Roma
El sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda ha sido condenado a 18 meses de cárcel por haber filtrado documentos reservados que arrojan luz sobre el mundo de las finanzas de la Santa Sede. El tribunal de justicia vaticano considera que cometió elementos constitutivos de delito en el código penal que rige para este Estado, aunque ha rebajado la pena de tres años y un mes que había solicitado anteriormente la fiscalía.
Vallejo lleva ya recluido ocho meses, por lo que sólo debería cumplir otros 10 en prisión. Sin embargo, según ha explicado el portavoz vaticano, Federico Lombardi, en una rueda de prensa posterior a la sentencia, el cura español puede permanecer en régimen de semilibertad durante los próximos tres días en los que tendrá derecho a apelar la sentencia.
Hasta ahora el sacerdote se encontraba en esta situación, que le permitía caminar libremente por el Vaticano, pero no salir al exterior. Sin embargo, Vallejo permanecía de forma "voluntaria" en una celda vaticana porque allí se encontraba "más seguro" -según sus palabras- ante las amenazas que creía ver en el exterior.
Mientras, la relaciones públicas Francesca Chaouqui, a la que el fiscal vaticano considera junto a Vallejo "motor principal" de una "trama delictiva" para la divulgación de secretos, ha sido condenada a 10 meses de prisión. La corte estima que "no hay elementos suficientes" para comprobar que la acusada filtró documentos, pero sí de su asociación con el prelado español.
El resto de acusados han sido absueltos. El tribunal considera que no hay pruebas de que el secretario de Vallejo, Nicola Maio, participara en la filtración de documentos. Y en cuanto a los periodistas que publicaron la información, Gian Luigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi, el presidente del tribunal, Giuseppe Dalla Torre, ha explicado que se procede a su absolución en virtud de la "libertad de prensa" que reconoce el Vaticano.
Desde que fuera arrestado el pasado noviembre, el religioso español nunca ha negado los hechos. Aunque como ha hecho desde que comenzó el proceso hace siete meses, en su última declaración justificó que lo había hecho sometido a las presiones de la asesora Francesca Chaouqui, que formaba parte junto a Vallejo de la comisión para revisar la estructura económica del Vaticano (Cosea).

El cura se escuda en un supuesto chantaje por haber faltado a su voto de castidad

En su última oportunidad, la sesión final reservada al alegato final de los acusados, el sacerdote del Opus no quiso añadir una palabra más, porque durante todo este tiempo ha construido una trama protagonizada por el sexo, los servicios secretos y la extorsión.

El prelado riojano declaró que le pudo la tentación y llegó a mantener relaciones sexuales con Chaouqui. Después, según su testimonio, ella le amenazó con confesar el pecado que sólo ella sabía si no le entregaba a la prensa una información a la que sólo tenían acceso los miembros de la comisión.

La abogada de Vallejo, Emanuela Bellardini, sugirió que la asesora actuaba desesperada ante el temor a perder su trabajo tras el cierre de la Cosea. Aunque al testimonio del sacerdote le faltó explicar qué conseguiría Chaouqui con su incansable empeño o si finalmente filtró las contraseñas de su correo electrónico para mostrar las supuestas tramas de corrupción vaticana a las que debe hacer frente el Papa.

Lo que sí reiteró el sacerdote llegado desde Astorga fue su convicción de que Chaouqui formaba parte de los servicios secretos italianos. De forma, que el proceso se fue desarrollando como una novelilla rosa por entregas de escasa calidad.

La cómplice que se librará por no vivir en el Vaticano

La coprotagonista del relato, Francesca Chaouqui, que fue rechazando -tanto en la sala de audiencias como en la prensa- el argumento del sacerdote, le añadió a última hora un poco más de dramatismo a la historia. Acompañada de su marido y su hijo nacido hace apenas dos semanas, declaró entre lágrimas durante la última sesión del juicio que ella es una "persona orgullosa, rabiosa" y que su carácter le lleva "a cometer errores".

Negó una vez más haber colaborado con Vallejo -al que le dedicaba en distintos mensajes adjetivos como "gusano" o "maricón"- o haber entregado unos documentos clasificados que aún dice poseer. El tribunal finalmente creyó la última parte de su alegato, pero no la primera. Pese a haber sido condenada a diez meses de cárcel, no se espera que el Vaticano pida una orden de extradición a Italia ni que ella traspase voluntariamente sus muros para ingresar en la cárcel.

La pena de Francesca Chaouqui quedará suspendida si no comete ningún otro delito en los próximos cinco años, ha explicado Lombardi. Aunque la relaciones públicas tendrá que hacer frente, junto al sacerdote español, a las costas del juicio.

Sorprende la absolución del secretario de Vallejo, Nicola Maio, que durante todo el proceso ha mostrado su nerviosismo, y la propia imputación de los periodistas. El tribunal comprobó que existió comunicación entre Nuzzi y Vallejo, aunque finalmente ha reconocido no tener potestad para condenar un acto cometido no en territorio vaticano, sino en Italia.

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