Apenas tres días después del adiós definitivo de Reino Unido a la UE, las dos partes se han apresurado a hacer públicos este lunes sus respectivos planes para el futuro acuerdo comercial entre Bruselas y Londres. Unas posiciones de partida que son irreconciliables y que auguran un choque de trenes desde la fase inicial de las negociaciones. El riesgo de un brexit salvaje el 31 de diciembre de 2020, cuando concluye el periodo de transición, vuelve a dispararse y comportaría graves perjuicios económicos tanto para los europeos como para los británicos. El culebrón empieza de nuevo.
El primer ministro británico, Boris Johnson, ha dicho en un discurso en Londres que su objetivo es alejarse todo lo que pueda de las normas de la UE. El negociador de la UE para el brexit, Michel Barnier, le ha replicado desde Bruselas que eso dificultará un pacto ambicioso y aumentará las barreras comerciales entre los dos bloques. Todo se complica porque Reino Unido y la UE apenas disponen de 11 meses para llegar a un compromiso que normalmente cuesta años: Johnson asegura que no pedirá ninguna otra prórroga. Estos son los principales desacuerdos entre Bruselas y Londres.
Gibraltar
El primer ministro británico ha anunciado que negociará la relación futura con la UE "en nombre de toda la familia de Reino Unido, incluido Gibraltar". Sin embargo, el plan negociador de Bruselas excluye explícitamente al Peñón del eventual acuerdo comercial entre la UE y Londres, que se quedaría así totalmente aislado tras el brexit. Se trata de confirmar el poder de veto de España en todo aquello que tenga que ver con la Roca. Cualquier beneficio pactado por Bruselas con Reino Unido sólo se aplicará a Gibraltar si hay un acuerdo previo entre Pedro Sánchez y Boris Johnson o si España da luz verde, según ha explicado Barnier. El estatus de Gibraltar se discutirá en una mesa paralela en la que siempre estará el Gobierno español.
Acuerdo comercial
La UE ofrece a Johnson un ambicioso acuerdo de libre comercio con cero aranceles y cero cuotas. Pero le exige a cambio cero dumping: que no rebaje en Reino Unido los estándares en materia social, medioambiental, fiscal o en materia de ayudas públicas. "Cuantos más estándares comunes tengamos, mayor acceso de alta calidad podrá ofrecer la UE a su mercado. Pero es Reino Unido el que debe decidirlo: ¿Continuará adhiriéndose al modelo social y de regulación de la UE en el futuro o buscará divergir? La respuesta de Londres a esta pregunta será fundamental para el nivel de ambición de nuestra relación futura", avisa Barnier.
Johnson quiere este trato, pero sin las condiciones que exige la UE a cambio. "No hay necesidad de que un acuerdo de libre comercio conlleve aceptar las reglas de la UE en materia de política de competencia, subsidios, protección social, el medio ambiente o cualquier otra cosa similar", ha dicho en su discurso en Londres. Y pone como ejemplo el caso de Canadá. Pero Bruselas tiene miedo de que Reino Unido, que está mucho más cerca y es más grande, se transforme en una especie de Singapur en el Támesis, en un paraíso fiscal cuyas empresas hagan competencia desleal a las industrias comunitarias.
Pesca
El segundo requisito que Bruselas exige a Londres a cambio de un acuerdo de libre comercio es mantener el actual acceso de la UE a las aguas territoriales británicas. En la actualidad, alrededor de 3.500 buques europeos con 18.000 pescadores faenan allí. Sobre todo de España, Francia, Alemania, Suecia, Bélgica, Dinamarca, Irlanda y Holanda. "Nuestro acuerdo de libre comercio debe incluir un acuerdo sobre la pesca, que debe garantizar un acceso recíproco continuado a los mercados y a las aguas, con cuotas estables", sostiene Barnier.
"Estamos dispuestos a considerar un acuerdo pesquero, pero debe reflejar el hecho de que Reino Unido será un Estado costero independiente a finales de este año 2020, controlando nuestras propias aguas", le ha contestado Johnson. El pacto que él propone se basaría en negociaciones anuales entre la UE y Londres, utilizando los últimos datos científicos, y garantizando que los derechos de pesca se concedan "antes que nada a los buques británicos".
El papel del TJUE
Una de las prioridades para Johnson es librarse cuanto antes de la tutela del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Es una de sus líneas rojas con las que pretende demostrar que Reino Unido recupera el control y la soberanía tras el brexit. La respuesta de Bruselas es que el TJUE es el único tribunal con capacidad para dirimir todas las disputas que afecten a la interpretación del derecho comunitario. Es decir, Londres estará sujeto para siempre al control de Luxemburgo.