Ya en 2015, durante una cumbre de la UE en Riga, el expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, saludó a Viktor Orbán -mitad en broma y mitad en serio- con un jocoso "hola, dictador". No andaba desencaminado el político luxemburgués.
El primer ministro de Hungría anunció este martes que desde la medianoche entra en vigor un nuevo estado de emergencia por la guerra en la fronteriza Ucrania. Esta medida ya la impuso Orbán hace dos años por la pandemia de la Covid, si bien el Parlamento iba a ponerle fin el próximo día 31. Y ya recurrió a ella en 2015, durante la crisis de refugiados. Tres estados de emergencia consecutivos.
"El Gobierno declara el estado de emergencia por la guerra de Ucrania", dijo Orbán este martes en un vídeo publicado en la red social Facebook. Según el primer ministro húngaro, el mundo está a punto de entrar en una crisis económica. Y ante esta situación considera que el país "debe mantenerse al margen de la guerra y proteger la seguridad de las familias, para lo que es necesario espacio de maniobra".
Desde el entorno del ministro señalan que lo que se pretende con esta enmienda es que el Ejecutivo cuente con "los instrumentos necesarios para ayudar, apoyar y poder alojar a refugiados, así como para contrarrestar y aliviar los efectos económicos negativos". El estado de emergencia significa que el Gobierno puede emitir decretos relacionados con el asunto por el que ha sido aprobado, sin consultar al Parlamento. Las primeras medidas se anunciarán este mismo miércoles.
El Ejecutivo de Orbán tiene que lidiar con las consecuencias de la guerra en Ucrania, una inflación anual del 9,5% y un déficit presupuestario que se disparó en el primer trimestre por el elevado gasto preelectoral. A todos estos problemas se suma el hecho de que el mandatario húngaro intenta evitar que se produzca una marcada desaceleración económica. En opinión de Orbán, la crisis viene provocada por la invasión rusa de Ucrania y las sanciones de Bruselas contra Moscú.
Orbán, cuyo partido nacionalista Fidesz volvió a ganar las elecciones el pasado mes de abril por una mayoría parlamentaria de dos tercios, ha aumentado gradualmente sus poderes durante sus 12 años en el cargo. Y ese aumento de poder a menudo ha venido acompañado de críticas de la Unión Europea y grupos de derechos humanos por lo que consideran una erosión de los contrapesos democráticos.
Hace apenas un mes la Comisión Europea lanzó un expediente sancionador para congelar fondos comunitarios a Hungría por los casos de corrupción y fraude generalizados en el país, que afectan a los intereses financieros de la UE.
"La Comisión ha decidido actuar porque tiene preocupaciones graves sobre una serie de problemas relacionados con el uso de los fondos europeos en Hungría. Estos problemas afectan al uso de la contratación pública, al funcionamiento de las autoridades responsables de los fondos europeos, a los controles financieros y auditorías, la transparencia, la prevención del fraude y de la corrupción", explicó entonces un alto funcionario comunitario a este periódico, tal y como informaba Juan Sanhermelando.
A ello se suma que el Gobierno de Orbán mantiene su veto al boicot petrolero, que fue propuesto por Ursula von der Leyen hace ya tres semanas.
En un video en Facebook, el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, llegó a afirmar que el plan de la Comisión Europea "demolería por completo" la seguridad de suministro energético de Hungría. El embargo al petróleo ruso provocaría un aumento de entre el 55% y el 60% de los precios del combustible, aseguró.
"Hemos dejado claro que sólo votaremos a favor de la propuesta si Bruselas propone una solución al problema que ellos han creado", aseguró Szijjártó.
"Esperamos propuestas sobre la mejora de nuestras refinerías y un aumento de la capacidad del oleoducto a Croacia por centenares de millones de dólares, así como sobre el futuro de la economía húngara, ya que la propuesta en su forma actual equivale a una bomba atómica", sostuvo hace apenas diez días el jefe de la diplomacia húngara.
Las negociaciones hasta ahora han dejado claro que "Bruselas no tiene soluciones para estos problemas" y por eso Hungría mantiene el veto al sexto paquete de sanciones, según Szijjártó. Las sanciones contra Moscú requieren el apoyo unánime de los Veintisiete Estados miembros.
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