El cambio de hora podría tener los días contados en la UE. Cada año, los Estados miembros están obligados por la legislación comunitaria a adelantar una hora los relojes el último domingo de marzo y retrasarla de nuevo el último domingo de octubre. El horario de invierno volverá el próximo 28 de octubre: cuando sean las tres de la madrugada, las varillas se atrasarán hasta las dos. Una práctica cuyo objetivo es maximizar las horas de luz natural y ahorrar energía. Pero ahora los ciudadanos europeos piden masivamente a Bruselas abolir definitivamente el cambio de hora. Y todo apunta a que la Comisión Europea atenderá en breve esta demanda popular.
En concreto, más del 80% de los participantes de la consulta pública en internet organizada este verano por el Ejecutivo comunitario reclaman acabar con el cambio de hora, según ha adelantado el diario alemán Westfalen Post. Bruselas ha recibido 4,6 millones de respuestas, la cifra más alta registrada nunca en este tipo de encuestas. La web de la encuesta estuvo colapsada durante varios días debido al elevado tráfico. La consulta, que estuvo abierta entre el 4 de julio y el 16 de agosto, ha sido "de una escala masiva y sin precedentes", según ha admitido este miércoles el portavoz de la Comisión, Margaritis Schinas.
El portavoz ha eludido confirmar los datos filtrados por la prensa alemana. Eso sí, ha anunciado que la comisaria de Transportes, la eslovena Violeta Bulc, que es la que lleva este expediente, presentará los resultados en la primera reunión del curso del colegio de comisarios que se celebra este jueves. Señal inequívoca de la importancia política y la prioridad que el equipo de Jean-Claude Juncker da a esta demanda masiva. Hasta ahora, en las consultas públicas de Bruselas nunca habían participado más de 500.000 personas.
El informe con los resultados finales de la consulta se publicará en los próximos días. Las cifras se presentarán de forma desagregada: por paíse, por grupos de afectados, por área de actividad, etc. Dos tercios de los participantes son alemanes, según el Westfalen Post. No obstante, Schinas ha resaltado que eso no cuestiona su representatividad porque en la encuesta han participado "ciudadanos de todos los países de la UE".
La elección del huso horario, competencia nacional
La Comisión ha querido dejar claro que no hay un automatismo directo entre los resultados de la consulta y la propuesta legislativa que presente en las próximas semanas. "Una consulta no es un referéndum, es un elemento que tendremos en cuenta cuando hagamos nuestras recomendaciones políticas, que vendrán más tarde", ha subrayado su portavoz. Antes de decidir, el Ejecutivo de Juncker volverá a pedir la opinión de la Eurocámara, de los Gobiernos y de todos los grupos afectados.
El Parlamento Europeo ya aprobó una resolución en febrero en la que avisaba de que el cambio de hora podría tener "efectos negativos en la salud humana". Los eurodiputados reclamaron entonces a Bruselas que realizara una "evaluación exhaustiva" de la directiva sobre el horario de verano y que "en caso necesario, presente una propuesta para su revisión". Países como Finlandia y Lituania han pedido también a la Comisión abolir el cambio de hora. Y el Ejecutivo comunitario recibe regularmente quejas de particulares por el cambio horario y sus efectos sobre la salud, en particular por la alteración del sueño.
Dos son los escenarios que manejaba Bruselas antes de la consulta: preservar el cambio de hora el último domingo de marzo y el último de octubre, o bien abolirlo definitivamente en todos los Estados miembros. Todo apunta a que tras los resultados se decantará por la segunda opción. En ese caso, cada país deberá decidir si se queda de forma permanente en el horario de verano o en el de invierno. La elección del huso horario es una competencia nacional. La prioridad para la Comisión es que todos los Gobiernos actúen de forma coordinada para no poner en riesgo el mercado interior.
Un ahorro energético marginal
La mayoría de los Estados miembros tienen una larga tradición de cambio de hora, que en algunos casos se remonta hasta la Primera y Segunda Guerras Mundiales y en otros a la crisis del petróleo de los años 70. En origen, su objetivo principal era ahorrar energía. No obstante, había también otras motivaciones como la seguridad vial, el aumento de las oportunidades de ocio durante la tarde o simplemente alinearse con los horarios de los países vecinos.
La UE aprobó su primera directiva sobre el cambio de hora en los años ochenta. La norma vigente obliga a los Estados miembros a cambiar al horario de verano el último domingo de marzo y volver al de invierno el último domingo de octubre. El objetivo de la legislación era unificar las prácticas de los diferentes países, que estaban alejándose, lo que ponía en riesgo el mercado único.
Según los últimos estudios que maneja la UE, el ahorro energético que se consigue con el cambio de hora es "marginal", entre el 0,5% y el 2,5% del total del consumo dependiendo del país. En cambio, los efectos sobre la salud y los biorritmos humanos "podrían ser más graves de lo que se pensaba previamente". Al mismo tiempo, el horario de verano tiene un impacto positivo ligado al mayor número de actividades al aire libre que permite.
"Las pruebas sobre el impacto global en la salud (es decir, el equilibrio entre los efectos positivos y negativos", sigue siendo poco concluyente, asegura la Comisión.