Un militar de la 24.ª Brigada Mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania, en el frente de Chasiv Yar.

Un militar de la 24.ª Brigada Mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania, en el frente de Chasiv Yar. Oleg Petrasiuk Reuters

Europa

Putin reactiva el pánico nuclear tras ver que Ucrania responde a su escalada con el 1er ataque de misiles de EEUU contra Rusia

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En la mañana de este martes, el alto mando ucraniano anunció en sus redes sociales el lanzamiento de misiles ATACMS, de fabricación estadounidense, contra un depósito de armas en la región de Briansk. Se trata del primer ataque sobre suelo ruso con armas extranjeras por parte del ejército del general Oleksandr Syrskyi y llega a las pocas horas de que el presidente Joe Biden diera su permiso para utilizar misiles de media y larga distancia contra objetivos militares rusos y norcoreanos.

Dicho permiso llevaba solicitado casi desde el inicio de la guerra, cuando llegaron los HIMARS a Ucrania, pero la administración demócrata se había negado siempre a facilitarlo. La última vez, a finales de septiembre, después de una larga reunión entre Biden y Zelenski en la Casa Blanca. No se sabe bien qué ha cambiado desde entonces más allá del hecho de que la vicepresidenta Kamala Harris perdiera las elecciones contra Donald Trump el pasado 5 de noviembre. Imposible discernir si es un último gesto de colaboración con Ucrania o un mensaje a la administración entrante para dejar claro quién manda hasta el 20 de enero.

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski prefirió no comentar nada al respecto en la rueda de prensa que protagonizó en Kiev junto a la primera ministra de Dinamarca, Mette Fredrikssen. “Ucrania tiene armas de larga distancia: drones fabricados por nosotros mismos, misiles Neptuno y, ahora, misiles ATACMS… Pensamos utilizarlos todos”. Respondía así a las amenazas del Kremlin de las últimas horas, en las que se advertía de que el uso de armas de la OTAN contra territorio ruso se consideraría un acto de guerra de la propia Alianza, independientemente del país que las lanzara.

Cambio en la doctrina nuclear rusa

La reacción rusa no ha tardado en llegar: el portavoz Dmitri Peskov compareció ante la prensa en la mañana del martes para restar importancia a las consecuencias del ataque, asegurando que cinco de los seis misiles habían sido derribados y el sexto había quedado seriamente dañado. Aun así, también anunció que el presidente Vladimir Putin había firmado el anunciado cambio en la doctrina nuclear por el cual Rusia se reserva el derecho a responder con armas nucleares a cualquier ataque con armas convencionales sobre su territorio por parte de un país aliado de una potencia nuclear.

El cambio parece pensado exclusivamente para la situación actual y pone de nuevo sobre la mesa una amenaza que lleva repitiéndose casi desde el primer día de la invasión. Rusia siempre ha querido dejar claro que es una potencia nuclear y que solo eso ya merece que se la trate con respeto. Asimismo, sabe que no hay arma más potente para influir en las opiniones públicas occidentales que recurrir al espantajo del apocalipsis. Eso sí, de momento, todas las líneas rojas que ha trazado se han ido cruzando: desde los ataques a Crimea a la entrega de determinado armamento (defensas antiaéreos, misiles de larga distancia, cazas F16…).

Según cuenta el prestigioso periodista Bob Woodward en su último libro, War, Rusia se planteó seriamente utilizar armas nucleares tácticas en Ucrania después de las humillantes derrotas de finales de verano de 2022 en Járkov y Jersón. La reacción estadounidense fue inmediata, advirtiendo de un ataque masivo con armas convencionales como respuesta. En aquel momento, China se puso del lado estadounidense y Rusia consideró que no se trataba de una situación lo suficientemente desesperada como exigía entonces su doctrina.

El presidente Joe Biden llegó a llamar personalmente a Vladimir Putin ante el empeño de todo el entorno del Kremlin de negar la información que poseía el Pentágono. Tras un intenso intercambio de pareceres, Putin acabó amenazando a Estados Unidos con una guerra nuclear, a lo que el presidente demócrata contestó que una guerra nuclear no se puede ganar, con lo que es absurdo iniciarla. El presidente chino Xi Jinping ha mantenido en todo momento la misma postura al respecto, una posición consensuada durante casi 80 años tras los horrores de Hiroshima y Nagasaki.

Sin noticias de Donald Trump

Pese a que la situación en el frente es mejor ahora para Rusia que en 2022, las amenazas vuelven porque funcionan. El ejército ruso lleva año y medio de ofensiva en el Donbás y aunque su avance es lento, al menos es continuo. En su contra juega el enorme precio que está pagando en vidas y armas, lo que le ha obligado precisamente a recurrir al apoyo de Kim Jong-Un para liberar la región de Kursk, parte de la cual está desde hace meses bajo control de fuerzas ucranianas.

Aunque el pánico es libre y comprensible, nada hace apuntar a que Putin vaya a cumplir sus amenazas. De entrada, sería un suicidio, pues supondría una escalada que probablemente acabara con el planeta tal y como lo conocemos, Rusia incluida. No tendría ningún sentido intentar justo ahora algún tipo de locura cuando la guerra parece haberse puesto a su favor y quedan dos meses para la llegada a la Casa Blanca de uno de sus máximos defensores. De hecho, si el siempre temeroso Biden y sus asesores Harris, Sullivan y Blinken, han tomado por fin esta decisión probablemente sea porque están convencidos de que no tendrá consecuencias.

Más probable es que aumenten las operaciones de sabotaje y guerra híbrida en los países europeos aliados de Ucrania. Por ejemplo, este martes se conoció que los cables submarinos que dotan de conexión a internet a Lituania y Suecia habían sido dañados. Todo apunta a una maniobra dirigida desde Moscú, que puede repetirse con cierta frecuencia, con el apoyo o sin él de sus aliados chinos e iraníes.

El que aún no se ha pronunciado oficialmente al respecto de la tensa situación es el presidente electo Donald Trump, quien anda estos días configurando su equipo de gobierno y paseándose con Elon Musk por el país. Mucho antes de empezar la campaña, ya prometió que podía acabar la guerra en veinticuatro horas y obligar a ambas partes a llegar a un acuerdo justo. Lo cierto es que, desde que ganara las elecciones, apenas ha hablado de política exterior y sus nombramientos parecen más destinados a gestionar la crisis en Oriente Próximo que en Ucrania. Más allá de la llamada protocolaria a Zelenski, compartida también con Musk, su equipo no ha querido adelantar qué movimientos tiene pensados para conseguir una paz que, tal y como la plantea, más parece una rendición que otra cosa.