Putin empantanado en el este de Ucrania: 50 días de horror sin tomar ni una gran ciudad
Analizamos la situación cincuenta días después de que Putin tomara la decisión de atacar Ucrania. Una guerra que no está saliendo como había previsto.
14 abril, 2022 03:38Noticias relacionadas
Hace 50 días Vladimir Putin tomó la decisión de invadir Ucrania. Ya ocupó Crimea en 2014 en una operación militar que Rusia desarrolló con inmediatez y sin apenas resistencia. Ocho años después el jefe del Kremlin pensaba que las cosas iban a ser exactamente igual, pero se equivocó.
Lo que estaba planteado como una blitzkrieg o guerra relámpago se le ha atragantado al autócrata, que no acaba de digerir la firmeza con la que Volodimir Zelenski y el resto del pueblo ucraniano le plantan cara. Como escribía Volodymyr Yermolenko el pasado 1 de marzo en EL ESPAÑOL: "Los ucranianos están unidos contra la agresión rusa, indistintamente de si su lengua materna es el ruso o el ucraniano. Es demasiado ingenuo pensar que un rusófono tiene que apoyar necesariamente que Rusia controle Ucrania (...)".
La guerra relámpago no ha sido tal y la lluvia de proyectiles que cae sobre Ucrania se está alargando ya demasiado tiempo. Porque todos esos bombardeos, disparos, ametrallamientos, granadas y morteros están cayendo al fin y al cabo sobre suelo europeo. Aunque Ucrania no forme parte de la Unión, aunque tampoco sea socio de la OTAN. Putin está desafiando así a Occidente, con Estados Unidos vigilando de cerca cada uno de sus movimientos y con la población mundial conteniendo la respiración para que esta guerra híbrida no degenere en una guerra nuclear.
El comienzo
En el arranque de la ofensiva, Rusia se fijó como objetivo aislar a Ucrania bombardeando zonas estratégicas del país: aeropuertos, almacenes de armas y munición y estructuras energéticas y de comunicación. Para ello utilizó artillería, equipo pesado y armas de alta precisión. Atacó por tierra, mar y aire ciudades como Járkov, Chernígov y Kiev (en el norte del país), pero también lanzó acometidas en el sur, bombardeando Jersón.
Nadie se lo esperaba. Putin había negado por activa y por pasiva que tuviera intención de invadir Ucrania. A día de hoy, se niega a hablar de guerra y denomina al conflicto 'Operación especial'. Como explicó en EL ESPAÑOL Peter B. Zwack, general de Brigada ya retirado y agregado de Defensa de EEUU en Moscú de 2012 a 2014: "Podíamos pensar que iban a llevar a cabo una pequeña operación en el Donbás, pero no que iban a terminar haciendo esto".
Con el paso de los días, los ataques se intensificaron. El Kremlin bombardeó edificios residenciales en Járkov, en lo que Zelenski calificó como una "aniquilación", y dejó la ciudad sin agua, electricidad ni calefacción. Habían transcurrido seis días desde el inicio de la guerra y la región de Kiev amaneció con un convoy militar de más de 60 kilómetros dirigiéndose hacia la capital. Las tropas rusas desplazaron también sus ataques y abrieron un nuevo frente en el sur de Ucrania. La ciudad de Jersón, de casi 300.000 habitantes, quedó prácticamente rodeada en menos de una semana.
El Ejército ruso, que se vanagloria de ser el tercero más potente del mundo, centró entonces su ofensiva en el flanco sur. En las ciudades de Jersón y Mariúpol, a las que atacó desde el mar Negro y enviando paracaidistas. Putin tenía previsto hacerse con el control de Ucrania en 48-72 horas, pero nada más lejos de la realidad: han transcurrido 50 días de guerra y las tropas rusas siguen empantanadas en Ucrania.
