¿Qué piensa la Comisión Europea sobre el acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para formar un Gobierno de coalición? ¿Le preocupa que la presencia en el Ejecutivo de un partido de izquierda radical como Podemos ponga en riesgo los objetivos de disciplina fiscal a los que se ha comprometido España? "No tengo ningún comentario sobre la formación del Gobierno en España. Es un proceso nacional", responde la portavoz, Mina Andreeva. En Bruselas, el pacto entre el PSOE y Podemos apenas ha suscitado reacciones oficiales.
Para el Ejecutivo comunitario, la prioridad absoluta es que en España se forme un Gobierno "lo más rápidamente posible" que acabe con el largo periodo de incertidumbre política que ha paralizado desde 2015 las reformas necesarias para reducir el paro y la deuda, las dos mayores vulnerabilidades de la economía española.
Un Ejecutivo estable que permita que "España pueda jugar un rol activo en Europa". Como a casi todo el mundo, la rapidez del pacto entre Sánchez e Iglesias tras seis meses de bloqueo también ha sorprendido a la Comisión, que se temía que no sería "fácil" formar Gobierno con el escenario de fragmentación del 10-N.
"En Bruselas la noticia se ha vivido con una mezcla de sorpresa por la velocidad relámpago con la que se alcanzó el acuerdo, cautela porque no deja de ser un anuncio e incertidumbre debido al encajo de bolillos que deberán hacer para conseguir suficiente y sólido apoyo parlamentario", explica a EL ESPAÑOL la analista política Sofía López Piqueres, del laboratorio de ideas bruselense European Policy Centre.
"Si el acuerdo sale adelante, Bruselas sentirá alivio por que pueda arrancar una legislatura en la que el Gobierno deberá hacer frente a temas cruciales a nivel comunitario, entre ellos las negociaciones del marco financiero plurianual; sosiego porque Vox no entra en el Gobierno y dudas sobre la estabilidad del Ejecutivo a medio-largo plazo", sostiene López Piqueres.
La maniobra preventiva de Sánchez
En una maniobra preventiva frente a las dudas que pueda suscitar en Bruselas, Sánchez ha incluido en el acuerdo con Podemos dos elementos expresamente diseñados para tranquilizar a sus socios de la UE. Se trata por un lado del décimo punto del programa de coalición, que habla de "equilibrio presupuestario", "evaluación y control del gasto público" o de respeto a los "acuerdos de responsabilidad fiscal de España con Europa".
El segundo movimiento destinado a generar confianza en Bruselas es el ascenso de la ministra de Economía, Nadia Calviño, a vicepresidenta del Gobierno. Después de haber trabajado 12 años como alta funcionaria de la Comisión -donde llegó a directora general de Presupuestos-, Calviño goza de una excelente reputación, credibilidad y red de contactos tanto en el Ejecutivo comunitario como entre sus colegas del Eurogrupo. Su promoción pretende mostrar que el nuevo Gobierno de Sánchez va a mantener una política económica solvente y rigurosa: es el contrapeso a la vicepresidencia social de Pablo Iglesias.
La propia figura de Sánchez está bien valorada en la UE. "¿Qué es lo que pasa con Pedro Sánchez en España? Es un buen jefe de Gobierno español y muy proeuropeo, pero hace meses que no puede avanzar porque no logra tener una mayoría que le permita aprobar decisiones", dijo este lunes la ex ministra de Asuntos Europeos de Emmanuel Macron, Nathalie Loiseau, ahora eurodiputada.
Nada más llegar al poder, Sánchez causó muy buena impresión con su iniciativa de acoger al Aquarius, se ganó la confianza de Macron y de Angela Merkel ocupando el vacío dejado por el Gobierno populista de Italia y se convirtió en referente de los socialistas europeos. Pero en los últimos meses su cotización ha bajado por el fiasco en el reparto de altos cargos de la UE y la parálisis en España. Hasta el punto de que no fue invitado a la última minicumbre sobre migración.
Otras coaliciones en la UE
Por lo demás, el Ejecutivo comunitario ya ha tenido que lidiar con los primeros presupuestos pactados el año pasado por el PSOE y Podemos, que finalmente no llegaron a aprobarse. Bruselas les puso un suspenso por considerar que provocarían una "desviación significativa" respecto a los objetivos de déficit exigidos a España y corrían el riesgo de incumplir el Pacto de Estabilidad. Pero no los tumbó, como sí hizo con las cuentas del entonces Gobierno populista italiano, porque se atenían a las reglas.
