Una carretera dañada tras el ataque al puente de Crimea, en el estrecho de Kerch, este lunes.

Una carretera dañada tras el ataque al puente de Crimea, en el estrecho de Kerch, este lunes. Reuters

Europa

Ucrania bombardea el puente de Crimea y avanza en el frente de Bakhmut con rumbo a Mariúpol

Aunque Ucrania no avanza a la velocidad del pasado verano, Kiev continúa recuperando terreno en varios frentes. 

18 julio, 2023 01:58

El puente de Kerch es testigo inmóvil de todo lo que ha cambiado en la guerra de Ucrania durante el último año. El primer ataque ucraniano sobre la estructura que une la península de Crimea por carretera a territorio ruso fue el 8 de octubre de 2022. Por entonces, el miedo a irritar a Putin seguía siendo el pan nuestro de cada día, hasta el punto de que Ucrania no reconoció abiertamente su ataque. Rusia aún no había perdido el norte de Jersón y Zaporiyia y estaba en medio de un cambio en la estructura de mando: el general Sergei Surovikin tomaba ese mismo día las riendas de la "operación militar especial" sustituyendo a Alexander Dvornikov.

Fue el propio Surovikin el encargado de responder al ataque con una oleada brutal de bombardeos que causaron cientos de muertes entre civiles de poblaciones ucranianas, algunas tan alejadas del frente como Leópolis, casi en la frontera con Polonia. Nueve meses después, el puente de Kerch ha vuelto a ser objeto de un ataque con drones submarinos. Los daños parecen menores (al menos las vías de tren parece que pueden seguir cumpliendo su función), pero el principal objetivo se ha cumplido: ahuyentar a los turistas rusos de Crimea, uno de los grandes destinos vacacionales. Las imágenes de la zona muestran decenas de kilómetros de retenciones provocadas por la huida de miles de personas hacia Melitopol, aún en territorio ucraniano. El daño económico para Rusia será notable.

¿Qué más ha cambiado entre ambos ataques? De entrada, los protagonistas: Surovikin está ahora mismo desaparecido. Se supone que fue detenido e investigado por su posible relación con el intento de golpe de estado de Prigozhin y el Grupo Wagner el pasado 24 de junio. Vladimir Putin, para quien el puente de Kerch tiene una importancia enorme pues es la gran obra megalómana de su presidencia, no ha salido a condenar el ataque de momento ni se le espera en la zona, como sí hizo en octubre de 2022 (una de las dos únicas ocasiones documentadas en las que ha pisado territorio ocupado desde que empezó la guerra).

Avión estrellado

De hecho, Putin tiene un serio problema de credibilidad y confianza ahora mismo, entre continuas amenazas de insurrección y el descontento general del ejército del cual depende para reafirmar su autocracia. Probablemente, Ucrania fuera consciente de ello y por eso se ha elegido este ataque en este momento. Un ataque, por cierto, que esta vez sí se ha reivindicado sin complejos ni culpabilidades, señal de que el miedo, afortunadamente, va desapareciendo.

Represalias 

Esto no quiere decir que Rusia no tenga capacidad de respuesta. Es de suponer que habrá otro intento de bombardeo masivo, pero las defensas antiaéreas ucranianas no son ni mucho menos las de hace nueve meses. De momento, se ha limitado a anunciar, muy digna, la ruptura del acuerdo con Ucrania, Turquía y las Naciones Unidas para llevar el abundante grano ucraniano a la Unión Europea y a África a través del Mar Negro. Hay que recordar que, en la práctica, Rusia controla todo el paso marítimo entre Ucrania y Turquía y puede permitirse el lujo de amenazar con hambrunas tremendas a millones de personas completamente ajenas al conflicto.

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Ahora bien, esta noticia, aunque se formalice hoy, no es precisamente nueva. Rusia lleva semanas anunciando su voluntad de salirse del tratado de comercio. La excusa oficial es que solo sirve para que Ucrania se enriquezca y se insiste en que su "gesto de buena voluntad" no está siendo valorado por la Unión Europea, que sigue enviando armas a su enemigo. La oficiosa es que Rusia no solo está descontenta con la Unión Europea, sino con la propia Turquía, que recientemente liberó a varios de los prisioneros del Batallón del Azov que Putin había dejado bajo custodia de Erdogán, además de votar a favor de la entrada de Suecia -histórico enemigo ruso- en la OTAN.

Tras todos estos agravios y represalias, obviamente, se esconde también el hecho de que las cosas no van bien para Rusia en el campo de batalla. Ucrania no está consiguiendo que se desplomen los frentes como sucedió el pasado verano-otoño en Járkov y en Jersón, pero eso ya era a priori imposible. El objetivo, como venimos diciendo, es que dicho desplome llegue a medio-largo plazo, a base de ir golpeando la retaguardia y cortando las líneas de comunicación. En ese sentido, el ataque al puente de Kerch tiene también una gran importancia militar. Por ahí pasan tropas y suministros desde Rusia a Crimea y luego desde Crimea al eje Melitopol-Berdiansk-Mariúpol.

Bakhmut y Mariúpol

Aparte de esta lenta erosión de las estructuras defensivas rusas, se siguen produciendo avances en distintas zonas del frente. Este domingo, las fuerzas armadas ucranianas publicaron un vídeo desde el interior de Bakhmut, una ciudad reducida a cenizas. Aunque es imposible verificar la fecha del vídeo, está claro que Ucrania quiere mandar el mensaje de que ya ha conseguido entrar en la ciudad después de semanas rodeándola tanto por el norte (Berkhivka) como por el sur (Klishchiivka). Si el objetivo es echar a las tropas de ocupación o, más probablemente, obligar a Rusia a mandar más hombres y desproteger así otras zonas, lo descubriremos en breve.

Por otro lado, sigue el avance en la vertiente oeste del río Mokri Yali, al sur de Velyka Novosilka. Tras la liberación de Makharivka, las tropas ucranianas podrían controlar ya buena parte de Staromaiorske y continuaría el asedio sobre Urozhaine, ciudad especialmente importante porque está localizada al otro lado del río… y justo da acceso a la carretera T0518. El control de cualquier carretera es muy importante, porque los rusos rara vez las minan -obviamente, ellos mismos las necesitan para poder trasladar sus refuerzos- y el avance es en consecuencia más rápido.

En este caso, la T0518 desemboca en Nikolske, a poco más de una decena de kilómetros de Mariúpol. Aunque todo esto va a ir muy lento y se va a hacer con mucho cuidado, la posibilidad de que Ucrania recuperase dos de los grandes símbolos de la crueldad rusa en su invasión sería una imagen de lo más potente. Tanto Bakhmut como Mariúpol son símbolos de la resistencia ucraniana por un lado y de los crímenes de guerra rusos por el otro. Su regreso a la legalidad tiene que ser uno de los grandes objetivos del ejército de Zelenski y Zaluzhnyi. Sería un mensaje muy poderoso tanto para su vecino como para la comunidad internacional.