Este lunes y martes se ha celebrado la Cumbre de Refugiados y Migrantes en Nueva York, la primera reunión organizada por la ONU sobre este asunto en sus 71 años de historia. Los 193 Estados ahí presentes han suscrito una declaración para solucionar una crisis que afecta a más de 65 millones de personas.
“Hay que darse cuenta de la importancia de proteger internacionalmente a los refugiados”, ha aclarado la portavoz de Acnur España María Jesús Vega a EL ESPAÑOL, ya que “los derechos de los refugiados y de los migrantes son incontestables”.
A pesar de la difícil reasentamiento y reubicación de los solicitantes de asilo, la crisis de los refugiados puede ser para los países de acogida una oportunidad de crecimiento, si se gestiona adecuadamente. Así lo detalla un informe del Banco Mundial (BM) y Acnur en un análisis acerca de los posibles beneficios de la acogida de solicitantes de asilo:
Los refugiados atraen mercado de sus países de origen
En Turquía, que ocupa el puesto 55 (de 189) en la lista de países con mayor facilidad para hacer negocios, la presencia de más de dos millones y medio de refugiados sirios ha propiciado la instalación de un número creciente de compañías con capital sirio. En 2010 se crearon 30 firmas en suelo turco con accionariado del país vecino, mientras que el año pasado se registraron más de 1.500 sociedades.
La presencia de los refugiados en el país presidido por Recep Tayyip Erdogan “aumenta la mano de obra y beneficia a la población activa turca en términos salariales”, concluye un documento elaborado en 2015 por el Banco Mundial, que analiza el impacto de los refugiados sirios en el mercado laboral turco.
Más dinero para educación
Por otro lado, la llegada de refugiados que no alcanzan la mayoría de edad amplía el trabajo en las aulas y la financiación que reciben, lo que beneficia al conjunto del sistema educativo.
Turquía acogió en 2015 a más de 580.000 menores sirios, de los cuales, aproximadamente, 250.000 acudieron a los colegios y se espera que durante este año se incorporen 138.000 más.
Aunque con ello se incrementen los beneficios en los centros educativos, los índices de incorporación escolar son mayores dentro de los propios campos de refugiados que fuera. Eso no quita que la inclusión de los niños en edad escolar en el sistema educativo formal no sea una ardua tarea.
La vuelta al cole este septiembre para refugiados en Turquía, Líbano o Jordania no es tan sencilla. Mientras en Jordania, Unicef ha conseguido que los menores refugiados puedan acceder a la educación reglada y formal, en Turquía, dan clases en condiciones rudimentarias y sin seguir un currículum escolar reglado, como relataba EL ESPAÑOL recientemente. Más de la mitad de los menores que están bajo el cuidado de la agencia de refugiados de la ONU no acuden a la escuela.
En Siria la guerra ha afectado a la enseñanza de los más pequeños ya que, en 2009, un 94% de los niños asistieron a clases de educación primaria y secundaria mientras que en junio de 2016 se ha registrado únicamente un 60%.
Desarrollo del comercio local
La concentración de miles de solicitantes de asilo en centros alejados de las grandes urbes puede incrementar el comercio local y la mano de obra de las regiones aledañas.
La ciudad de Dadaab (este de Kenia), por ejemplo, ha desarrollado significativamente su economía durante estas dos últimas décadas gracias a la cercanía de los centros de refugiados. Con el creciente comercio local de esta región, han aumentado los precios del terreno urbanizable y también los sueldos, que son un 60% más altos que en el resto del país africano.
Creación de puestos de trabajo
En un país de acogida con una conducta de economía productiva, como ocurre en Turquía, la inclusión de refugiados en el marco laboral supondría una mayor especialización en los lugares de trabajo y, por ello, subirían los ingresos, según el documento realizado por Acnur y el Banco Mundial.
Este supuesto lo vivió la ciudad de Miami en la década de los 80 del siglo pasado, cuando se produjo un fuerte influjo de migrantes cubanos y aumentó la mano de obra en un 7%, sin afectar al régimen salarial y a los niveles de desempleo de los trabajadores estadounidenses menos cualificados.
En una Europa cada día más envejecida, “la inserción de mano de obra joven y cualificada, en algunos casos, puede traer un crecimiento económico”, afirma Pascale Coissard, portavoz de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CCAR), a este medio.
En la misma línea, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, aseguró en abril que los refugiados que llegan a la Unión Europea podrían impulsar el crecimiento económico en un 0,2%.
Con respecto a la sanidad, la llegada de desplazados ha incrementado la demanda de los servicios sanitarios en las naciones de acogida. Concretamente, en Jordania ha aumentado el personal interno en los establecimientos de atención sanitaria. La inversión en sanidad, llevada a cabo por las agencias humanitarias y por los Estados en los campos de refugiados, facilita la accesibilidad de la sanidad a las poblaciones colindantes, explica el informe.
Pese a todo, María Jesús Vega, de Acnur, cree que los refugiados “traen mucha riqueza a nivel personal, profesional y cultural”. “Son personas que tienen interés para contribuir en las sociedades que les acogen”, concluye.