Sólo ha pasado un mes desde que Donald Trump aterrizó oficialmente a la Casa Blanca, aunque cuatro semanas le han bastado al nuevo presidente para darle un vuelco al gobierno de Estados Unidos. No hay mañana sin que la agenda informativa la marque uno de sus tuits, ni día en que Washington no aparezca por en las primeras páginas de los medios internacionales por alguna polémica. El caos causado por el veto migratorio, los reveses judiciales, sus críticas a la prensa, la dimisión de su asesor de Seguridad Nacional, los presuntos vínculos de su campaña con Rusia… Las controversias se acumulan y solapan sin respiro.
A modo casi de balance, este pasado jueves el magnate sorprendía convocando una rueda de prensa en solitario en la que se encaró a pecho descubierto con los “deshonestos” miembros de la prensa, como él suele denominarlos, respondiendo con ataques a los medios de comunicación, intentando poner el foco sobre el hecho de que se produzcan filtraciones informativas más que sobre su contenido y aseverando que frente a la catastrofista visión que algunos transmiten de su gabinete, su Administración funciona como “una máquina bien engrasada”.
Un repaso a estos últimos 30 días puede llevar a poner en duda si esos mecanismos están del todo ajustados en una Casa Blanca que se ha enfrentado con la justicia, con el Senado, con México, que ha puesto a los refugiados e inmigrantes musulmanes en el punto de mira e incluso ha criticado a una cadena de tiendas de ropa por dejar de vender los productos diseñados por Ivanka Trump.
Todo arranca el viernes 20 de enero. Trump juró el cargo en un multitudinario acto que no alcanzó los niveles de público de su antecesor, Barack Obama. Al magnate no le sentaron bien las comparaciones y al día siguiente, el 21 de enero, su secretario de Prensa, Sean Spicer, convocaba a los medios para abroncar a los reporteros por su cobertura de la inauguración, negándose a admitir preguntas. Ese mismo día, el presidente visitaba la CIA y se reconciliaba con la agencia, después de haber puesto en duda sus informes que relacionaban a Rusia con su campaña.
El domingo 22 de enero, después de que los principales periódicos y televisiones demostraran que Spicer ofreció datos de falsos durante la conferencia de prensa, Kellyanne Conway, consejera del presidente, aseguraba que esos datos eran “hechos alternativos".
Dentro de esta nueva política informativa, el lunes 23 de enero Trump se reunió con líderes del Congreso y denunciaba sin pruebas que en las elecciones votaron ilegalmente entre tres y cinco millones de personas.
MURO Y VETO MIGRATORIO
El nuevo presidente dio pronto cumplimiento a las principales promesas de su campaña electoral. El miércoles 25 de enero firmó las primeras órdenes ejecutivas para levantar el muro con México y acabar con las ciudades santuario que protegen a los inmigrantes indocumentados. Como consecuencia, al día siguiente el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, canceló su visita a EEUU, después de que el magnate le invitara vía Twitter a no acudir a Washington si no estaba dispuesto a pagar la muralla.
Una de las medidas más polémicas de Trump, también comprometida durante el periodo electoral, llegó el viernes 27 de enero con una orden ejecutiva que prohibía durante 120 días la entrada de refugiados y durante 90 días el acceso a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana (Irán, Irak, Siria, Sudán, Libia, Yemen y Somalia), naciones que la anterior Administración Obama había marcado como de potencial peligro, por lo que ya se había reforzado el control en la concesión de visados.
La orden presidencial no especificaba con claridad si la restricción afectaba a los ciudadanos con papeles en regla ni cómo llevarla exactamente a cabo, lo que provocó un caos aeroportuario nacional e internacional, agravado por masivas protestas en las principales ciudades norteamericanas. La fiscal general interina de EEUU se negó a defender la orden migratoria, al tener dudas sobre su legalidad. El lunes 30 de enero Trump la despidió fulminantemente.
Durante esos primeros días, llovieron las demandas contra la decisión presidencial y una de ellas, presentada por el estado de Washington, fue a parar a un juez de Seattle, que congeló temporalmente el 3 de febrero el veto.
