Tim Kaine, el compañero de fórmula de Hillary Clinton para la candidatura a la Casa Blanca, se presentaba ante los demócratas que lo escuchaban en el Wells Fargo Arena, y millones de personas del mundo entero cuando, en un instante de su discurso, alguien gritó desde las tribunas en castellano: “¡Sí, se puede!” Kaine no lo dudó: “Sí se puede, sí se puede, sí se puede”, respondió. El estadio explotó, y el grito con el mismo mantra del lema que encumbró a Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos recorrió el lugar de punta a punta. En castellano.
A los latinos en Estados Unidos se les suele denominar el “gigante dormido”. Su voto puede decidir una elección presidencial, pero, históricamente, su participación ha sido más baja que la de otros grupos demográficos, como los blancos o los afroamericanos. En 2012, el 8,4% del electorado fue hispano.
Este año, su voto es particularmente crucial. La elección presidencial de 2016 tendrá el electorado más diverso en la historia de Estados Unidos: cerca de uno de cada tres votantes pertenecerá a una minoría, según el centro de investigación Pew. Se espera que más de 13 millones de hispanos vayan a votar, según Naleo, una participación nunca antes vista, aunque más de 27 millones podrían elegir a su próximo presidente.
En algunos estados disputados, allí donde se definirá la elección presidencial, la proporción de latinos respecto de la población es mayor al promedio del país. Es el caso de Florida, Nevada, Colorado, Virginia, Arizona, Nuevo México, y, en menor medida, Carolina del Norte.
“Nunca ha habido tanto en juego en más de una generación. En Hillary Clinton tenemos una líder integradora, ve unos Estados Unidos diversos, en crecimiento, que quiere extender oportunidades a todos. En Donald Trump tenemos a alguien que tiene una visión oscura de Estados Unidos, que quiere excluir a algunas personas, y elegir quién tiene oportunidades y quién no”, dice Julián Castro, ex alcalde de San Antonio, Texas, actual secretario de Vivienda del Gobierno de Barack Obama, y estrella hispana de los demócratas a quien Hillary Clinton llegó a considerar para su posible vicepresidente antes de decidirse por Kaine.
“Mi esperanza es que todas las comunidades, y, en particular la comunidad latina, que usualmente suele tener una participación baja, salgan a votar. Este año espero que los latinos salgan a votar en una proporción que jamás se ha visto”, ha agregado.
El grito en español en el estadio donde se ha realizado la convención demócrata dejó clara la cercanía del partido gobernante con los latinos. Basta recorrer los pasillos y las tribunas de la convención demócrata que este jueves ha finalizado en Filadelfia para encontrar un público mucho más diverso que el de la convención de los republicanos en Cleveland. Los oradores durante la convención también han dado cuenta de ello, al igual que el compromiso con la aprobación de una reforma migratoria que solucione de una vez por todas la situación de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, la mayoría de ellos, mexicanos. Es una promesa incumplida del presidente Barack Obama.
Para muchos hispanos, los ataques del candidato republicano, Donald Trump han convertido estos comicios en una batalla personal. Una de esas personas es la actriz Eva Longoria, una de las famosas más activas en la movilización del voto latino.
“Esta elección es personal para mí”, dijo Longoria en su discurso en la convención. “Cuando Donald Trump nos llama criminales o violadores, está insultando a familias estadounidenses. Mi padre no es un criminal o un violador. De hecho, es un veterano de guerra”, fustigó.
Luego, el senador afroamericano Cory Booker subrayó la peculiaridad de la convención demócrata: “Una latina del sur de Texas va a introducir al primer senador negro de Nueva Jersey en la semana en la que nominaremos a la primera mujer como candidata a presidente d Estados Unidos”.
Longoria es la cofundadora de Latino Victory, una organización que busca elevar la participación de los hispanos en la política. Pili Tobar, directora de comunicación de la organización, ha dicho que la irrupción de Trump en la campaña ha movilizado a los hispanos. Los demócratas, que suelen imponerse por un margen de 2 a 1 en el voto latino, esperan lograr este año una diferencia histórica.
“Debemos tener en cuenta que Trump ha desencadenado un ataque contra la identidad de los latinos. No es sólo una cuestión de los inmigrantes sin papeles, o una política en particular, es una cuestión de sentir que este candidato es un peligro para uno, su familia, su comunidad, y no saber qué significa si ese candidato gana la elección”, dijo Tobar en un encuentro con medios extranjeros.
Para ganar la Casa Blanca, la regla general es que cualquier candidato debe obtener al menos un 44% del voto hispano. Ese es el porcentaje que obtuvo George W. Bush en la elección presidencial de 2004. En 2012, Mitt Romney sólo logró el 27%. La última encuesta de Latino Victory muestra a Trump con un respaldo latino del 21% en los 12 estados donde se decidirá la elección presidencial. Los demócratas aspiran a que, este año, el voto latino quede en un histórico “80-20”.
“Cuando uno tiene en cuenta el hecho de que Trump está en un 21%, más la falta de apoyo de la comunidad afroamericana y las estadísticas de la comunidad asiática, no es matemáticamente posible para él tener esos números y ser capaz de imponerse”, pronosticó Tobar. En noviembre se sabrá si ha acertado o no.
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