"Yo aspiro a presidir". Una ambición que Emmanuel Macron (Amiens, 1977) gritaba a los cuatro vientos el pasado 28 de marzo, a tan sólo 25 días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia.
El exministro de Economía y fundador del movimiento En Marche! (¡En Marcha!), "no estaba predestinado", como él mismo explica en su ensayo Révolution, a ocupar las funciones de "ministro de Economía", ni a convertirse en el líder de "un compromiso político" al que ha dado forma y, sobretodo, al que literalmente encarna.
Sin embargo, quien hasta hace tan sólo tres años era casi un completo desconocido para el gran público, se ha convertido en uno de los principales aspirantes a la jefatura de Estado.
Este domingo Macron se ha convertido en el presidente más joven de Francia con cerca del 64% de los votos por delante de la ultranacionalista Marine Le Pen.
Y es que Macron siempre creyó en su buena estrella. El fundador de En Marche! ha convertido la carrera hacia el Palacio del Elíseo en un reto personal donde no hay lugar para "el conformismo". Un principio que ha marcado su carrera profesional y su vida personal.
Nacido en el seno de una familia de médicos, Emmanuel Macron optó "por una aventura propia" guiada por "la realización de su talento" que terminó desembocando en "una convicción": su "compromiso político".
Tras suspender en dos ocasiones el concurso de entrada al École Normale Supérieure, Macron realizó sus estudios de Filosofía en la Universidad de Nanterre, continuando su formación en el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po).
Sin embargo, será en el École National d'Administration (ENA), incubadora de los altos funcionarios franceses, donde Macron descubrirá "un nuevo continente": "la inspección de finanzas".
Un descubrimiento que llevó al ya presidente electo a pasar a formar parte de la Inspección General de Finanzas, su primer cargo en la administración pública. Un puesto que dejará para pasar al sector privado en 2008, en el seno de la banca Rothschild, donde lideró la opa de Nestlé-Pfider, una operación que le hizo millonario.
Sus cuatro años como banquero le valen hoy las críticas, sin embargo, Macron asegura "no lamentar nada" de su pasado.
En el Gobierno de Hollande
Será en 2012 cuando, "por convicción", el tecnócrata asumió su primera función política como secretario nacional adjunto bajo el mandato de François Hollande, ocupándose de cuestiones económicas y de la gestión de la eurozona. Dos años más tarde, Macron se convertiría en ministro de Economía e Industria, en un Ejecutivo liderado por Manuel Valls.
En agosto de 2016, dimitió de su cargo para fundar su propio movimiento político, En Marche!, una marca registrada como Asociación para la renovación de la vida política, un movimiento "ni de izquierdas, ni de derechas", en palabras de su fundador.
Pro-bussines y liberal en el plano económico. A la izquierda en lo que concierne a los temas sociales. Un político "de izquierdas" abierto a las ideas de la derecha, como suele afirmar el candidato.
Emmanuel Macron "cultiva la imagen de 'renovación' y de 'alternancia'", explica Mathieu Magnaudeix, periodista político encargado de cubrir la campaña del candidato para el diario Mediapart. El líder de En Marche! promete "la renovación democrática" o "la revolución", asegurando que, si gana estas elecciones presidenciales, no se convertirá en "un presidente de la IV República", sino que aspira a "cambiar los modos de uso y los rostros" del escenario político.
Promesas que van acompañadas de medidas concretas: la revalorización del parlamento, la reducción del número de parlamentarios, la prohibición de la acumulación de mandatos o impedir a los diputados condenados acceder a sus cargos.
Macron dice querer "una presidencia de tipo De Gaulle y Mitterrand", cuyo jefe de Estado demostraría su "capacidad de aprender" y apostaría por "una dirección enraizada en la Historia del pueblo francés", explicaba a la revista Challenges el pasado mes de octubre.
Apuntando, además, que un presidente "normal", haciendo referencia al impopular François Hollande, "desestabilizaría a los franceses".
Juana de Arco, su inspiración
Las figuras de Charles De Gaulle y de François Mitterrand aparecen con frecuencia en su discurso, pero no son las únicas. "Juana de Arco no era nadie pero llevó sobre sus hombros el deseo de progreso y de justicia para todo un pueblo. Ella encarnaba un sueño loco, pero se impone como una evidencia", aseguraba el entonces ministro de Economía, en mayo de 2016, en un homenaje a la heroína celebrado en Orléans.
Es uno de los ídolos históricos del candidato de 39 años. Quizá por eso, influenciado por estas figuras, Macron promete acabar con el viejo sistema político construyendo una relación directa con los ciudadanos.
Para el elegido por los franceses, "la política es algo místico" y su "poder carismático", explicaba el 12 de febrero en una entrevista en el semanario Le journal du dimanche, reivindicando también que su compromiso tiene "una dimensión cristiana" que "no reniega".
