El presidente Donald Trump planea nombrar el sábado a la jueza conservadora de la corte federal de apelaciones Amy Coney Barrett para llenar la vacante en el Tribunal Supremo de Estados Unidos tras la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, según aseguraron dos fuentes a Reuters este viernes.
Su decisión, que se produce una semana después de la muerte del ícono liberal a los 87 años, prepara el escenario para lo que promete ser una amarga pelea de confirmación en el Senado de Estados Unidos, controlado por los compañeros republicanos de Trump. Trump ha pedido a los republicanos del Senado que confirmen a su nominado antes de las elecciones estadounidenses del 3 de noviembre, fecha en la que busca un segundo mandato y los demócratas pretenden tomar el control de la cámara.
Barrett, de 48 años, fue nombrada por Trump para la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito de EEUU con sede en Chicago en 2017. Es conocida por sus opiniones religiosas conservadoras. Los magistrados de la Corte Suprema reciben nombramientos vitalicios.
Si es confirmada por el Senado, se convertiría en la quinta mujer en servir en la corte suprema y aumentaríasu mayoría conservadora a un sólido 6-3.
Trump planea una presentación formal en la Casa Blanca el sábado. Dos fuentes confirmaron el viernes que Trump planea nominar a Barrett, pero advirtieron que Trump podría cambiar de opinión. El mismo Trump dijo a los periodistas el viernes que había tomado su decisión, pero se negó a decir quién era su elección.
Barrett ha sido vista como una de los favoritos en todo momento, junto con la jueza de la corte federal de apelaciones Barbara Lagoa. Barrett se desempeñó anteriormente como secretaria del juez conservador de la Corte Suprema Antonin Scalia, quien murió en 2016.
Trump dijo que no se reunió con Lagoa durante un viaje de campaña a Florida.
Como jueza de apelaciones, Barrett ha defendido posiciones legales conservadoras sobre temas clave en tres años en el cargo, mostrando su apoyo a los derechos de armas expansivos y a la política de inmigración de Trump de línea dura, mientras refuerza los derechos de los estudiantes universitarios acusados de agresiones sexuales en el campus.
Grupos de defensa del derecho al aborto han expresado su preocupación de que desde el Tribunal Supremo, Barrett podría ayudar a revocar la histórica decisión Roe v. Wade de 1973 que legalizó el aborto a nivel nacional.