La batalla judicial por reinstaurar este decreto ha ocupado los mayores esfuerzos de la Casa Blanca. El Gobierno federal recurrió la decisión del juez de Seattle al Noveno Circuito de la Corte de Apelaciones, en San Francisco, que el 5 de febrero rechazó levantar la suspensión impuesta por el magistrado y convocó una vista telefónica entre las dos partes. Tres jueces de esta corte decidieron por unanimidad, el 9 de febrero, mantener congelado el veto. Ahora el presidente prepara otra orden más específica para volver a cerrar las fronteras sin esperar al juicio sobre la legalidad de la anterior.
En el ámbito jurídico, el 31 de enero el presidente hizo pública su elección para la plaza vacante en el Tribunal Supremo, el juez conservador Neil Gorsuch, que precisa de la confirmación del Senado y que devolverá al bloque republicano la mayoría en esta corte.
La Administración Trump arrancó febrero con un par de asuntos internacionales. Primero, virando en el acercamiento que el presidente Obama había llevado a cabo con el régimen de Irán, después del lanzamiento de un misil balístico que llevó al magnate a poner “en aviso” a Teherán. El 2 de febrero la Casa Blanca avisó a Israel de que la expansión de los asentamientos en territorio palestino “puede no ser útil para lograr” la paz en Oriente Próximo, marcando ciertas distancias con Tel Aviv.
ATAQUES A LA PRENSA
Trump inició su tercera semana atacando una vez más a la prensa. El lunes 6 de febrero acusó a los medios que critican su veto de no haber cubierto los últimos ataques terroristas en EEUU y Europa, desatando la indignación de las principales empresas informativas, que lo desmintieron con rotundidad. Su equipo publicó una lista de atentados que, a su juicio, habían sido ignorados por los medios entre los que se incluía el ataque a la sala Bataclan de parís o el tiroteo en el club Pulse de Orlando.
El miércoles 8, en plena crisis judicial por la orden migratoria, el presidente cambió de tercio y sorprendió a todos criticando a través de sus cuentas de Twitter -también la oficial- a las tiendas Nordstrom por dejar de vender la línea de ropa de su hija. Se sumó Conway, apareciendo en un programa animando a los espectadores a comprar los productos de Ivanka.
Retomando la agenda internacional, el 10 de febrero Trump sostuvo una reunión bilateral y una conferencia de prensa con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en la que ambos reclamaron a Corea del Norte que detuviera las provocaciones. Ambos mandatarios pasaron juntos el fin de semana en el complejo hotelero propiedad del millonario Mar-a-Lago en Florida. Durante la cena del sábado, el régimen norcoreano lanzó un misil balístico. Al día siguiente, trascendieron unas fotografías del presidente manejando la crisis junto a su aliado japonés desde el comedor del hotel a la vista de camareros y otros clientes. La Casa Blanca negó que se descuidara la seguridad.
DIMISIÓN DE FLYNN
Otra de las grandes crisis políticas llegó el 13 de febrero, cuando el asesor de Seguridad Nacional Michael Flynn dimitió, justo después de que el Washington Post revelara que el Departamento de Justicia había alertado de que Flynn podría ser objeto de chantaje por parte de Rusia. Este general retirado había hablado con el embajador ruso en EEUU durante el periodo de transición presidencial sobre las sanciones que Obama había impuesto al Kremlin por haber interferido supuestamente en las elecciones. Aunque la Administración defendió en reiteradas ocasiones, el escándalo acabó arrastrando a Flynn consigo.
Antes de que saltara esta polémica, Trump se había reunido con el primer ministro canadiense,Justin Trudeau, para hablar sobre comercio, con una agenda amable que le duró poco. Al día siguiente, el 14 de febrero, The New York Times informaba de que la campaña electoral de Trump había mantenido contactos con funcionarios de la inteligencia rusa.
Al día siguiente, el magnate se reunió con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, al que le dijo estar dispuesto a aceptar una solución al conflicto palestino-israelí que incluyera sólo un Estado, rompiendo aparentemente con la tesis de los dos Estados, defendida hasta ahora como única vía por EEUU y la comunidad internacional. El mismo día, su candidato a secretario de Empleo, Andy Puzder, renunció al comprobar que no conseguiría el respaldo del Senado. Su sustituto, el cubano-americano Alexander Acosta, fue anunciado anunció el día 16, coincidiendo con la primera ‘huelga de inmigrantes’ -mayoritariamente hispanos- contra Trump.
Y todo esto en un mes. Quedan aún otros 47 hasta las próximas elecciones presidenciales.