Si en algo coinciden Bruselas y Londres es en su deseo de que las negociaciones de divorcio sean civilizadas. "Debemos interactuar de forma constructiva y respetuosa, en un espíritu de cooperación sincera", ha escrito la primera ministra británica, Theresa May, en su carta para activar el artículo 50 del Tratado, que desencadena una cuenta atrás irreversible de dos años para el brexit. "Enfocaremos estas conversaciones de forma constructiva y con el objetivo de lograr un acuerdo", le han respondido los líderes de los 27 en una declaración conjunta. Las dos partes aspiran a ser buenos vecinos tras la separación. Todo el mundo pierde si no se alcanza un compromiso.
Pero en realidad, las negociaciones del brexit serán muy difíciles y complejas y las posibilidades de una salida desordenada de Reino Unido, sin pacto con la UE, son altas. De hecho, las dos partes ni siquiera están de acuerdo en los temas y los plazos de las conversaciones y ya empiezan a intercambiar amenazas.
¿Se mantendrán los 27 juntos?
Es quizá la clave más importante. A Londres le interesa dinamitar la unidad entre los 27 para salir ganando en las negociaciones. Incluso antes de activar el divorcio, ya ha empezado a maniobrar para crear fracturas, por ejemplo presentado a España y Polonia como sus aliados más próximos. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, se mostraba recientemente muy pesimista: "Los británicos lograrán sin mucho esfuerzo dividir a los otros 27", dijo en una entrevista.
De momento, en su respuesta a la carta de May, los líderes de los 27 han exhibido un frente común sin fisuras. "En estas negociaciones, la Unión actuará al unísono y preservará sus intereses", afirman. Para el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, "paradójicamente hay algo positivo en el brexit: ha hecho que los 27 estemos más determinados y unidos que antes". La prioridad declarada de la UE en las negociaciones es inequívoca: "minimizar los costes para los ciudadanos, las empresas y los Estados miembros de la UE". Queda por ver si esta unidad podrá mantenerse durante dos años.
Bruselas y Londres discrepan sobre el orden
Pese a los seis meses de preparativos, la UE y Reino Unido ni siquiera están de acuerdo en los temas de negociación. En varios pasajes de su carta de seis folios, la primera ministra May insiste en que su objetivo principal es cerrar con los 27 "un acuerdo de libre comercio audaz y ambicioso entre Reino Unido y la Unión Europea". "Es necesario pactar los términos de nuestra relación futura al mismo tiempo que los de nuestra retirada de la UE", sostiene May. Y ello debe hacerse en los dos años previstos en artículo 50 del Tratado.
Pero los 27 rechazan esta pretensión del Gobierno británico. "Las negociaciones deben aclarar primero cómo separamos nuestros estrechos vínculos y sólo cuando esta cuestión se resuelva podremos empezar a hablar de nuestra relación futura", ha dicho este miércoles la canciller alemana, Angela Merkel. La Eurocámara va más allá y detalla incluso el plazo extra mínimo necesario para cerrar un acuerdo de libre comercio: primero, dos años para negociar los términos del divorcio y después otros tres años de periodo transitorio para decidir sobre la relación futura.
La factura del brexit, gran escollo
Bruselas y Londres sí coinciden en dos de los tres elementos principales del pacto de divorcio. Sobre todo, en garantizar el derecho a quedarse de los europeos que viven en Reino Unido y los británicos que residen en el continente. Será lo primero que se aborde en las conversaciones, aunque ninguna de las dos partes ha concretado cómo hacerlo. Tampoco está clara la fecha de corte, el momento a partir del cual Londres pone fin a la libre circulación de personas. La otra pieza en la que hay acuerdo es en mantener una "frontera blanda" entre Irlanda y Reino Unido con el fin de no poner en riesgo los acuerdos de paz del Viernes Santo en el Ulster. De nuevo, faltan los detalles.
Pero el gran escollo ya desde el principio es la factura de 60.000 millones de euros que Bruselas prepara a Londres por el brexit. Los europeos insisten en que no se trata de ningún castigo o sanción, sino de que Reino Unido salde sus deudas con el club, los compromisos financieros que ya ha asumido, antes de marcharse. Pero May ni siquiera menciona esta cuestión en la carta. "Tengo que dejar muy claro que no reconocemos algunas de las cifras muy altas que se han dejado caer en Bruselas", ha dicho este miércoles su ministro de Finanzas, Philip Hammond. A su juicio, esta cantidad es sólo un "muy agresivo" punto de partida para la negociación.
¿Recurre May al chantaje?
Hay un párrafo de la carta de divorcio de May que ha sentado especialmente mal en Bruselas. "En cuestión de seguridad, un fracaso a la hora de llegar a un acuerdo (sobre el brexit) significaría que nuestra cooperación en la lucha contra la delincuencia y el terrorismo se vería debilitada", escribe la primera ministra británica. Los europeos lo han interpretado como una amenaza, un chantaje de Londres para que se acepten sus postulados de negociación, ya que ven imprescindible la cooperación con Reino Unido en estas políticas incluso después de que salga de la UE.
La seguridad es "demasiado importante como para convertirse en una baza de negociación", ha protestado el portavoz de la Eurocámara para el brexit, el liberal belga Guy Verhofstadt. "Nunca aceptaremos que haya un intercambio entre una cosa y otra, que nos digan que pueden hacer un buen acuerdo en materia de seguridad, tanto interior como exterior, sólo si nosotros les damos el pacto comercial y económico que ellos quieren", ha avisado Verhofstadt.
El Parlamento Europeo, el más duro
Aunque de momento nadie entre los 27 rompe filas, las primeras horas del brexit ya han permitido observar diferencias de énfasis. Frente a la tradicional cautela de Merkel, el presidente francés, François Hollande, exhibe un perfil más contundente. El brexit será "económicamente doloroso" para Reino Unido y es un proceso "irreversible" que no debe prolongarse más allá de los dos años previstos en la cláusula de divorcio.
Pero quien de verdad está dispuesto a ejercer el papel de 'poli malo' es sin duda la Eurocámara, que no tiene silla en las negociaciones con Londres pero sí debe ratificar el acuerdo final de separación. El Parlamento ha presentado este miércoles una resolución con sus líneas rojas para el diálogo que se aprobará en pleno la semana que viene. Y está llena de avisos a los británicos: deben respetar los derechos de los ciudadanos hasta el último día, no pueden negociar acuerdos comerciales con terceros antes de irse y no se les permitirá elegir a la carta en el mercado único.
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