La Unión Europea busca su sitio en la crisis desencadenada en Ucrania por Vladimir Putin. Los ministros de Asuntos Exteriores de los 27 debaten este lunes en Bruselas cómo pueden contribuir a rebajar la tensión bélica provocada por la acumulación de más de 100.000 soldados rusos en la frontera ucraniana, que hace temer a los aliados una invasión inminente del país por parte del Kremlin. En el encuentro participará por videoconferencia el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, que el pasado viernes selló una tregua temporal con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.
Por lo pronto, y al contrario de EEUU, Reino Unido y Australia, que han decidido ordenar la salida de Ucrania de las familias de los empleados en su embajada en el país, y autorizó la marcha del personal no esencial, la UE no retira, por ahora, sus funcionarios del país.
"No haremos lo mismo, porque no tenemos ninguna razón específica (...) No creo que tengamos que dramatizar en tanto que las negociaciones continúan y están continuando. No creo que tengamos que abandonar Ucrania", dijo Josep Borrell a su llegada a la reunión que los ministros de Exteriores de la UE celebran este lunes en Bruselas."No hay ninguna decisión al respecto, a no ser que el secretario Blinken nos de una razón que justifique este movimiento", continuó Borrell.
EEUU justifica su decisión este domingo con los indicios de que una invasión de Ucrania podría estar cerca. "Hay informes de que Rusia está planeando una acción militar significativa contra Ucrania y las condiciones de seguridad, particularmente en las fronteras de Ucrania, en Crimea y en las zonas del este de Ucrania controladas por Rusia son "impredecibles" y se pueden "deteriorar" sin aviso, advirtió el departamento de exteriores estadounidense. A esta decisión se han sumado en las últimas horas Reino Unido y Australia.
Sin embargo, Borrell volvió a insistir en la "fuerte coordinación" con Estados Unidos, con quienes han dejado clara su predisposición a sancionar a Rusia si vuelve a invadir Ucrania. No obstante, "nada concreto se aprobará hoy, porque hay un proceso en curso", subrayó el exministro español, que apuntó que los ministros de Exteriores seguirán "preparando" hoy "un paquete potente de sanciones".
Tampoco Ucrania está de acuerdo con la decisión de EEUU, que consideró "prematura". "Respetando el derecho de los Estados extranjeros a garantizar la seguridad de sus misiones diplomáticas, consideramos prematura tal medida por parte estadounidense y una manifestación de excesiva cautela", señaló el portavoz del Ministerio de Exteriores ucraniano, Oleg Nikolenko.
La diplomacia ucraniana afirma que "no ha habido cambios radicales en la situación de seguridad recientemente", porque "la amenaza de nuevas oleadas de agresión rusa se ha mantenido de forma constante desde 2014, y la acumulación de tropas rusas cerca de la frontera estatal comenzó en abril del año pasado".
Europa, dividida
Pese a los tambores de guerra, los europeos están profundamente divididos sobre la actitud a adoptar hacia Rusia. Mientras que Francia o Alemania (altamente dependiente del gas ruso) apuestan por entablar un diálogo directo con Putin, los países del Este y del Báltico -que sienten el aliento amenazante de Moscú en la nuca- reclaman una política de mano dura sin concesiones.
El presidente ruso ha aprovechado esta brecha para ningunear a la UE. Sus propuestas para rediseñar la arquitectura de seguridad europea se dirigen a Estados Unidos, la OTAN y la OSCE, pero ignoran a la Unión pese a su interés vital en la materia, algo que ha indignado al jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell. "Nos preocupa cualquier propuesta que quiera cambiar el orden que ha funcionado desde el final de la Guerra Fría", explica un alto funcionario de la UE.
La división entre los Estados miembros ha vuelto a quedar al descubierto con los movimientos en materia militar de los últimos días. Por un lado, los países bálticos (con permiso de Estados Unidos) han decidido enviar misiles norteamericanos a Ucrania para que pueda defenderse de un eventual ataque ruso. Además, España y Holanda han anunciado que participarán en el refuerzo del flanco Este de la OTAN.
