Bruselas

"Mientras sigamos comprando gas de Rusia, estamos financiando la guerra y ese es el gran problema que tenemos", confiesa la primera ministra finlandesa, Sanna Marin. Bruselas se ha convertido en la "capital del mundo libre" por un día (en palabras de Ursula von der Leyen) con tres cumbres sucesivas este jueves: OTAN, G-7 y Unión Europea. El objetivo era escenificar la unidad de los aliados occidentales frente al Kremlin y su guerra contra Ucrania. Pero al final, los líderes europeos han acabado exhibiendo su fuerte división a propósito de las sanciones energéticas contra Moscú.

Polonia y los países bálticos han vuelto a reclamar la imposición de un embargo energético total a Rusia (o al menos al petróleo y el carbón, más fáciles de sustituir que el gas) con el objetivo de asfixiar la maquinaria de guerra de Vladímir Putin. Una medida que rechazan países como Alemania, Hungría o Bélgica, que alegan que provocaría una recesión y haría más daño a los europeos que a Moscú.

Al Consejo Europeo ha asistido en calidad de invitado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que ya prohibió las importaciones de petróleo y gas ruso el pasado 9 de marzo. Biden asegura enteder que la UE no siga sus pasos, puesto que su dependencia respecto a Moscú es mucho mayor. Los europeos importan de Rusia alrededor 40% del gas que consumen, así como el 27% del petróleo y el 46% del carbón.

La mesa de reunión del Consejo Europeo en Bruselas UE

Por ello, el presidente norteamericano lleva meses trabajando con Von der Leyen para ayudar a la UE a buscar suministradores alternativos, en particular de gas natural licuado (GNL), empezando por el propio Estados Unidos. Bruselas y Washington esperan anunciar este mismo viernes un nuevo acuerdo en este sentido. "Se trata de más GNL de EEUU para la UE, que sustituya al GNL ruso que recibíamos hasta ahora. Un importante paso adelante", ha dicho la presidenta de la Comisión.

"Debemos actuar con decisión en el área de las sanciones de gas, petróleo y carbón. Si no pagamos este precio hoy, lo pagaremos mañana o pasado mañana", alega el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. Morawiecki viajó el pasado 15 de marzo a una Kiev en guerra (junto con sus homólogos de República Checa y Eslovenia) con el fin de trasladar en persona su solidaridad al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Un gesto que ha incomodado al resto de líderes europeos porque les deja en peor posición.

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, durante la cumbre de este jueves UE

"Tenemos que hacer todo lo que podamos para detener a Putin porque no puede ganar esta guerra. Su apetito sigue creciendo a medida que come, y esto es peligroso para la paz y la seguridad del mundo", sostiene la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas.

A su juicio, el dinero del gas ruso debería destinarse a financiar las reparaciones de guerra para Ucrania. "Tal vez una de las soluciones podría ser tener una cuenta bloqueada donde pagar el dinero del gas y el petróleo, pero esto también podría usarse para la reconstrucción de Ucrania, porque tenemos que empezar a pensar en esto", ha dicho Kallas.

"Debemos examinar sanciones energéticas, porque esta es la principal fuente de ingresos del Gobierno ruso", ha dicho su homólogo letón, Krisjanis Karins.

En concreto, la UE gasta cada día 700 millones de euros en gas, petróleo y carbón de Rusia, según explica el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell. Moscú pretende que estas importaciones se paguen a partir de ahora en rublos, una medida que en Bruselas se interpreta como un intento de esquivar las sanciones. "Es una vulneración de los contratos existentes", ha dicho el primer ministro italiano, Mario Draghi.

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, quiere endurecer las sanciones contra Rusia UE

"Las sanciones son una necesidad porque debemos detener al régimen de Putin. Es sólo dinero. Si estás vivo y tus infraestructuras funcionan, puedes volver a ganar este dinero. Pero este dinero está yendo ahora a alimentar la maquinaria de guerra de Putin. Si cortamos los fondos, ayudaremos a detener la maquinaria de guerra y a forzar negociaciones auténticas para detener la guerra", ha insistido Karins.

No lo ve igual el canciller alemán, Olaf Scholz, que durante el debate en el Bundestag previo a la cumbre reiteró su oposición frontal a un embargo energético contra Rusia. Scholz es partidario de librarse de la dependencia del gas ruso lo antes posible. "Pero hacerlo de un día para otro significaría hundir a nuestro país y al conjunto de Europa en una recesión. Cientos de miles de puestos de trabajo estarían en riesgo. Ramas enteras de la industria quedarían al borde del precipicio", dijo.

Olaf Scholz conversa con Ursula von der Leyen y Charles Michel durante el G-7 de este jueves UE

Unos argumentos que ha repetido este jueves el primer ministro de Bélgica, Alexander De Croo. "Hay un principio general que utiliza la Comisión: las sanciones deben tener más impacto del lado ruso que del lado europeo. No estamos en guerra contra nosotros mismos. No vamos a adoptar sanciones que nos debiliten de forma innecesaria", sostiene De Croo. Un embargo total al petróleo y al gas de Rusia "tendría un impacto devastador sobre la economía europea".

Por su parte, el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, argumenta que la UE debe guardar munición en la recámara por si Putin cruza nuevas líneas rojas, por ejemplo lanzando un ataque con armas químicas en Ucrania, tal y como teme la OTAN. "No tenemos unanimidad con respecto a las cuestiones energéticas. Necesitamos mantener opciones para nuevas sanciones si la situación se agrava aún más", ha dicho Bettel.

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