La ayuda de la UE y de EEUU también ha sido crucial: soporte financiero, envío de armas y varios paquetes de sanciones contra Moscú han contribuido a nivelar la balanza del lado ucraniano. De todas aquellas acciones, la desconexión de Rusia del sistema internacional de pagos SWIFT ha sido una de las más efectivas. Zelenski, sin embargo, sigue exigiendo más apoyo a Occidente: más armamento, más financiación y más sanciones al Kremlin.
Diez días de guerra
A los diez días de la contienda, el 5 de marzo, continuaban los combates y bombardeos. Las tropas de Vladimir Putin se mantenían a las afueras de Kiev, a unos 25 kilómetros, mientras en el sur, el avance de sus soldados rusos parecía más contundente.
Las grandes ofensivas ya no se centraban en conquistar Kiev, ni en dominar Járkov y Mikolaiv sino que el Kremlin se esforzó en rodear, bombardear y asediar la ciudad portuaria de Mariúpol. También se concentraron en el este de la ciudad de Járkov y en el norte del óblast de Lugansk, en lo que parecía un intento de avanzar y reforzar el frente este del país, con la región del Donbás bajo su control desde 2014.
En el sur ya habían tomado Jersón, primera ciudad en caer bajo el dominio ruso. Y parecían prepararse para lanzar una gran ofensiva contra Mikolaiv y Odesa. La Fuerza naval rusa y la división de infantería en Crimea preparaban entonces operaciones anfibias con el propósito de lanzar una emboscada sobre Odesa, "la guinda del pastel de sangre de Putin", como explicó en este mismo periódico Bernard-Henri Lévy.
20 días de guerra
Cuando se cumplieron 20 días de guerra la situación era la siguiente: habían transcurrido 24 horas sin que el Ejército ruso lanzara una gran operación militar en el noreste de Kiev. Parecía improbable que rodearan la capital, aunque continuaban las escaramuzas y los ataques en el noreste de esa región, con objetivos como Irpin y Huta-Mezhyhirska.
Aquel 15 de marzo sí continuaba el asedio sobre Mariúpol, convertida entonces en ciudad mártir y símbolo del horror que Putin estaba sembrando en Ucrania. Los esfuerzos se centraban también en rodear la ciudad de Járkov, en el noreste del país, pero las tropas rusas se enfrentaban allí a la escasez de suministros, especialmente faltas de munición.
Lo que sí reivindicaron entonces desde Moscú es que se habían hecho con el control absoluto del óblast de Jersón. Sin embargo, los temidos ataques anfibios sobre Odesa no se produjeron, a la espera de desplegar un frente capaz de asegurar una línea terrestre de comunicación con la ciudad. A pesar de ello, la Infantería Naval rusa conservaba entonces la capacidad de realizar un desembarco a lo largo de la costa del mar Negro.
30 días de guerra
El 25 de marzo, cuando se cumplieron 30 días desde que Putin diera comienzo a su 'Operación especial', el Estado Mayor ruso comenzó a ajustar la narrativa para dar la impresión de que Rusia estaba logrando sus objetivos y de que optaba por restringir las operaciones. La realidad era bien distinta: el análisis de la situación demostraba que no estaba logrando sus objetivos y que Rusia se estaba viendo obligada a abandonar algunas operaciones militares a gran escala por voluntad propia debido a la hábil resistencia ucraniana.
Los contraataques de las tropas de Zelenski en el noroeste de Kiev lograban entonces un éxito relativo. Donde sí estaba jugando bien sus cartas el Ejército ucraniano era en el este de Kiev, haciendo retroceder a los rusos en el este de Brovary (ciudad situada en el óblast de Kiev).
Los intentos de Moscú de rodear Chernígov resultaron infructuosos y la situación en el noreste de Ucrania se mantuvo prácticamente sin cambios. Donde sí hacían daño los rusos era en Mariúpol; habían logrado entrar en el centro de la ciudad y continuaban los combates calle a calle.
40 días de guerra
El 4 de abril las fuerzas rusas en Izium (al este de Ucrania) establecen las condiciones para desplegar operaciones militares al sureste, hacia Sloviansk (en el óblast de Donetsk), para unirse con otras fuerzas rusas en el Donbás y rodear a los defensores ucranianos.