Precisamente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha conversado este domingo con el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, al que le ha transmitido "su apuesta por el diálogo y su confianza en que la diplomacia es el camino para la desescalada", así como "el compromiso de España con la OTAN y la seguridad de Europa", según informan fuentes gubernamentales. Sánchez también ha hablado con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, con la que ha coincidido en "la importancia de la unidad de los 27 en la resolución de la actual crisis con Rusia".
Sin embargo, la UE está todo menos unida en este conflicto. En su comparecencia ante la Eurocámara el pasado miércoles, el presidente francés, Emmanuel Macron, sugirió que los europeos deberían elaborar sus propias propuestas sobre "un nuevo orden de seguridad y de estabilidad", al margen de Estados Unidos. Unas palabras que provocaron una fuerte polémica en la anglosfera por los riesgos de división entre los aliados.
El gaseoducto Nord Stream 2
Pero el papel más delicado en esta crisis es el de Alemania, que importa más del 30% del gas que consume desde Rusia. El Gobierno de Berlín ha promovido la construcción del nuevo gaseoducto Nord Stream 2, que ya está terminado y cuya entrada en funcionamiento dependende ahora de un permiso de las autoridades alemanas. Esta infraestructura conecta directamente Rusia con Alemania por el mar Báltico, esquivando el territorio ucraniano.
La autorización de Nord Stream 2 aumentaría todavía más la dependencia de Alemania respecto al gas ruso y dejaría a Ucrania desamparada frente a Moscú. Tanto Estados Unidos como la mayoría de socios europeos reclaman al nuevo canciller, Olaf Scholz, que congele el gaseoducto como parte de las sanciones a Putin. Hasta hace unos días, las autoridades alemanas se resistían como gato panza arriba. El agravamiento de la crisis ucraniana ha hecho que empiecen a virar de posición.
"Está claro que se pagará un alto precio y que habrá que discutirlo todo si hay una intervención militar en Ucrania", dijo Scholz el pasado martes al ser preguntado por Nord Stream 2 tras reunirse en Berlín con Stoltenberg. Los alemanes se niegan además a enviar armas a Ucrania.
El objetivo de la reunión de ministros de Exteriores de la UE de este lunes es precisamente buscar una posición común frente a Moscú y reforzar la coordinación con Estados Unidos a través de Blinken. Una coordinación que ahora mismo es excelente tras el bache de los años de Donald Trump. "Blinken le ha garantizado a Borrell que nada se decidirá sobre los europeos sin los europeos. La UE es una organización fundamental y es inconcebible tomar ninguna decisión sin nosotros", explican las fuentes consultadas.
La UE coincide con Estados Unidos y la OTAN en que las exigencias principales de Moscú son "inaceptables". Esto es, dar garantías de que Ucrania jamás entrará en la Alianza y retirar tropas y armamentos de los países de la OTAN que formaron parte del bloque soviético, como Polonia, los Bálticos o Rumanía y Bulgaria. Al mismo tiempo, los europeos están dispuestos a negociar con Moscú acuerdos de reducción de armamento y más transparencia en los ejercicios militares, siempre que sea recíproco.
Si Rusia decide abandonar la vía diplomática y decide invadir Ucrania, se enfrentará a "sanciones económicas y financieras masivas", según dijo Von der Leyen la semana pasada. El listado de sanciones, que se negocia con Washington, todavía no se ha finalizado y se mantiene en el máximo secreto para aumentar su potencia disuasoria frente a Moscú. Pero se desencadenarían de forma "muy rápida" ante cualquier "acción agresiva" por parte de Putin, según las fuentes consultadas.
En lo que sí están de acuerdo la Unión Europea, la OTAN y Estados Unidos es en que la respuesta a una invasión de Ucrania no será militar. Stoltenberg ha insistido en múltiples ocasiones durante las últimas semanas en que Ucrania no forma parte de la Alianza y por tanto no puede invocar la cláusula de defensa colectiva. Y el presidente estadounidense, Joe Biden, no tiene ningún apetito de embarcarse en una aventura bélica en Europa.
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