Jacques Chirac en una imagen de archivo

Jacques Chirac en una imagen de archivo Efe

Europa Obituario

Jacques Chirac, un príncipe para De Gaulle

Francia despide al ambicioso político gaullista que fue alcalde de París, primer ministro y, sobre todo, presidente de la República.

26 septiembre, 2019 14:22

Jacques Chirac ha fallecido rodeado de su familia y seres queridos. A los 83 años de edad acaba con un mito de la política francesa.

Decimos adiós a un joven intrépido, a un ambicioso político gaullista, al alcalde de París, al primer ministro y, sobre todo, al presidente de la República. En Francia ya se preparan los distintos homenajes. Sin embargo, quizá el mejor de todos ellos sea volver a recordar una vez más su dilatada carrera política.

Hijo de la clase media parisina, Chirac pasó la mayor parte de su adolescencia entre distintos liceos de élite de la capital. En Carot y Louis le Grant aún recuerdan a un joven que se debatía entre el trabajo duro y una curiosidad sin límites. Chirac, siguiendo la más pura tradición francesa, era ante todo apasionado –capaz, en un arrebato, de escaparse y enrolarse en un barco carbonero que cubría la ruta Dunkerque-Sudáfrica.

Con tan solo 17 años, Chirac llegaría a pasar tres meses en alta mar, aunque pronto descubriría que aquella vida no era para él. De vuelta en París, Chirac siguió probando otras formas de rebeldía. Durante meses colaboró con el Partido Comunista Francés e incluso llegó a ganarse la vida vendiendo el diario del partido.

Sin embargo, en estos años el ímpetu ya empezaba a cruzarse con una ambición desmedida. A Chirac podía gustarle pasar el rato entre los distintos círculos de la izquierda parisina, pero su verdadera pasión era la alta política. Así, en 1951 decide inscribirse en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París, más conocido popularmente como Sciences Po. No tardará en destacar como uno de sus mejores alumnos, siendo enviado en 1953 a un curso de verano en la Universidad de Harvard. Durante aquella breve estancia, Chirac quedó fascinado por los Estados Unidos; tanto fue así que, años más tarde, la prensa llegaría a publicar que el entonces ya presidente tenía unos gustos muy poco franceses.

Pero volvamos a los años 50. Chirac seguía cursando sus estudios en París, aunque no pasaría mucho tiempo hasta que volviera a abandonar la capital. En esta ocasión, el destino sería Argelia, donde Francia libraba la dura guerra contra el movimiento de independencia desde 1954. Chirac, en un último gran impulso, se alistó como voluntario en el ejército francés, donde combatiría todo un año, solo regresando a la metrópoli tras resultar herido. El conflicto y la posterior crisis de la Cuarta República marcarían de por vida a Chirac, quien quedó tremendamente influido por la figura de Charles de Gualle.

Una vez concluidos sus estudios, Chirac trató de integrarse por todos los medios en las filas gaullistas, siendo en 1962 finalmente reclutado para trabajar en el gabinete del primer ministro Georges Pompidou.

Escalada hacia la cumbre

Ya bajo las órdenes de Pompidou, Chirac no tardó mucho en ganarse el apodo del Bulldozer. Su increíble dureza y capacidad de trabajo le hacían válido para cualquier tarea. Tal fue el impacto que causó Chirac que sería el propio Pompidou quien le animaría a competir por el acta de diputado a la Asamblea Nacional del departamento de la Corrèze, cargo que conservaría desde 1967 hasta 1995.

La ascensión había comenzado, y solo cinco años más tarde Chirac ya era ministro de Agricultura y Desarrollo Rural. La opinión pública francesa empezaba a conocer así al ambicioso político conservador. Entrevistas, discursos e incluso una aparición en los cómics de Astérix y Obélix lanzaron a Chirac a la primera plana nacional.
Solo faltaba la consagración definitiva, y esta llegaría en 1974, cuando Valéry Giscard, por aquel entonces presidente de la república, eligió a Jacques Chirac como su primer ministro. Con tan solo 41 años, todo parecía a favor del político parisino.

Valéry Giscard

Valéry Giscard

¿Qué hizo que se torcieran las cosas? Es difícil de decir, pero lo cierto es que los dos años siguientes no fueron como Chirac había imaginado. Los desencuentros entre el primer ministro y el presidente fueron constantes. Tanto en el terreno político como en lo personal, Giscard y Chirac mostraban fuertes discrepancias. Tal fue el grado de enfrentamiento que en 1976 Chirac tomó la drástica decisión de renunciar al cargo. Si quería llegar a lo más alto, tendría que hacerlo a su manera.


A las puertas del Elíseo

Lo primero sería crear un nuevo partido, presentado a finales de 1976. Con Chirac a la cabeza, Agrupación por la República pretendía recuperar la esencia del gaullismo moderno. Pero ¿confiarían los franceses en la nueva formación? La respuesta llegaría en las elecciones municipales de 1977, en las que el propio Chirac resultó elegido alcalde de París. De los 18 años en los que Chirac gestionó la capital nos quedan luces y sombras. Aún son muchos los parisinos que recuerdan los numerosos casos de corrupción que salpicaron a la alcaldía durante ese periodo. En 2011, el propio Chirac fue finalmente condenado por malversación de fondos públicos.

