Primero, los líderes de la UE se comprometieron a reparar los defectos estructurales de la eurozona, que a punto estuvieron de destruirla durante la Gran Recesión, como muy tarde en junio de 2018. Después, retrasaron la toma de decisiones hasta diciembre de 2018 ante la imposibilidad de alcanzar ningún acuerdo de entidad. En diciembre volvieron a dar otra patada hacia adelante hasta junio de 2019. Otros seis meses y una jornada maratoniana de 15 horas de negociaciones hasta la madruga tampoco han servido para resolver las diferencias irreconciliables entre norte y sur.
El Eurogrupo ha vuelto a fracasar este viernes en su enésimo intento de reforzar la eurozona frente a futuras crisis. Lo más preocupante de la incapacidad de los ministros de Finanzas de adoptar las medidas necesarias es que la próxima tormenta está cada vez más cerca debido a la incertidumbre política provocada por las guerras comerciales de Donald Trump o el brexit. "Si no tomamos decisiones, en algún momento esto puede contribuir a la incertidumbre política y tenemos que evitarlo", ha reconocido el presidente del Eurogrupo, el socialista portugués Mário Centeno, al término de la reunión.
"Se necesita más trabajo, pero hoy hemos dado una serie de pequeños pasos que combinados resultan en progresos reales", ha alegado Centeno para justificar este nuevo fracaso. El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, ha preferido ver el vaso medio lleno. "Es el mejor compromiso que podía lograrse en el estado actual de Europa", ha resaltado.
Las discusiones en el Eurogrupo se han centrado en la creación de un presupuesto para la eurozona. España y Francia sostienen que se trata de un instrumento imprescindible para auxiliar a los países que sufren una crisis asimétrica -que no afecta al resto- y que al estar en el euro no pueden recurrir a devaluaciones o a una política monetaria nacional. Una ayuda que se concretaría, por ejemplo, en sostener el nivel de inversión pública o en pagar el seguro de paro.
Sin acuerdo sobre el presupuesto para la eurozona
En contraste, Holanda y los países nórdicos (la denominada Liga Hanseática) no ven ninguna necesidad de un presupuesto para la eurozona: la única receta para ellos es la disciplina fiscal y las reformas a nivel nacional. Si al final se crea este presupuesto, debe ser minimalista y cualquier desembolso debe condicionarse a la puesta en marcha de reformas estructurales por parte de los beneficiarios. En ningún caso debe tener una función contracíclica o estabilizadora como piden Madrid y París.
La maratón de 15 horas de negociaciones no ha servido para resolver estas diferencias irreconciliables. "Por lo que respecta al presupuesto de la zona euro, es un asunto muy complejo en el que las posiciones de los Estados miembros están muy apartadas y creo que es positivo que nos hayamos comprometido a seguir trabajando, que hayamos dejado abiertas las distintas opciones y sobre todo que no se haya llegado a acuerdos contrarios a la posición que ha venido defendiendo España", ha explicado la ministra de Economía, Nadia Calviño.
En el comunicado final del Eurogrupo, se dice que el futuro presupuesto de la eurozona debe servir para apoyar las reformas estructurales y la inversión pública. Pero no se aclara si tendrá también una función de estabilización. Los ministros insisten que el acceso al dinero estará sujeto a condiciones, aunque Calviño ha asegurado que no se trata de exigencias adicionales sino de los requisitos ya previstos en las normas fiscales de la UE.
El Eurogrupo tampoco ha llegado a ningún tipo de acuerdo sobre la talla del presupuesto ni sobre cómo se financiará. Holanda y la Liga Hanseática quieren que el dinero venga únicamente de las perspectivas financieras de la UE, lo que limitaría la dotación a 17.000 millones de euros para siete años. Una cantidad insuficiente incluso para auxiliar a un país pequeño. España y Francia piden completar esta cantidad con aportaciones nacionales. "Cuando hablamos de un presupuesto, el tamaño importa y será decidido por los líderes más tarde este año", ha dicho Centeno.
Para Moscovici, el principio de acuerdo es "la mejor zona de aterrizaje posible" teniendo en cuenta lo alejados que estaban los dos bandos. "No debemos olvidar que algunos ministros y países estaban absolutamente en contra del presupuesto para la eurozona", ha explicado. "¿Es un gran paso o un paso pequeño? Yo diría que hemos abierto la puerta y ahora veremos qué ocurre?", asegura el comisario francés.
El sistema de garantía de depósitos, bloqueado
"Estoy convencida de que un día habrá un presupuesto para la zona euro. Es imprescindible tener un instrumento fiscal que complemente la pata de la unión monetaria y que verdaderamente garantice una unión económica y monetaria estable y sólida de cara al futuro", asegura Calviño. Los jefes de Estado y de Gobierno volverán a discutir sobre esta cuestión en la cumbre que celebran el 21 de junio en Bruselas.
En lo que no ha habido absolutamente ningún avance en los últimos 6 meses es en la creación de un sistema europeo de garantía de depósitos, el tercer pilar de la unión bancaria. El objetivo de esta medida es lograr que los ahorros de los europeos tengan el mismo nivel de protección en cualquier Estado miembro, y evitar así fugas de depósitos como las que se produjeron en España o Grecia durante la crisis financiera. En diciembre, los líderes europeos crearon un grupo de expertos para tratar de desbloquear la negociación, pero tampoco eso ha funcionado.
"Estoy muy decepcionado por el hecho de que no hayamos logrado más progresos para establecer el tercer pilar de la unión bancaria, el sistema de garantía de depósitos. Es crucial que los progresos en este frente se aceleren decisivamente durante la segunda mitad del año", ha reclamado Moscovici. En este caso, el veto viene de Alemania, que ha aceptado el principio de un presupuesto para la eurozona, pero no quiere pagar la factura de los bancos italianos.
El único resultado concreto del Eurogrupo ha sido un compromiso para traducir en texto legal el acuerdo que se alcanzó en diciembre del año pasado con el objetivo de reforzar el fondo de rescate de la UE (MEDE). Lo que parecía una simple formalidad ha costado seis meses por las diferentes interpretaciones de los países miembros.
Por un lado, se facilita el acceso a líneas de crédito preventivas a los países afectados por turbulencias financieras para tratar de evitar un rescate completo. Por otro, el MEDE prestará dinero al fondo de resolución bancaria (hasta 55.000 millones de euros) si se queda sin dinero por culpa de una crisis sistémica como la de 2008.
Noticias relacionadas
- Bruselas avisa: la eurozona no ha reparado sus goteras y la próxima tormenta se acerca
- Por qué el pacto entre Merkel y Macron no resuelve los problemas de la eurozona
- Vuelva usted en diciembre: los líderes de la UE aplazan otra vez la reforma del euro
- El Eurogrupo se conforma con parches para reparar los defectos estructurales del euro