Tras unos meses de tregua, Reino Unido y la UE vuelven a la guerra abierta a cuenta del Brexit. En un discurso pronunciado en Lisboa, el negociador británico, David Frost, ha amenazado con suspender unilateralmente el protocolo sobre Irlanda del Norte si Bruselas no acepta modificarlo en profundidad. El ultimátum llega precisamente cuando la Comisión Europea está a punto de presentar nuevas propuestas para flexibilizar el protocolo, pero al mismo tiempo se niega a renegociarlo como reclama el Gobierno de Boris Johnson.
El protocolo sobre Irlanda del Norte forma parte del acuerdo de divorcio que la UE alcanzó con Londres en octubre de 2019. Fue negociado y firmado por el propio Johnson, sometido a unas elecciones y ratificado por el Parlamento británico. Pero ahora el primer ministro británico reniega de él y exige a Bruselas que lo desguace. "Sabíamos que algunos aspectos del protocolo eran problemáticos. Los aceptamos porque pensamos que era lo correcto para el país y para ejecutar el brexit", se justifica Frost.
"Sabíamos que estabamos asumiendo un riesgo. Esperábamos equivocarnos y que el protocolo funcionara. Pero teníamos razón, las propuestas eran arriesgadas y el protocolo no ha funcionado, así que no es irrazonable revisar un acuerdo si no está logrando aquello para lo que fue diseñado", ha dicho el negociador británico.
Para proteger la paz en el Ulster y evitar una frontera que divida la isla, Bruselas y Londres pactaron un estatus especial para Irlanda del Norte, que sigue vinculada a las reglas del mercado interior la UE. Eso significa que, en la práctica, la frontera se ha desplazado al mar de Irlanda, con nuevos controles aduaneros a los productos que llegan a los puertos de Irlanda del Norte procedentes de la isla de Gran Bretaña.
La nueva frontera ha enfurecido en particular a los unionistas norirlandeses, que denuncian que ponen en peligro la integridad territorial del país. La respuesta del Gobierno de Boris Johnson ha venido siendo extender unilateralmente los periodos transitorios y retrasar la puesta en práctica de los controles. Ahora exige a Bruselas acabar con ellos y con la supervisión del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE).
Flexibilizar los controles
El Ejecutivo comunitario tiene previsto presentar este mismo miércoles una serie de propuestas para flexibilizar en la medida de lo posible los controles. Pero incluso antes de conocerlas en detalle, Frost las considera insuficientes y amenaza con dejar de aplicar el protocolo si la UE no acepta sus demandas. Para ello activaría su artículo 16, que prevé la suspensión unilateral si "da lugar a dificultades graves de tipo económico, social o medioambiental que tengan probabilidades de persistir, o a la desviación del comercio".
"No es lo que preferiríamos hacer. Nos gustaría más encontrar un consenso sobre este tema, eso está claro. Vamos a examinar seriamente lo que la Comisión proponga y sé que han puesto mucho esfuerzo en ello. Queremos negociar sus propuestas y las nuestras, ese es el mejor camino. Si podemos alcanzar un consenso, eso sería mejor para todos. Pero tiene que ser un consenso que resuelva el problema. Si no lo hace, hay otras herramientas en el protocolo", argumenta el negociador británico.
"Nos enfrentamos a una situación muy grave. El protocolo no funciona. Ha perdido por completo el consentimiento de una de las comunidades de Irlanda del Norte. No está cumpliendo la función para la que fue diseñado: proteger los Acuerdos del Viernes Santo. De hecho, está consiguiendo lo contrario. Tiene que cambiar", ha reclamado Frost.
Sus palabras no han sentado bien en Bruselas, en particular su acusación de que la UE ha usado el protocolo sobre Irlanda del Norte como forma de chantaje. "Hay un sentimiento generalizado en el Reino Unido de que la UE intentó utilizar a Irlanda del Norte para animar a las fuerzas políticas británicas a revertir el resultado del referéndum, o al menos para mantenernos estrechamente alineados con la UE", sostiene el negociador británico.
"El protocolo representa un momento de abuso por parte de la UE cuando Reino Unido tenía sus manos negociadoras atadas y por tanto no puede mantenerse razonablemente en su forma actual", ha concluido. Unas palabras que anticipan que la guerra entre Bruselas y Londres se intensificará en las próximas semanas.
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