La sanidad en Estados Unidos ni es gratuita ni universal. El Estado no es principal proveedor de este servicio, sino que son las compañías aseguradoras y hospitalarias privadas las que lo ofrecen a los clientes-pacientes. Lo que sí hace el gobierno federal es regular este sector y, en este sentido, lo que el ex presidente Barack Obama consiguió en 2010 con su reforma sanitaria fue extender a toda la población, incluida la que no podía pagarlo, el derecho a contratar un seguro médico, aunque para ello hubiera que subvencionarlo.
La norma que estableció este nuevo sistema, que es lo más parecido a una universalización de la sanidad que ha tenido EEUU, se denominó Affordable Care Act (Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio), conocida también como ACA u 'ObamaCare'. Entre otros aspectos, obligaba a que cada ciudadano contratara un seguro médico, bajo amenaza de multa. Los republicanos pidieron su derogación prácticamente desde el primer día y Donald Trump, además, convirtió esta reclamación en un eje central de su campaña. Su promesa era clara: suprimir este plan y reemplazarlo por otro menos costoso, que no redujera el número de beneficiados.
La pasada semana, los republicanos presentaron finalmente en el Congreso su proyecto sustituir el 'ObamaCare'. El líder de la mayoría conservadora, Paul Ryan, ha liderado la defensa de esta propuesta, contando incluso con el respaldo público de Trump. Pese a todo, desde la Casa Blanca se ha pedido que no se hable de ‘TrumpCare’, sino de ‘PatientCare’. Parece que nadie quiere vincular su nombre a una iniciativa que ha nacido con enormes críticas internas.
El sector más duro de los republicanos lo han calificado como "ObamaCare Lite", ya que mantiene intactas algunas de las características más populares de la ACA -que han beneficiado a más de 22 millones de ciudadanos-, como permitir que los hijos permanezcan en los planes de salud de sus padres hasta los 26 años, que las personas con enfermedades preexistentes no puedan ser rechazados por una compañía, o que no se puedan limitar las coberturas básicas que cada póliza debe brindar.
Aunque mantiene intactas algunas de las características más populares de 'ObamaCare', con este plan 14 millones de norteamericanos perderán su seguro sanitario en 2018.
Sin embargo, hay un lado negativo. El informe emitido ayer por la Oficina de Presupuesto del Congreso determinó que con este plan 14 millones de norteamericanos perderán su seguro sanitario en 2018, y 24 milliones para 2026. A cambio, el gobierno ahorrará 337.000 millones en los próximos diez años.
Varios expertos consultados por EL ESPAÑOL explican cómo los cambios que los conservadores se proponen aprobar enterrarán el intento de acercarse a la sanidad universal de la etapa Obama.
ESTAR ASEGURADO NO SERÁ OBLIGATORIO
Es el cambio más importante. Con el ‘ObamaCare’, todo aquel que pudiera costearlo debía contratar un seguro bajo pena de multa. Incluso los más desfavorecidos debían hacerlo, contando para ello con subsidios públicos. Esto eliminaba el riesgo de tener población sin cobertura médica, pero además ayudaba a las compañías a equilibrar sus cuentas, forzando a que las personas más jóvenes y sanas tuvieran que pagar por este servicio, se compensaba las pólizas más costosas de la población anciana y enferma.
El plan republicano elimina las multas, lo que llevará a muchos a prescindir del seguro. Las compañías podrían subir precios para compensar. Pero hay más consecuencias.
Nadereh Pourat, directora de investigación del Center for Health Policy Research de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), explica a EL ESPAÑOL qué ocurre cuando un estadounidense carece de seguro. “Pasará como antes del 'ObamaCare'. La gente sin cobertura no acude a la atención preventiva y de control. Sólo va al médico cuando algo grave da la cara, y entonces va a urgencias”.
MENOS SUBVENCIONES
En EEUU un tratamiento médico básico puede costar “miles y miles de dólares”, según relata esta experta. “Si esa persona no puede pagarlo, lo acaba abonando indirectamente el gobierno federal o el estado, que aportan unas cantidades de sus presupuestos a casos de gente que no pueden afrontar estos gastos”. Sin embargo, esto también puede ser insuficiente, por lo que incluso los hospitales deben reservar partidas de contingencia. El paciente, además, queda endeudado.
En esto coincide Nancy Nielsen, decana de Health Policy en la Jacobs School of Medicine de la Universidad de Buffalo. “Esto afectará a los hospitales, que tendrán que tratar a un creciente número de personas sin seguro médico, lo que descontrolará los costes”, comenta a EL ESPAÑOL.
