El presidente electo de EEUU, Donald Trump, y el presidente ruso Vladimir Putin.

El presidente electo de EEUU, Donald Trump, y el presidente ruso Vladimir Putin. Efe

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Ni hubo llamada ni Rusia se va a "contener" en Ucrania: la relación Putin-Trump arranca entre acusaciones y rumores

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En su edición del domingo, el Washington Post anunciaba como exclusiva que el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, se había puesto en contacto con el líder ruso Vladimir Putin para hablar de la guerra de Ucrania y buscar una solución pacífica. La situación en sí ya era extraña: lo normal sería que fuera Putin quien llamara para felicitar a Trump por su victoria en las elecciones, pero el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ya dejó claro el mismo miércoles que esa llamada no se iba a producir: “Estados Unidos es un país hostil y un enemigo para la seguridad de Rusia”, declaró.

Aparte, Trump no tiene aún la legitimidad institucional para hablar en nombre de Estados Unidos y filtrar luego los contenidos de esa conversación. Queda aún tiempo hasta el 20 de enero, cuando tome oficialmente posesión del cargo y nombre una nueva administración. Mientras tanto, la política exterior estadounidense sigue siendo cosa de Joe Biden y sus ayudantes Antony Blinken, Jake Sullivan y Lloyd Austin. El paso de testigo siempre es complicado, pero no es aconsejable que el enemigo perciba la división de un país de primera mano.

Volviendo a la llamada y siempre según el Washington Post, que cita fuentes anónimas, Trump habría pedido “contención” a Putin en Ucrania y que no iniciara una nueva escalada. Le recordó la fuerte presencia militar estadounidense en Europa y la necesidad de llegar a una paz en el continente cuanto antes. No se sabe qué habría contestado Putin al respecto, pero es conocida la sintonía entre ambos líderes. 

Trump prometió antes incluso de la campaña electoral acabar la guerra en Ucrania “en 24 horas”. También habló la semana pasada junto a Elon Musk con Volodimir Zelenski y el relato ucraniano de la llamada fue relativamente optimista.

El giro que nadie esperaba es que el propio Kremlin saliera de inmediato a negar que la conversación hubiera tenido lugar, calificando el rumor de “pura ficción”. La duda ahora es si Rusia niega la llamada como mensaje de fuerza a la nueva administración… o si el entorno de Trump engañó al Washington Post hablando con pelos y señales de una conversación que nunca tuvo lugar, tal vez para desterrar la imagen en la opinión pública del presidente electo como una marioneta del líder ruso.

La negociación de las cuatro provincias

Sea como fuere, lo que no varían son las condiciones de Moscú para un acuerdo de paz: quiere las cuatro provincias que se anexionó unilateralmente el 30 de septiembre de 2022: Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. No es probable que el Kremlin acepte una negociación que no incluya el reconocimiento de su soberanía sobre los territorios ya conquistados en esas cuatro regiones y la duda sería qué hacer con las partes aún en manos del gobierno de Kiev. En Donetsk y Lugansk -el conocido Donbás- cada vez la presencia ucraniana es menor… pero en Zaporiyia y Jersón dominan toda la zona al norte del río Dniéper.

Pensar que Ucrania va a ceder sin más esos territorios es absurdo. Por eso, tal vez, Putin sigue con su carrera frenética para conquistar el mayor terreno posible cuanto antes. Sabe que, si se sienta en la mesa de debate con el Donbás en su poder y con una amenaza clara sobre las posiciones locales en las otras dos regiones, Zelenski podría aceptar una capitulación parcial siempre que obtuviera garantías por parte de Estados Unidos y la OTAN de que no se va a repetir lo sucedido con los acuerdos de Minsk de 2015, que no evitaron la invasión rusa siete años después.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, estrecha la mano del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante una reunión al margen de la cumbre del G20 en Osaka, Japón, el 28 de junio de 2019.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, estrecha la mano del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante una reunión al margen de la cumbre del G20 en Osaka, Japón, el 28 de junio de 2019. Reuters

De hecho, más allá de los progresos, lentos pero constantes, en el sur de Donetsk, hacia Pokrovsk y Kurajovo, el Kiev Independent informaba este lunes de movimientos sospechosos en el sur de Zaporiyia, con una elevada concentración de tropas rusas y un aumento de las misiones de inspección y los bombardeos. La situación es parecida a la que estamos viviendo este otoño en Donetsk, con ataques rusos desde el este y desde el sur, solo que ahora la amenaza podría extenderse más al noroeste, siempre con la duda de cómo sortearán los rusos el enorme obstáculo del río.

La resistencia en Kursk

En lo que a Ucrania respecta, Zelenski mantiene un cierto optimismo en su discurso. Obviamente, sabe a lo que se enfrenta, ya tuvo sus más y sus menos con Trump desde su llegada al poder en 2019 y no le será fácil encontrar apoyo en una administración con JD Vance como vicepresidente y medio partido republicano entregado al autoritarismo. Ahora bien, de momento, la moral sigue alta: este mismo lunes, presumió de que Ucrania mantenía en su poder buena parte del este de Kursk pese a la sucesión de “contraofensivas” rusas que llevamos viendo desde septiembre y la colaboración de miles de soldados norcoreanos.

El presidente de Ucrania Volodímir Zelenski presentó a Donald Trump su 'Plan de la Victoria' en Nueva York el pasado 27 de septiembre.

El presidente de Ucrania Volodímir Zelenski presentó a Donald Trump su 'Plan de la Victoria' en Nueva York el pasado 27 de septiembre. Reuters

El comentario de Zelenski iba dirigido, con toda seguridad, a los que siguen poniendo en duda la utilidad de la operación en suelo ruso cuando las cosas se están complicando cada día más en el Donbás. En rigor, son luchas distintas y compatibles, es decir, probablemente esos miles de soldados hacen un daño ahí que no harían en Toretsk, por poner un ejemplo. De hecho, el presidente ucraniano celebró que su presencia estuviera obligando a Putin a mandar 50.000 hombres a rescatar la región. Hombres que, en consecuencia, tampoco pueden estar atacando Pokrovsk.

Lo que sí está claro es que el ambiguo Plan de la Victoria que defendía Zelenski se ha ido al garete definitivamente con la victoria de Trump. El nuevo presidente no cree en la victoria ucraniana, para empezar, y mucho menos en los medios necesarios para conseguirla y el gasto que suponen para Estados Unidos. Tendrá que conformarse con lo que él mismo llamó “una paz justa” después de hablar con quien será su homólogo americano en los próximos años. Ahora mismo, parece lo máximo a lo que, desgraciadamente, puede aspirar Ucrania.