Cada diciembre la prensa reflexiona sobre los acontecimientos de los últimos doce meses y hace un balance del año que concluye. En esta ocasión prácticamente todos los medios coinciden en su veredicto: 2016 ha sido un año nefasto.
The Guardian ha calificado el 2016 como “la madre de todos los años terribles”. The Telegraph ha intentado relativizar “uno de los peores años de la Historia” comparándolo con 1916 –año de la Batalla del Somme– o 1348 –el peor año de la Peste Negra.
Ha sido el año de los atentados de Bruselas, Niza y Berlín; del Zika; de las masacres del Daesh en Irak; y la caída de Alepo. El año en el que los grandes de la cultura mundial parecieron ponerse de acuerdo para morir en semanas sucesivas. El año de sorpresivos reversos electorales, desde el triunfo del brexit en Reino Unido a la elección de Donald Trump al otro lado del charco.
En medio de tanta oscuridad e incertidumbre, un país ha vivido un auténtico –e inesperado– año de las luces. En un año en el que las políticas extremistas y xenófobas han avanzado en el resto del continente europeo, este Estado ha disfrutado de un Gobierno estable que ha destacado por sus esfuerzos en la acogida de refugiados.
Mientras que muchos dudaban de su bienestar económico hace doce meses, este año el mismo país ha conseguido reducir su déficit y alejar el espectro de un segundo rescate. A la vez, ha sido reconocido por significantes avances educativos y en el ámbito de las energías renovables. Y por si no fuera suficiente, este año también ha visto el triunfo de la selección nacional de este país en la Eurocopa.
El Estado afortunado es Portugal. No es que hayan sido 12 meses perfectos –sigue siendo un Estado relativamente pobre que sufre catástrofes nacionales, como los incendios masivos del pasado verano–, pero pocos pueden negar que ha sido una especie de annus mirabilis en el que este pequeño país ha conseguido grandes logros en política nacional e internacional, economía, cultura, ciencia e incluso el deporte.
Estabilidad gubernamental y crecimiento
Al comenzar 2016, muchos auguraron que Portugal pasaría otro año hundido en la crisis que había devastado al país durante el último lustro; nadie descartaba la posibilidad de un segundo rescate antes de llegar el verano. El Gobierno minoritario del socialista António Costa, apoyado en una frágil alianza parlamentaria de los partidos de la izquierda, parecía poco preparado para ejecutar su gran promesa electoral: pasar página a la austeridad.
Pese a todos los pronósticos que daban meses de vida a la coalición de facto de los tradicionalmente enemistados socialistas, comunistas y los marxistas del Bloque de Izquierda, un año más tarde el Ejecutivo Costa no sólo sobrevive, sino que puede presumir de un primer año de gobierno estable, durante el cual ha conseguido implementar su proyecto mientras el resto de Europa ha girado a la dirección opuesta.
Este año los funcionarios públicos y los jubilados lusos han recuperado gran parte de los sueldos y las pensiones que fueron recortados por la Troika. A la vez, las privatizaciones aprobadas por el anterior Ejecutivo conservador de Pedro Passos Coelho han sido canceladas y los transportes públicos han vuelto a ser de dominio público.
Por primera vez Portugal es un modelo a seguir
Sorprendentemente –y contra los pronósticos de muchos economistas–, las políticas implementadas este año en Portugal no han llevado al país a la ruina. Aunque el Estado ha lidiado con el peso muerto de varios bancos en situaciones precarias –entre ellos Banif, Novo Banco y Caixa Geral–, ha conseguido seguir bajando el déficit al ritmo marcado por las autoridades comunitarias, reducir el número de parados y ser la economía que más creció de toda la Eurozona durante el tercer trimestre del año. Todo un milagro para un país que parecía destinado al rescate no hace tanto.
"Por primera vez Portugal es un modelo a seguir", afirma el columnista Daniel Oliveira a EL ESPAÑOL. "Somos el único Estado de la UE en el continente donde no hay ningún fenómeno antisistema. Hemos pasado de ser un país donde reinaba el miedo a ser uno donde la gente vuelve a sentir esperanza de cara al futuro".
"La estabilidad política ha facilitado el bienestar económico, y eso se nota. Quienes emigraron durante la crisis comienzan a volver a casa, han mejorado los índices de confianza de los consumidores. En ese sentido, este año ha supuesto un gran paso adelante para nosotros".
Reconocimiento internacional
Los éxitos de Portugal este año han ido mucho más allá de sus propias fronteras. A nivel comunitario, durante el último año Portugal ha pasado a ser un referente europeo en la acogida de refugiados, pues mientras muchos Estados de la Unión han evitado cumplir con sus obligaciones –entre ellos, España, que sólo ha acogido un 4% de los solicitantes de asilo que prometió recibir este año–, Portugal ha sido reconocido por la Comisión Europea y la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur) por ser uno de los países que más esfuerzo han mostrado en este aspecto.
