me ponía a darles resguardo. Más tarde me pasaba que soñaba con que Edith me decía "cuenta bien mi historia". Ha sido un aprendizaje muy largo, de cuidarme para poder hacerlo, porque estoy convencida de la importancia de cuidar sus memorias y legados y buscar justicia.
P.- ¿Qué medidas podría tomar el gobierno mexicano para proteger a los periodistas en México?
R.- Creo que hay dos niveles que se podrían hacer en términos preventivos. Uno es este mapeo que comentamos, ver los municipios donde sabemos que hay un tema político, un sindicato fuerte que esté peleándose, o dónde hay presencia de un grupo criminal que vaya a hacer que exista un momento de inestabilidad. Y ahí localizar y proteger a los periodistas. La otra cosa que se podría hacer es evitar que haya estas figuras de caciques o de capos, o de poderosos imparables a nivel local. Pero entonces estamos hablando de un proceso de fortalecimiento de las democracias a nivel local.
P.- Leyendo algunos pasajes del libro es difícil declararse optimista en cuanto a la situación del periodismo en el país...
R.- Va a sonar raro, pero a mí justamente estas historias y estos perfiles son los que me dan mucho optimismo, porque pienso que son justo lo que decíamos sobre las democracias locales. El hecho de que sean democracias locales tan débiles o donde hay como poderes autocráticos no es nuevo, sino al contrario. Es un hecho que ahora, gracias a las redes sociales, hay más posibilidades de autopublicación, lo que hace que puedan existir estos perfiles que están ya retando a esas figuras autoritarias. Muchos de los casos sólo los conocemos porque los asesinaron, pero probablemente ahora hay este tipo de periodistas ciudadanos haciendo esta labor en cientos de municipios del país. Y están todos los días empujando por fortalecer la democracia.