La coalición entre La Liga y el Movimiento 5 Estrellas (que cayó en septiembre) fue precisamente una de las que más choques tuvo con sus socios de la UE, no sólo por disparar el gasto público sino también en materia migratoria. Ahora mismo, los Gobiernos que más preocupan a Bruselas son los de derecha radical de Polonia y Hungría por su deriva autoritaria. Los dos países tienen abiertos sendos expedientes sancionadores por poner en riesgo el Estado de derecho.
Pero el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, llegó a dar su bendición en 2017 al Gobierno de coalición del popular Sebastian Kurz y la extrema derecha del FPÖ en Austria con el argumento de que su programa era proeuropeo.
La presencia en los Gobiernos de la UE de la izquierda radical (que en la Eurocámara se reúne en el grupo GUE, en el que están Podemos e Izquierda Unida) es menos frecuente pero tampoco inédita. El GUE ha llegado incluso a encabezar Ejecutivos: así ocurrió en Chipre entre 2008 y 2013 con la presidencia de Demetris Christofias, secretario general de AKEL, el partido comunista chipriota. Pero el caso más conocido es el de Alexis Tsipras y Syriza, que gobernó Grecia de 2015 a 2019 y pasó de un enfrentamiento frontal contra la troika a convertirse en alumno ejemplar en materia de ajustes y reformas tras aprobarse el tercer rescate.
FINLANDIA.- Es en la actualidad el único país de la UE en el que la izquierda radical forma parte de la coalición de Gobierno, dirigida por el socialdemócrata Antti Rinne. Sin embargo, la Alianza de Izquierda constituye únicamente un socio menor en una alianza en la que están también el liberal Partido del Centro, la Liga Verde y el Partido Popular Sueco, que representa a la minoría lingüística sueca. La Alianza de Izquierda sólo tiene 2 de los 19 ministerios, el de Asuntos Sociales y Sanidad y el de Educación. Bruselas envió el pasado 14 de octubre un aviso a Finlandia por el riesgo de una "desviación significativa" del déficit en 2019 y 2020.
PORTUGAL.- Durante la anterior legislatura, el socialista António Costa gobernó en solitario pero con un acuerdo de legislatura con el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda, el equivalente portugués de Podemos adscrito también al grupo de izquierda radical en la Eurocámara. En ese periodo, se convirtió en modelo de disciplina fiscal en la UE, reduciendo el déficit hasta el 0,1% del PIB, y colocó a su ministro de Finanzas, Mario Centeno, como presidente del Eurogrupo. Tras su reelección el pasado octubre, Costa ha decidido seguir gobernando en minoría pero sin renovar siquiera el acuerdo de legislatura con sus socios de izquierda: irá pactando ley a ley.
DINAMARCA.- La socialdemócrata Mette Frederiksen tardó en junio casi tres semanas (un récord de larga duración para los estándares daneses) en cerrar un acuerdo de 18 páginas con otros tres partidos de izquierdas: la Alianza Roji-Verde (adscrita a GUE), el Partido Socio Liberal (al que pertenece la todopoderosa comisaria de Competencia, Margrethe Vestager) y el Partido Popular Socialista, una formación de izquierda ecologista. La fórmula de Gobierno es un Ejecutivo minoritario de los socialdemócratas con apoyo externo de las otras tres fuerzas y de otras fuerzas minoritarias de Groenlandia y las islas Feroe.
SUECIA.- El primer ministro Stefan Löfven encabeza un Gobierno de coalición en minoría formado por dos partidos: socialdemócratas y verdes. Pero además cuenta con apoyo parlamentario externo del Partido de Centro, los Liberales y el Partido de Izquierda, que pertenece al grupo GUE en la Eurocámara.
REPÚBLICA CHECA.- En República Checa, el primer ministro Andrej Babis dirige un Gobierno de coalición minoritario formado por los liberales de ANO y los socialdemócratas, pero que depende del apoyo externo del Partido Comunista de Bohemia y Moravia, también adscrito a GUE. Es la primera vez vez desde la caída del muro de Berlín que un Gobierno checo depende del apoyo de un partido comunista.