Mientras tanto, la realidad es que el Kremlin continúa progresando poco o nada en Donetsk y Lugansk. Moscú se enfrenta a un número creciente de bajas y al declive de la moral. Parece muy poco probable que los refuerzos del noreste de Ucrania cambien significativamente el equilibrio de fuerzas.
Las tropas rusas centran sus esfuerzos en avanzar desde Izium para hacerse con el control de Sloviansk y amenazar a las fuerzas ucranianas en el Donbás. El objetivo no es otro que el de cercar al Ejército ucraniano en el este.
Además, 40 días después de la guerra Moscú se había retirado casi por completo de las provincias de Chernígov y Sumy. La situación revela además que es muy poco probable que las tropas retiradas por Putin del eje de Kiev se desplieguen eficazmente en otro lugar de Ucrania. Y es probable que sean una fuerza agotada.
50 días de guerra
Cuando se cumplen 50 días de guerra la realidad es que los soldados rusos continúan ganando terreno en Mariúpol, pero las afirmaciones del Kremlin de que los ucranianos se están rindiendo en masa en aquella ciudad parecen más bien fruto de la propaganda que algo acorde con la realidad.
Putin ve cómo sus Fuerzas siguen desplegando ataques locales fallidos en el este de Ucrania mientras el Kremlin lleva días anunciando que prepara una gran ofensiva. A día de hoy, el Ejército ruso continúa reagrupándose en el óblast de Járkov (en el este del país) para ejecutar nuevas operaciones militares mientras realiza pequeños ataques en el sur de Izium.
Mariúpol
La ciudad portuaria de Mariúpol, situada al sureste de Ucrania, es la más castigada por los ataques del Ejército ruso. Tras sufrir un asedio constante, es el ejemplo paradigmático de la estrategia de tierra quemada que está aplicando Vladimir Putin.
De ella se ha dicho incluso que es la metrópoli mártir de este conflicto. "En otras partes de Ucrania la llegada de ayuda está mejorando, pero en Mariúpol cientos de miles de personas siguen allí sin electricidad ni agua". Estas palabras las pronunciaba hace un mes Francesco Rocca, presidente de la Federación Internacional de Cruz Roja. Lo dijo desde Siret, en la frontera rumana con Ucrania, y afirmó que el Ejército ruso no permite en esa localidad ni la evacuación de civiles ni el ingreso de la ayuda humanitaria.
La ONU lleva días advirtiendo de que allí la situación es crítica para la población porque apenas queda agua y comida en el interior de la urbe. Las imágenes de satélite muestran una devastación generalizada, donde los edificios de apartamentos y las tiendas han sido destruidos e incendiados. Para hacernos una idea de la situación, hay personas que salen a la calle a recoger agua de lluvia y a cazar palomas para poder sobrevivir.
Mariúpol lleva resistiendo desde el comienzo de la invasión el asedio sin tregua de los bombardeos rusos. Cientos de miles de habitantes han salido ya de la ciudad en alguno de los escasos corredores humanitarios que el Ejército de Vladímir Putin ha permitido, pero aún quedan en torno a 400.000 personas que están dispuestas a resistir hasta el final. Por ellos y por el resto de los ucranianos, como dijo Zelenski: "Sólo podremos cumplir el ultimátum cuando ya no estemos".
La organización estadounidense The Institute for the Study of War muestra en uno de sus últimos mapas que las tropas rusas aseguran que Mariúpol está bajo su control. Los ucranianos, sin embargo, sostienen que la ciudad todavía está controlada por ellos. En cualquier caso, Mariúpol se ha convertido en el símbolo de la barbarie de esta guerra y de la crueldad de las tropas rusas con el pueblo ucraniano. Picasso plasmó el horror de la guerra civil española en 'El Guernica'. Mariúpol, por desgracia, se ha convertido en 'El Guernica' de la guerra de Ucrania.