El 'superciclo' electoral de 2024 toca a su fin con un mundo más escorado hacia la derecha
- El un año histórico para la democracia, son numerosos los países que han decidido apostar por partidos u opciones hasta hace poco parias.
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2024 ha sido un año histórico para la democracia. Casi 80 países, que aglutinan a algo más de la mitad de la población mundial, han participado en algún tipo de proceso electoral para renovar sus instituciones y gobiernos en los últimos doce meses. Los ciudadanos de Estados Unidos, India, México o la Unión Europea, entre otros, han votado para dirimir su futuro, incierto incluso ahora, con los resultados ya en la mano.
"En muchos casos, el mundo ha votado desde el enojo, el malestar o el miedo", explica Carme Colomina, investigadora principal del Barcelona Center for International Affairs (CIDOB) y coordinadora del anuario El mundo en 2025: diez temas que marcarán la agenda internacional. De acuerdo con la experta, gran parte de los más de 1.600 millones de personas que han pasado por las urnas, lo han hecho para castigar a los partidos en el poder, engrosando la lista de líderes derrotados.
El caso más evidente es, quizá, Estados Unidos. En noviembre, tras una carrera presidencial turbulenta e impredecible, Donald Trump volvió a ser elegido para llevar el timón de la primera potencia mundial. El candidato republicano ganó, además, de manera aplastante, llevándose por delante a su rival demócrata, Kamala Harris, que apenas acababa de aterrizar en la competición tras cuatro años como vicepresidenta de la Administración Biden. Y ganó, pese a ser oficialmente un criminal convicto, con un discurso más radical que el que le llevó por primera vez a la Casa Blanca en 2017.
El regreso de Trump -o mejor dicho, la victoria del trumpismo- es también el ejemplo más claro de cómo los equilibrios políticos han comenzado, paradójicamente, a decantarse hacia un lado. También de cómo los discursos alternativos se han impuesto a los del statu quo y se ha asentado un nuevo tipo de liderazgo que se sale de los márgenes. En concreto, del margen derecho.
Los ultras escalan en la UE
En junio, de las elecciones europeas surgió el Parlamento Europeo más derechizado (más de la mitad de los 720 diputados se encuadran entre el centroderecha y la extrema derecha) y fragmentado de la historia, con la aparición de nuevos partidos ultras. Ese giro también ha sacudido las elecciones nacionales y regionales en varios países europeos.
En Francia, la extrema derecha de Marine Le Pen (Agrupación Nacional, RN) fue el partido vencedor en las europeas, con algo más del 31 % de los votos, lo que llevó al presidente Emmanuel Macron a convocar inesperadamente elecciones legislativas anticipadas. Y antes de que una gran coalición de izquierdas remontase en la segunda vuelta, la ultraderecha se colocó a las puertas del poder en la primera vuelta.
En la vecina Alemania, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), antieuropeísta y prorrusa, se alzó con el segundo puesto en las europeas. Luego, cosechó unos resultados históricos en tres estados federados: Sajonia, Turingia y Brandeburgo. No ha llegado a formar Gobierno debido al cordón sanitario impuesto por los partidos tradicionales, pero su auge es innegable.
Además, de cara a las elecciones anticipadas programadas para febrero después de que colapsara el Gobierno de coalición de Olaf Scholz, la AfD podría convertirse en una de las principales fuerzas, según avanzan ya todas las encuestas.
También en Austria, el viento ha soplado a favor de los ultraderechistas de FPÖ, que triunfaron las elecciones europeas con un 25,4% de los votos, y en septiembre reafirmaron su ascenso en las generales con casi un 29% de los apoyos. Así, el partido de extrema derecha se ha consolidado como un actor clave en el panorama político, aunque el poder aún esté fuera de su alcance.
En la república alpina, tres partidos –el conservador ÖVP, el socialdemócrata SPÖ y los liberales de Neos– están tratando de tejer una alianza que les permita gobernar juntos e impedir así la llegada al poder de FPÖ. Con toda probabilidad, la coalición echará a andar en enero.
La otra cara: las derrotas
La otra cara de las victorias de la derecha en el escenario global es la de los gobernantes que han sucumbido. Entre ellos figuran los demócratas estadounidenses y los macronistas en Francia, pero también los conservadores británicos. Porque en esta ola derechista, Reino Unido se erige, quizás, como la excepción que confirma la regla.
Este año, tras la inestabilidad reflejada en una sucesión de cuatro primeros ministros en menos de dos años, el país del brexit votó por el Partido Laborista, rompiendo una hegemonía conservadora que había perdurado más de una década.
Al otro lado del océano, en México, las opciones tradicionales han logrado mantenerse en el poder, aunque con importantes transformaciones. Los mexicanos renovaron en las urnas su confianza en Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, pero marcaron un hito histórico al elegir por primera vez a una mujer, Claudia Sheinbaum, como presidenta.
En India, el primer ministro Narendra Modi y su proyecto nacionalista volvieron a imponerse en las urnas tras una década en el poder. Sin embargo, su victoria llegó con un margen más ajustado de lo esperado: no logró una mayoría abrumadora en el Parlamento y ahora, en 2025, deberá negociar con partidos minoritarios para avanzar en sus propuestas.