Día 86 de la guerra. El ejército ruso avanza, pero Vladímir Putin no olvida los errores. Tampoco los perdona. A pesar de que en las últimas semanas Rusia ha sumado pequeñas conquistas en el este de Ucrania, donde trata de hacerse con el control total del Donbás, las derrotas de las tropas rusas en territorio ucraniano siguen pesando sobre el Kremlin.
Alguien tiene que pagar por la humillación sufrida y los primeros en saldar la deuda han sido varios comandantes rusos (militares de alto rango) que han sido despedidos y reemplazados, según el Ministerio de Defensa británico. Una “caza de brujas” que Putin habría iniciado contra los oficiales superiores de su propio ejército.
La primera víctima de la purga del presidente ruso ha sido el teniente general Serhiy Kisel, despojado de su cargo después de no haber conseguido que el primer Ejército de Tanques de la Guardia del que era responsable cercase y tomase la estratégica ciudad nororiental de Járkov.
Tampoco se habría salvado el vicealmirante Igor Osipov, quien “posiblemente” habría sido destituido después del desastre del pasado abril en el mar Negro. Se trata del hundimiento del Moskva, el buque insignia de Rusia que las fuerzas ucranianas atacaron con dos misiles Neptuno y que Rusia achacó a “un incendio accidental”.
Los chivos expiatorios del Kremlin
“Dentro del sistema militar y de seguridad de Rusia prevalece una cultura de encubrimientos y chivos expiatorios”, señalan los servicios de inteligencia británica en su informe. Una dinámica para justificar los fracasos en lo que todavía consideran una ‘Operación especial’ y donde Rusia habría sufrido un colosal número de bajas militares: un tercio de las tropas terrestres y centenares de tanques y vehículos blindados.
El desorden del ejército ruso es evidente para el Ministerio de Defensa británico, que lo atribuye a que muchos funcionarios podrían estar cada vez más preocupados por evitar la responsabilidad personal que por los reveses operativos del país en Ucrania. “Esto puede ejercer una mayor presión sobre el modelo centralizado de mando y control de Moscú, ya que los oficiales buscan cada vez más aplazar las decisiones clave a sus superiores”, destacan en el informe.
El problema es que parece que la depuración militar llega al escalafón más alto. En concreto, al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del país, Valeriy Gerasimov, en paradero desconocido desde marzo. Según el análisis británico, Gerasimov todavía mantiene el cargo, aunque no se sabe si se mantiene dentro de los círculos de confianza de Putin.
Quizá esa desconfianza es lo que ha llevado al presidente ruso a tomar el mando como brigadier, tal y como aseguraban fuentes militares occidentales. Quizá lo ha hecho el gran número de altos oficiales muertos en el conflicto: entre ocho y diez generales al frente, según las estimaciones de la inteligencia estadounidense que recoge The New York Times. Una alta tasa de mortalidad que los analistas atribuyen a la ayuda de Estados Unidos.
Y es que la Administración de Biden no solo ha asistido a las fuerzas ucranianas con armas, financiación y ayuda humanitaria. En los últimos meses también ha proporcionado información de inteligencia que podría haber ayudado a Ucrania a localizar y atacar a los altos funcionarios del ejército ruso.
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