El pasado lunes la activista de 21 años Qui Bai, estudiante de Psicología en la Universidad de Guangzhou (sureste), acudió al juzgado Nº 1 de la Corte Popular en Pekín para demandar al Ministerio de Educación. Su razón para enfrentarse al Gobierno: muchos libros de enseñanza universitaria en China describen la homosexualidad como un ‘problema mental’.
“Los homosexuales están haciendo frente a la discriminación de la sociedad china”, dice a EL ESPAÑOL Patrick Poon, activista de Amnistía Internacional en Hong Kong. Este obstáculo se debe, según él, “a la influencia tradicional de los valores del matrimonio heterosexual y la responsabilidad familiar de casarse y tener hijos” que persiste en el país asiático.
A pesar de que la homosexualidad fuera legalizada en China en 1997 y en 2001 se suprimiera de la lista de ‘enfermedades mentales’, el colectivo gay sigue definido en numerosos libros con los términos “enfermedad” y “defecto”, según recabó la Asociación de Gais y Lesbianas de China en una investigación en 2014.
“Aún el 40% de los documentos de enseñanza psicológicos y mentales siguen definiéndola como una enfermedad”, detalló Qui Bai a Reuters. La activista china ya intentó pelear por esta cuestión el año pasado cuando presentó dicha investigación al Ministerio de Educación y a las editoriales de los libros. Pero sus reclamaciones fueron ignoradas y sus solicitudes, desechadas.
Sin embargo, desde el propio Ministerio le comunicaron que tratarían esta cuestión en el futuro. Ningún representante del Gobierno de Xi Jinping ha hecho comentario alguno acerca de la causa de Qui, presentada en los tribunales esta semana.
La joven activista del colectivo LGTB se sentía “muy decepcionada” con el trato recibido por los funcionarios del Ministerio de Educación, que le aseguraron que “los documentos de formación no son de su competencia y que no trabajarían en ello”. Ahora, Qui espera que la justicia del país ponga fin a esta polémica.
El matrimonio gay en China, una lucha constante
En la actualidad, hay “una presencia de homosexuales normalizada entre la población china”, comenta a este medio el profesor de Estudios de Asia de la Universidad Autónoma de Barcelona Joaquín Beltrán, quien advierte, con todo, de que “aún existen presiones sociales para ocultar la homosexualidad, sobre todo en el medio rural y en las ciudades pequeñas”.
La comunidad gay reivindica su identidad en las grandes urbes a través de “las revistas, las películas, los desfiles y las charlas de concienciación”, enumera Beltrán. Por ejemplo, en 2014 se celebró una ‘Competición gay de besos’ en la ciudad de Chengdu (centro), donde se congregaron cientos de parejas homosexuales.
Más de 18.600 lesbianas, gais y bisexuales chinos reconocieron su orientación sexual en un sondeo de la ONG china WorkForLGBT ('Trabajemos por la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales'). Únicamente un 3% de los hombres y el 6% de las mujeres encuestadas se describían como homosexuales. Un 18% de los hombres aseguraban haber comentado su inclinación sexual a sus familiares, mientras que la mitad de los hombres y tres cuartos de las mujeres preguntadas afirmaron haber comentado su inclinación sexual a sus amigos.
La activista y lesbiana china de 27 años Maizi Li -casada con Teresa, su mujer- cuenta a este medio que su madre apoya su orientación sexual, mientras que su padre evita hablar del tema y su tía llegó a insultarla. “Vivimos dentro de una cultura conservadora, con una sociedad patriarcal”, lamenta Maizi. Afortunadamente, en su comunidad de amigos es “totalmente aceptada”. Dentro de su familia, en cambio, hay discrepancias: “Mi tía me llamó una vez ‘asquerosa homosexual’... no es nada fácil tener el apoyo familiar”.
Si bien el matrimonio homosexual no está prohibido en este país asiático, tampoco está reconocido. Por ello, una pareja gay demandó en el pasado mes enero al Tribunal de la ciudad de Changsha (este de China) por no haber sido reconocida legalmente su unión. La Corte desechó este caso el 13 de abril y tumbó, así, el primer juicio celebrado en China sobre esta cuestión.
Por su parte, la causa de la activista Qui Bai contra el Ministerio de Educación ha recibido un apoyo relativo en internet y un puñado de seguidores la esperaron a las puertas del Tribunal. Su abogado, Wang Zhenyu, no se muestra optimista con el pleito: “Espero que el juez cumpla con su responsabilidad con la ley y emita una decisión que podamos aceptar”, dijo a Reuters. En la misma línea, Patrick Poon, de Amnistía Internacional, alega que “los tribunales estatales están fuertemente influenciados por decisiones políticas” y que Qui Bai “lo tendrá difícil para ganar el caso”.
Sin embargo, Joaquín Beltrán, el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, cree que “es posible que las demandas de Qui sean atendidas”. El experto subraya que la normativa del Ministerio de Salud de 2001 no describe la homosexualidad como una afección y “si una sección del Gobierno [chino] no considera que la homosexualidad es una enfermedad mental, el Ministerio de Educación tendrá que acatarlo”.