Asediada por las crisis, atravesada por múltiples fracturas (norte/sur, este/oeste) y en un entorno cada vez más hostil tras la llegada al poder de Donald Trump en Estados Unidos, la Unión Europea se encuentra en una encrucijada y debe elegir urgentemente qué camino quiere seguir. Es el aviso que ha lanzado el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, que ha presentado este miércoles en la Eurocámara un Libro blanco con cinco escenarios alternativos para la UE después del brexit, con el horizonte puesto en el año 2025.
Aunque tiene su opción preferida, Juncker quiere obligar a los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 a que dejen de ser tertulianos de la actualidad europea, culpando de todo a Bruselas, y a que sean ellos los que se posicionen sobre el futuro de la Unión. El momento para lanzar el debate será la cumbre de celebración del 60 aniversario del Tratado de Roma, prevista para el 25 de marzo en la capital italiana. Pero no habrá decisiones hasta diciembre de este año, una vez hayan pasado las elecciones en Holanda, Francia y Alemania.
La principal novedad del documento de Juncker es que por primera vez plantea la hipótesis de dar marcha atrás en el proceso de integración europea y que la Unión retroceda a un simple mercado común, sin competencias en áreas como la inmigración, la seguridad o la defensa. Varios comisarios pidieron también incluir un escenario de "catástrofe" y desintegración total de la UE, pero finalmente se ha descartado porque un Libro blanco sólo debe contemplar las alternativas "positivas", según han explicado fuentes europeas.
Aunque la primera ministra británica, Theresa May, tiene previsto activar la cláusula de divorcio este mes, el documento de Bruselas no habla de cómo se negociará el brexit. "El brexit no puede consumir el capital político de los 27, al menos no a corto plazo. Es algo que deben discutir los técnicos y (el negociador de la Comisión, Michel) Barnier", alegan las fuentes consultadas. Los 27 miembros deben reservar sus fuerzas para diseñar su futuro común, resaltan.
1. Seguir igual
En qué consiste: Es un escenario en el que los 27 mantienen el rumbo actual y se concentran en poner en marcha reformas minimalistas con el fin de lograr resultados concretos en áreas como el crecimiento y el empleo, la lucha contra el terrorismo o la cooperación en defensa. El propio Juncker admite que la toma de decisiones seguirá avanzando muy lentamente por las diferencias de opinión entre los Estados miembros en cuestiones como la crisis de refugiados (que enfrenta al este con el oeste) o la reforma de la eurozona (norte contra sur).
Pros y contras: Esta opción permitiría preservar la unidad de los 27, aunque la cohesión se pondrá de nuevo a prueba en caso de que haya nuevas grandes disputas, según reconoce Bruselas. Mantener la cooperación actual podría traducirse en medidas positivas, pero es difícil que permita superar la brecha entre las expectativas que los ciudadanos depositan en la Unión y los resultados concretos que ésta puede ofrecer.
2. Dar marcha atrás
Qué significa: Si los países miembros son incapaces de superar sus diferencias y no logran acuerdos para hacer más cosas juntos, la solución para el Ejecutivo comunitario sería dar marcha atrás en el proceso de construcción europea. La Unión política dejaría de existir y se convertiría simplemente en un mercado común donde circulen libremente capital y productos, sin competencias en inmigración, seguridad o defensa. Juncker ha dejado claro en la Eurocámara que no le gusta esta opción, pero la incluye porque "hay Gobiernos que lo han propuesto y continúan proponiéndolo". Se refería, sin nombrarlos, a Hungría o Polonia.
Pros y contras: La toma de decisiones a 27 sería más rápida y fácil de entender. Pero la capacidad de actuar colectivamente quedará muy limitada. Las diferencias entre los Estados miembros deberán resolverse de forma bilateral, la cooperación en la eurozona será complicada y el libre movimiento de personas y servicios no estaría plenamente garantizado. Además, los controles en las fronteras interiores se convertirían en algo sistemático.
3. Europa a la carta
Por qué: Es la opción favorita de la canciller alemana, Angela Merkel, y permitiría saltarse el veto de los Gobiernos más euroescépticos como los de Varsovia o Budapest. Se formaría un núcleo duro de países que quieren avanzar más rápido en cuestiones como defensa, seguridad y justicia o fiscalidad y asuntos sociales. En esta Europa a múltiples velocidades, los más rezagados tendrían la posibilidad de volver al grupo de cabeza si lo desean. Es una alternativa que ya existe en áreas como el euro o el espacio sin fronteras Schengen.
Pros y contras: La unidad de la UE a 27 quedaría preservada y al mismo tiempo los países que quieren avanzar más rápido podrían hacerlo. La brecha entre expectativas y resultados se reduciría en estos Estados miembros de vanguardia. Pero al mismo tiempo se plantean problemas sobre la transparencia y la rendición de cuentas de los diferentes niveles de toma de decisiones. Y los derechos de los ciudadanos garantizados por las normas de la UE variarán dependiendo de dónde viva la gente.
4. Hacer menos pero de forma más eficaz
Qué significa: Es otro escenario de marcha atrás en la integración. Si hubiera consenso sobre la necesidad de abordar determinadas prioridades juntos, la UE podría decidir centrar su atención y sus recursos limitados en un número reducido de áreas, como la innovación, el comercio, la seguridad, la inmigración, las fronteras y la defensa. El resto de políticas se devolverían a los Gobiernos nacionales, en particular el desarrollo regional, la salud pública o la política social y de empleo.
Pros y contras: Una división clara de responsabilidades ayudaría a los ciudadanos europeos a entender mejor qué cuestiones son competencia de la UE, de los Estados o de las regiones. Y un foco claro de recursos y atención en un número limitado de políticas ayudaría a la UE a reaccionar más rápidamente. Pero será muy difícil que los 27 se pongan de acuerdo en cuáles son las áreas a las que deben dar prioridad.
5. Estados Unidos de Europa
En qué consiste: Es la opción favorita de Juncker, un federalista declarado que ha dedicado gran parte de su vida a la construcción europea. Al mismo tiempo, es el escenario más alejado de las preferencias de los líderes y las opiniones públicas de la mayoría de Estados miembros. En este escenario, las capitales deciden ceder más soberanía, recursos y poder de decisión a Bruselas. Probablemente exigiría una trabajosa reforma de los Tratados para crear instituciones como un Tesoro europeo o los eurobonos.
Pros y contras: Si hay consenso, las decisiones a nivel de la UE serían mucho más rápidas y abundantes. Y los ciudadanos tendrían más derechos derivados directamente del derecho comunitario. Pero gran parte de la sociedad europea cree que Bruselas carece de legitimidad y ya ha arrebatado demasiado poder a las autoridades nacionales.
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