En el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, hay violencia mortal, hacinamiento, malas condiciones sanitarias y una organización benéfica afirma que niños de 10 años intentan suicidarse. El programa social para menores Victoria Derbyshire ha tenido acceso a las instalaciones, que según Médicos Sin Fronteras (MSF) alberga a 8.000 refugiados a pesar de que su capacidad es de 3.000.
Los médicos han asegurado que tienen que tratar con frecuencia a niños con la piel deteriorada, por las condiciones de higiene; con enfermedades respiratorias, por estar expuestos a los gases lacrimógenos que la Policía lanza en las distintas peleas; y con niños que intentan suicidarse, por el sufrimiento que les causa ver constantemente escenas de violencia. "Es algo que vemos con frecuencia", según la coordinadora de MSF en Lesbos, Luca Fontana, que ha lamentado que los intentos de trasladar a los menores a otros centros han fracasado. Fontana, que ha trabajado con refugiados en todo el mundo, dijo a la BBC que la situación en el campo de Moria es lo peor que ha visto en su vida.
"Siempre estamos listos para escapar, las 24 horas del día tenemos a nuestros niños listos", dijo Sara Khan, una refugiada de Afganistán. Sara explicó a la cadena británica que su familia pasa todo el día haciendo cola para buscar comida en el campamento y toda la noche lista para correr, por el temor que les causan las peleas que se dan constantemente, en gran parte por las rivalidades que ocasiona el sectarismo entre los suníes, chias, kurdos, árabes y afganos.
Las condiciones son tan espantosas que las organizaciones benéficas se marcharon por unos días como señal de protesta, pero tuvieron que instalar centros de cuidado fuera porque las condiciones siguen empeorando. El lugar huele a aguas residuales sin procesar, y la repartición de inodoros es de uno por cada 70 personas, de acuerdo con MSF. Algunos refugiados tienen que vivir en tiendas de campaña, que albergan a más de 15 personas.
"En Moria hay tan solo dos enfermerías y ni siquiera disponen de agua corriente", ha detallado el presidente del sindicato de personal sanitario y administrativo de los hospitales públicos griegos (Poedin), Mijalis Yannakós, que destaca que "las tiendas de campaña están amontonadas, sin espacio entre ellas y sin acceso a canalizaciones de desagüe", lo que hace imposible controlar los centenares de casos de hepatitis y sida". Con solo dos médicos para atender a 8.000 personas, apenas se pueden resolver las urgencias.
George Matthaiou, un representante gubernamental griego aceptó que las condiciones son terribles, pero culpa a Europa en vez de a su gobierno: "Quiero ayudar pero no hay nada que yo pueda hacer porque la Unión Europea cerró sus fronteras". El campo de Moria, que abrió sus puertas en el 2015, fue diseñado para ser un punto de tránsito, pero hay refugiados que ya llevan más de un año viviendo en sus instalaciones. Grecia justifica el hacinamiento al referirse a la política de contención de la UE que busca devolver miles de refugiados a Turquía.