La policía francesa ha expulsado en la madrugada del viernes a más de 2.000 refugiados que se encontraban alojados en campos ilegales al norte de París, en el área de Porte de La Chapelle. Algunos de los acogidos, incluso, han estado viviendo durante semanas en las calles y aceras de la capital gala, según ha informado la policía estatal y la policía de la región Ile-de-France.
En un comunicado conjunto, sendos cuerpos de seguridad han informado de que para la operación se han movilizado aproximadamente 350 agentes y un centenar de funcionarios del Estado. La intervención ha comenzado a las 5 de la mañana con la llegada de decenas de policías y furgonetas blancas.
"Estos campos ilegales representan un riesgo para la seguridad y la salud pública tanto para los ocupantes como para los residentes locales", ha señalado la oficina del prefecto de la policía de París en el comunicado. El pasado mes de mayo ya se produjo otro desalojo.
En el desalojo ha intervenido la Oficina Francesa de Inmigración e Integración (OFII), la alcaldía de París y las asociaciones Francia tierra de asilo y Emaús. Muchos de los refugiados provienen del este de África y de Oriente Próximo, de países tan lejanos como Sudán, Eritrea y Afganistán. Según los datos que maneja el Gobierno, cada día llegaban centenares a la zona de Porte de La Chapelle.
Drama en el corazón de Europa
Los migrantes han sido escoltados en autobuses para ser trasladados a alojamientos temporales, como pabellones polideportivos, situados en otros barrios de París y en las áreas que rodean la capital. Los medios locales han denunciado reiteradamente las condiciones deplorables de higiene en la que vivían los afectados.
El ministro del Interior, Gerard Collomb, anunció a principios de esta semana que la situación se estaba descontrolando debido a las más de 400 llegadas semanales en los últimos tiempos. "Siempre es el mismo problema", ha declarado al ministro, según recoge la agencia Reuters. "En primer lugar, dices 'voy a abrir un centro para 500 personas' y lo siguiente que sabes es que tienes 3.000 o 4.000 personas y te queda por resolver el problema".
A raíz de este problema, el presidente de la República, Emmanuel Macron, ha pedido que se elabore un plan para acelerar el trámite de las solicitudes de asilo con el fin de decidir en un plazo de seis meses a quién se le concederá protección internacional y quién será devuelto.
Las autoridades francesas también han explicado que la situación al norte de París no es única. En la villa costera de Calais el problema es idéntico. La llegada masiva de refugiados que esperan cruzar a Gran Bretaña ha provocado que muchos de ellos no puedan ser alojados en los destacamentos homologados, viéndose obligados a dormir en las calles.