Hillary Clinton es uno de los personajes públicos de Estados Unidos más controvertidos, capaz de generar tanto fuertes adhesiones como intensos odios. Para unos, es la candidata mejor preparada de la Historia, mientas que para otros es una política fría, distante y corrupta. Lo que está claro es que cuenta con una importante trayectoria: ha sido senadora, primera dama, secretaria de Estado y, en pocas horas, sabremos si se convierte en la primera presidenta de Estados Unidos.
Nacida en Chicago el 26 de octubre de 1947 en una familia de clase media, Hillary Clinton tuvo desde muy pronto una clara vocación por la política. Buena prueba de ello es que con 13 años participó en el recuento de los votos de las elecciones de 1960, en las que un joven senador, John Fitzgerald Kennedy, se hizo con la presidencia. Cuatro años después, en 1964, Hillary Clinton volvió a colaborar con una campaña presidencial, aunque esta vez apoyando a la del republicano Barry Goldwater, que perdió frente al demócrata Lyndon B. Johnson.
Este es un capítulo poco conocido de la trayectoria de Clinton: la hoy aspirante demócrata fue en su juventud una firme defensora del Partido Republicano. Fue en la universidad cuando empezó su distanciamiento de las ideas republicanas y se fue acercando cada vez más al Partido Demócrata, como buena parte de la sociedad de la época. Y precisamente en la Universidad de Yale fue donde conoció al que sería su futuro marido, Bill Clinton. Pero además de matrimonio, Bill y Hillary, forman desde entonces un sólido equipo que ha hecho frente a buenos y malos momentos, tanto en su vida política como personal.
En 1992, el año en el que Bill Clinton alcanzó la presidencia, solía decir en sus mítines que votando por él se podía obtener “dos por el precio de uno”. Esa forma de trabajar en equipo se pudo ver desde los comienzos de la presidencia de Bill Clinton. Hillary no iba a ser una primera dama al uso. Ella quería tener su agenda propia y así lo demostró desde el principio. Si hasta entonces las primeras damas habían tenido su oficina en el Ala Este, Hillary Clinton la trasladó al Ala Oeste, cerca del Despacho Oval, con el argumento de que el presidente la quería cerca.
Dentro de esa agenda política de la primera dama, uno de los encargos que tuvo la hoy candidata demócrata fue la reforma sanitaria, proyecto en el que fracasó estrepitosamente, y que, casualidades de la política, será uno de las temas sobre los que tendrá que trabajar si es elegida presidenta: la defensa de la reforma sanitaria de Barack Obama.
En 1998 se produjo uno de los momentos más difíciles en la trayectoria de Hillary Clinton con el estallido del caso Lewinsky, un escándalo que estuvo a punto de acabar con la presidencia de Bill Clinton y la relación entre ambos. Pese a que perdonó las infidelidades de su marido, Hillary decidió que ya era el momento de “independizarse” y lanzar su propia carrera política, que hasta la fecha había supeditado a la de su marido. Por ello, siendo aún Primera Dama, presentó su candidatura al Senado por el Estado de Nueva York, cargo que logró en el año 2000, convirtiéndose en la primera mujer senadora por este estado.
Con Bill Clinton ya fuera de la Casa Blanca, Hillary comenzaba su carrera política en solitario. Desde este cargo, intentó influir en la política norteamericana y que su voz fuese escuchada. Votó a favor de la guerra de Irak y apoyó la intervención militar en Afganistán, viajando incluso a ambos países siendo Senadora para dar su apoyo a los soldados norteamericanos.
Con todo a su favor, la carrera política de Hillary apuntaba de nuevo a la Casa Blanca. Tras ocho años de Administración Bush, todo indicaba que los demócratas volverían de nuevo a la Casa Blanca en 2008 y que lo harían de la mano de Hillary. Sin embargo, un joven y desconocido senador afroamericano por Illinois, Barack Obama, truncó las aspiraciones de Clinton en una dura y tensa campaña por la candidatura del Partido Demócrata.
LOS 'EMAILS' SE CRUZAN EN SU ASCENSO
Pero si algo caracteriza a Hillary Clinton es su constancia y su capacidad para superar las adversidades. Así, tras su derrota en las primarias en 2008, no abandonó su carrera política y aceptó el ofrecimiento de Obama para ser secretaria de Estado, un puesto que ocupó durante 4 años. Sin embargo, su etapa al frente de las Asuntos Exteriores de la primera potencial mundial ha estado más llena de sombras que de luces. El uso de un servidor privado para sus comunicaciones siendo secretaria de Estado, caso que ha investigado el FBI, o el asalto de la Embajada de Estados Unidos en Bengasi (Libia) lastraron su legado.
Precisamente esos cuatro años dirigiendo la diplomacia estadounidense le han aportado a Clinton la experiencia para que tanto sus partidarios como el propio Obama vean en ella a la candidata a la presidencia de Estados Unidos mejor preparada de la Historia, pero también le han dado muchos dolores de cabeza a lo largo de la campaña a cuenta de las investigaciones del FBI, que justo el día antes de las elecciones recomendó que no se presentaran cargos contra la demócrata al no ver claras negligencias en su uso del correo.
Tras cuatro años al frente del Departamento de Estado, Hillary abandonó su cargo para centrarse en la preparación de su campaña presidencial. Como en 2008, esta vez la candidatura de Hillary también era la favorita. Superó –con mucho más esfuerzo de lo previsto- a la inesperada candidatura de Bernie Sanders en las primarias y, cuando todo parecía indicar que su campaña iba a ser un paseo frente a Donald Trump, las investigaciones del FBI complicaron su candidatura.
Durante este año y medio de carrera a la Casa Blanca, los periodistas que cubren su campaña a bordo del avión de la candidata cuentan que pocas veces han podido departir con ella. De hecho, tan sólo cuando celebró su 69 cumpleaños -hace dos semanas- los periodistas pudieron charlar con ella mientras compartían una tarta. Salvo en esa ocasión, los reporteros apenas han podido acercarse a la candidata, lo que no ha ayudado a mejorar su imagen, que sigue siendo para muchos la de una mujer fría y únicamente centrada en su objetivo de ser presidenta.
Tras los debates presidenciales, Hillary Clinton consiguió un impulso en las encuestas que le hacía afrontar con optimismo la fase final de la campaña, pero en los últimos días la reapertura y posterior cierre del caso de los correos electrónicos ha reabierto las dudas de una candidata, que aunque sigue siendo la favorita para ganar, tiene muchas vulnerabilidades.
Su futuro está ahora en manos de los electores, entre los que muchos votarán por ella por convicción, pero muchos otros lo harán solamente para evitar que Donald Trump sea el próximo presidente de Estados Unidos. Pase lo que pase este martes, Hillary Clinton ya forma parte de la Historia de Estados Unidos y, si gana, seguirá protagonizando la de los próximos años como la primera ‘Madam President’.
*Daniel Ureña preside The Hispanic Council, un think tank independiente que promueve las relaciones entre la comunidad hispana de Estados Unidos y España.
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