Supone un antes y después para el mundo, pues demuestra que podemos aspirar a ser cada vez más sostenibles en nuestro consumo energético
En mayo Portugal marcó un nuevo récord mundial al convertirse en el primer país en vivir exclusivamente a base de energía renovable durante cuatro días seguidos.
“No sólo se había asegurado el 100% de la energía consumida en Portugal a base de energías renovables, sino que se había incluso llegado a producir un 20% adicional que fue exportado a España", afirmó António Sá da Costa, presidente de la Asociación Portuguesa de Energías Renovables (APREN). “Supone un antes y después para el mundo, pues demuestra que podemos aspirar a ser cada vez más sostenibles en nuestro consumo energético”.
The Guardian ha incluido el logro en su lista de los doce acontecimientos científicos más importantes del último año.
En octubre el ex primer ministro luso António Guterres fue elegido Secretario General de la ONU por el Consejo de Seguridad del organismo internacional. Durante las últimas décadas el país había marcado perfil como una creciente potencia diplomática, frecuentemente ejerciendo de interlocutor neutro en las negociaciones de paz en Timor Oriental y varias otras excolonias del extinto imperio portugués. Sin embargo, la elección del antiguo Alto Comisionado de las Naciones Unidas supone un nuevo reconocimiento de los lusos en ámbito global y la consolidación definitiva de Portugal como soft-power internacional.
Son buenos resultados, pero queda trabajo por hacer
En el ámbito educativo el país también cierra el año con un sobresaliente: la publicación del Informe PISA –el análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que evalúa el rendimiento de estudiantes de 72 países a partir de exámenes que se realizan cada tres años– en diciembre demuestra que Portugal es el país que más ha mejorado en los últimos 15 años.
“Cuando se celebró la primera edición de esta prueba en 2001 obtuvimos resultados bajísimos; tomamos nota y reforzamos el sistema, movilizando a los profesores de matemáticas, ciencias y lengua portuguesa”, explicó Maria Helena Damião, autoridad en Ciencias Educativas de la Universidad de Coimbra. “Estos resultados nos sitúan por encima de la media de la OCDE en estas tres áreas. Es motivo de celebración, pues implica que hemos mejorado las capacidades de nuestros estudiantes, que están mejor preparados para la resolución de los problemas del día a día”.
“Son buenos resultados, pero queda trabajo por hacer: la educación no es sólo esas tres disciplinas y en futuro también tenemos que fortalecer nuestros horizontes conceptuales, el pensamiento crítico, reforzar las artes y las humanidades tanto como las ciencias pragmáticas”.
Triunfo deportivo
Para muchos portugueses 2016 será un año que siempre recordarán con cariño porque fue el que les dio su gran triunfo nacional: la victoria en la Eurocopa del pasado julio. Liderada por Cristiano Ronaldo, la selección nacional arrebató el triunfo a Francia en París, con el gol marcado por Éder desatando una celebración histórica en Lisboa.
“Difícilmente puede haber sido mejor año para nosotros”, reconoce David Andrade, veterano periodista deportivo del diario Público. “[El entrenador] Fernando Santos consiguió crear un grupo unido, que se unió aún más ante las críticas iniciales al equipo. Llegamos con un jugador fuera de serie –Ronaldo–, pero cuando ganamos ya todos estaban a su altura”.
“Fue una victoria que el país necesitaba. No han sido años fáciles, y en el fútbol hacía mucho que no teníamos un gran referente como Figo o Eusébio. Esto consolida a Ronaldo y a todo el equipo de élite de la selección”.
Fue una victoria que el país necesitaba. No han sido años fáciles
La victoria en la Eurocopa no fue la única cosechada por las selecciones lusas este año. La sub-17 de fútbol se hizo con la copa europea en mayo, derrotando a España en el Campeonato de la UEFA en Azerbaiyán. Un mes más tarde, la selección nacional de hockey también se convertía en campeón europeo al derrotar a Italia en la final. Y en diciembre la selección junior surf se consagraba como campeón europeo en Marruecos.
Este año muchos atletas individuales han destacado. En los Europeos de Atletismo de Ámsterdam del pasado mayo la corredora Sara Moreira se hizo con el oro en la media maratón mientras que Patrícia Mamona obtuvo el oro por el triple salto femenino. El joven tenista João Sousa llegó a los cuartos de final en el Masters 1000 de Madrid, lo que le señala como talento a seguir. Y el surfista Frederico Morais consiguió el segundo puesto en el Vans World Cup en Hawaii, lo que garantiza su posición en el circuito mundial en 2017.
“Este año será recordado no sólo por ser el año milagroso de la Eurocopa, sino el año en el que empezamos a ver el talento que Portugal está formando para el futuro”, afirma Andrade. “Morais puede ser campeón del mundo de surf en un par de años y en fútbol claramente estamos viviendo una época dorada. Podemos esperar mayores triunfos en 2017, pero 2016 será difícilmente superado”.