Además, según la propuesta republicana, las desgravaciones tributarias que ofrecía el gobierno para ayudar a algunas personas a pagar por los procedimientos que no estaban incluidos en sus pólizas desaparecerán en 2020.
LAS EMPRESAS, SIN SEGURO OBLIGATORIO
Hasta ahora, con el 'ObamaCare' las compañías con 50 o más trabajadores debían proveer cobertura de salud a sus empleados. Los republicanos eliminan esta obligación. Lo que sí se mantiene es que en caso de que la empresa brinde el seguro, el asalariado no podrá rechazarla y obtener un crédito fiscal en su lugar.
Esto había sido una de las demandas de los republicanos, que advertían de que algunos empleadores estaban pasando a sus trabajadores de jornada completa a tiempo parcial para evitar tener que contratarles seguro.
DESGRAVACIONES POR EDAD, NO POR RENTA
Tanto 'ObamaCare' como este nuevo proyecto contemplan ayudas para las personas que no pueden afrontar por sí solas el coste de un seguro, en caso de que no reciban uno en su trabajo. Se materializan en deducciones impositivas. Actualmente, esa cantidad está ligada a los ingresos de la persona y a los costes médicos del estado donde reside.
Ahora, esos créditos tributarios estarán vinculados a la edad. Los mayores obtendrían hasta el doble que los jóvenes, aunque las compañías podrán cobrar a los ancianos una póliza hasta cinco veces más cara que a los jóvenes -antes sólo podía ser tres veces más costoso-.
Para Nancy Nielsen, de la Universidad de Buffalo, este es uno de los aspectos más negativos de la reforma. “Se ayudará a la gente rica, y los más desfavorecidos se verán perjudicados por los créditos fiscales propuestos en base a la edad y no a los ingresos. Las personas mayores pagarán primas hasta cinco veces más altas”.
RECORTE A LOS FONDOS ESTATALES
Los mayores cambios del proyecto de ley republicano son para el programa de Medicaid, que provee de un seguro a los más desfavorecidos. En este caso, se trata de reducir el impacto de la medida desplazándola a 2020. A partir de entonces, estos fondos se verán recortados.
A juicio de Nadereh Pourat, de la UCLA, limitar los fondos para Medicaid tendrá consecuencias negativas en el largo plazo, ya que llevará a algunos estados a limitar la concesión de estos seguros, dejando fuera a gente que lo necesite. La solución, en su opinión, pasa por “no eliminar el 'ObamaCare', sino buscar una regulación para que no suban las primas. La ACA trató de aclarar cuánto debía pagarse por un seguro y extender la cobertura a toda la población mediante subsidios y regulando el mercado. Eso no debe perderse”.
FIN DE LOS IMPUESTOS SANITARIOS
En el aspecto impositivo, la reforma derogará casi todos los impuestos que fueron aumentados por Obama para sufragar la ‘universalización’ de la sanidad. Estos incluían tasas más altas de Medicare para los grandes sueldos, un impuesto sobre las inversiones y varios sobre las empresas sanitarias.
Además, la norma republicana establecerá nuevas ventajas fiscales para las rentas más elevadas, subiendo el límite desgravable de las cuentas de ahorro para la salud, que permiten deducirse anualmente impuestos como si de un plan de pensiones se tratara.
Nancy Nielsen cree que “con derogación la obligación del seguro y de casi todos los impuestos asociados con la ACA, los únicos complacidos serán los que protestaban porque el gobierno les obligaba a hacer algo y quienes rechazaban el déficit que generaba 'ObamaCare'. Pero no hay nadie que haya estudiado este proyecto de ley que piense que será capaz de proveer de un seguro al mismo número de personas”.
PRESUPUESTO AÚN DESCONOCIDO
Una de las grandes incógnitas es cómo se financiará este nuevo plan. David C. Warner, profesor en Salud y Políticas Sociales de la Universidad de Texas, indica a EL ESPAÑOL que con el planteamiento de la eliminación de los “impuestos para los ricos, las compañías aseguradoras y las farmacéuticas”, el gobierno incurrirá en déficit para mantener el sistema, “lo que obligará a nuevos recortes, porque los republicanos han prometido no subir los impuestos”.
“Creo que este proyecto no se convertirá en ley debido a sus muchos aspectos negativos. Veremos si las enmiendas en el Senado terminan con algo más aceptable”, concluye Nancy Nielsen.