Sin embargo, a principios de los 80, nada de esto había salido a la luz, y Chirac solo pensaba en preparar lo mejor posible su candidatura a la presidencia de la república. En 1981 por fin llegó el gran momento, aunque finalmente sería el socialista François Mitterrand quien se hizo con la victoria electoral. En palabras del recién elegido presidente, “Chirac no tiene convicciones personales; sería peligroso poner Francia en sus manos”.

En 1986, Mitterrand se vería obligado a elegir a Jacques Chirac como primer ministro. La cohabitación entre los dos rivales políticos se prolongó durante dos años, los cuales fueron tan frustrantes para Chirac como su primer mandato con Giscard. Mitterrand frenaba muchas de las medidas del primer ministro; especialmente difíciles de llevar a cabo fueron las privatizaciones estatales y las bajadas de impuestos propuestas por Chirac.

Finalmente, un agotado Chirac renunciaría al cargo para competir por la presidencia de la República en las elecciones de 1988, en las que, para desesperación del político parisino, Mitterrand volvería a hacerse con la victoria. Solo en 1995, ya sin Mitterrand en la carrera electoral, lograría Chirac la presidencia.

El cambio prometido durante la campaña llegaba así al Elíseo, aunque aún serían necesarios varios años hasta que el recién elegido presidente pudiera actuar libremente. Es cierto que Chirac tuvo desde el principio un gran margen en asuntos de política exterior; buena prueba de ello son la reanudación de las pruebas nucleares francesas, el endurecimiento de la política en los Balcanes o el carácter independiente mostrado por Francia en Oriente Próximo.

Sin embargo, la principal apuesta del nuevo presidente se centraba en la política interna. Con más de tres millones de parados Chirac estaba convencido de que el país necesitaba reformas urgentes. Desde el Elíseo se proyectaron recortes en el gasto público, nuevas privatizaciones en industrias estatales y distintas reformas de la seguridad social. El objetivo final era romper con el tradicional modelo dirigista francés y forzar una liberalización de distintos sectores productivos.

¿Podía un recién llegado a la presidencia realizar en tan poco tiempo cambios tan profundos? Lo cierto es que no, y pronto los sindicatos, todavía fuertes en el escenario político francés, se opusieron al presidente. Tan solo un año después de haber tomado posesión Chirac ya tenía que hacer frente a una huelga general de tres semanas.

Para finales de 1996 la confrontación política no podía ser mayor, negándose ambas partes a realizar concesiones. Finalmente la pugna solo la resolvería el carácter impulsivo de Chirac, que harto de los sindicatos y convencido de su popularidad, decidió convocar elecciones a la Asamblea Nacional. El plan no podía ser más sencillo: la coalición de derechas obtendría un buen resultado y el presidente dejaría claro de una vez por todas a quien apoyaba el pueblo francés.

Chirac en una imagen de archivo

Chirac en una imagen de archivo Efe

El 25 de mayo de 1997 los franceses acudían de nuevo a las urnas, y viendo el resultado mejor hubiera sido para Chirac dialogar con los sindicatos. El Partido Socialista logró un inesperado triunfo, forzando el nombramiento de Lionel Jospin como primer ministro. Chirac se enfrentaba a una nueva cohabitación, que duraría hasta el año 2002, y lo que es peor: el ambicioso plan del presidente quedaba totalmente descartado.

este modo, solo en su último mandato, de 2002 a 2007, pudo realmente Jacques Chirac llegar a lo más alto de la política francesa. Aunque en esta etapa el parisino también sufrió serios reveses. En estos años se produjeron las revueltas en las “banlieues”, durante las cuales Chirac tuvo que lidiar con un deslenguado Sarkozy en el papel de ministro del interior, el cual más que ayudar, empeoraba la situación.

Además el presidente también tuvo que ver como los estudiantes bloqueaban un nuevo intento de reforma del mercado laboral, o como los franceses decían no al proyecto de Constitución Europea. Quizá, mirando desde la distancia, la decisión más acertada de este último periodo fuera la negativa presidencial a apoyar la invasión de Irak.

Sin embargo, todo llega a su final, y en 2007 Jacques Chirac anunciaba su decisión de no presentarse a las nuevas elecciones presidenciales. Como él mismo recordaría, “hay vida más allá de la política”. El ya expresidente continúo siendo una importante figura pública, aunque en los últimos años sus apariciones fueron disminuyendo. Por siempre nos quedará el legado de aquel ambicioso joven parisino que un día intento ser Charles De Gaulle. Solo la historia, con la perspectiva que da el paso del tiempo, dirá si finalmente lo consiguió.

Bio: Adrián Albiac es politólogo y analista internacional. En la actualidad forma parte del equipo directivo de la revista El Orden Mundial en el siglo XXI. (@AdriHickey).