Más allá de lo "místico", Emmanuel Macron echa en falta "la figura del rey". A su parecer, el pueblo francés no quería la muerte de Luis XVI, guillotinado en 1793. Este periodo de "terror dejó un vacío emocional, imaginario, colectivo: el rey ya no está -relataba en julio de 2015 en Le 1-. Después, hemos intentado cubrir ese vacío, colocando a otras figuras, como sucedió en la época napoleónica y gaullista, especialmente. El resto del tiempo, la democracia francesa no ha conseguido copar ese vacío (…) Tras la salida del general De Gaulle, la normalización de la figura presidencial ha vuelto a colocar un sillón vacío en el centro de la vida política. Sin embargo, lo que se espera del presidente de la República es que ocupe esta función".
Reforma total de la vieja política
Así, Macron, que se ha convertido en el presidente más joven de la historia de Francia, construye su estrategia en torno a la "reforma total" de los partidos tradicionales y a la encarnación de un jefe de Estado "reconciliador" y "unificador".
Sin embargo, por mucho que Macron trate de desligarse del sistema político establecido, no cabe olvidar su papel como ministro de Economía, su cercanía a Manuel Valls o a François Hollande.
Ni los apoyos de sus antiguos compañeros de filas como Jean-Yves Le Drien, exministro de Defensa, o Manuel Valls, exprimer ministro, que ha dejado de lado al candidato del Partido Socialista (PS), Benoît Hamon, para apoyar la candidatura del joven Macron. Apoyos que le pueden pasar factura poniendo en entredicho su promesa de "renovación".
Pero no todo son alabanzas, "el candidato del capitalismo financiero" también recibe críticas desde el seno del PS. "No es suficiente, en política, prometer o decir. Hay que cumplir con su palabra. La política no puede reducirse a un ejercicio de seducción pura, ni a presentarse en las portadas de las revistas, ni a un discurso sin proyecto", criticaba Bernard Cazeneuve, actual primer ministro de Hollande.
La exministra de Justicia, Christiane Taubira, tampoco ve con bueno ojos el proyecto de su excompañero en el Ejecutivo, acusándolo de "transformar un programa en evento y confundir un proyecto con una biopic".
Y es que, Emmanuel Macron siempre convirtió su candidatura en la demostración de un ascenso basado en la "meritocracia", tratando de desligarse de un poder enraizado en la reproducción de las élites, las mismas élites con las que se codeó durante su paso por el Ejecutivo. Una estrategia que ha conseguido convertir a su persona en una especie de tótem capaz de reunir en un tiempo récord a un electorado que le ha elevado al Palacio del Elíseo.
Acusado por su principal contrincante, Marine Le Pen, de ser "el candidato de la mundialización y del ultra-liberalismo" para quien "el poder del dinero y su relación mediática toman partido", Macron se defiende tratando de desligarse de la "oligarquía" recordando en su ensayo Révolution, que "la historia de su familia es la de una ascensión republicana en la provincia francesa".
Con su agenda liberal, mezclada con dosis de "proteccionismo", "eficacia", "pragmatismo" y "evaluación", promete "recuperar el espíritu de conquista francés en un momento en el que algunos -en referencia a Fillon y a Le Pen- hablan de una guerra civil y lo único que quieren ofrecer a nuestros conciudadanos es un espectáculo de pesimismo".
Máximo defensor de la Unión Europea, en oposición a Jean-Luc Mélenchon o a Marine Le Pen, Macron propone un programa económico liberal que respete los tratados europeos. Promete un "gran plan de inversión" de 50.000 millones de euros a lo largo de su hipotético quinquenio como presidente, para financiar la revolución ecológica, digital o la modernización de los servicios públicos; la supresión del "impuesto de habitación para el 80% de los franceses"; o la reforma del sistema de pensiones en el que "cada euro cotizado dará el derecho a recibir la misma cantidad durante la jubilación".
Su reforma de la vida política también cuenta con un programa concreto: "la gran ley de moralización de la vida pública", que prevé la limitación de los conflictos de intereses o la prohibición de los empleos familiares de ministros y diputados.
No al socialismo
Emmanuel Macron, el candidato de "izquierdas" pero "no socialista", como se proclama, creó su propio movimiento, En Marche!, "para intentar superar las divisiones políticas (…) para ir más lejos en la necesaria reforma del país, para recuperar el hilo de nuestra Historia y la dinámica del progreso, para que nuestros hijos vivan mejor que nuestros padres".
Un movimiento sin una ideología concreta que le ha permitido situarse entre los favoritos en esta histórica carrera presidencial.
Haciendo prueba de su "inconformismo", latente a lo largo de su vida, lo ejemplificó hasta en su matrimonio con quien fuera su profesora de teatro en el instituto, 24 años mayor que él, y a quien prometió que un día volvería para casarse con ella-...
Emmanuel Macron no se ha conformado con ser "un pequeño candidato" ni tampoco con la idea de permanecer en la sombra del PS. El exministro de Economía consiguió situarse entre los favoritos para pasar la primera prueba de fuego.
Macron ha erigido una potente candidatura en un tiempo récord, sin acceso a las ayudas públicas para financiar su campaña, consiguiendo reunir 8 millones de euros gracias al apoyo de más de 30.000 donadores.
En definitiva, Macron se ha convertido en la sorpresa de estas elecciones, el éxito de una ideología que navega entre la izquierda y la derecha, entre la crítica y la adoración, entre un pasado que le ha forjado como político y un futuro que promete "revolucionar" desde el Palacio del Elíseo.