Cómo Qatar, la base operativa de Hamás, se ha convertido en el mediador del alto el fuego en Gaza
El profesor Ignacio Gutiérrez de Terán explica a EL ESPAÑOL cómo este emirato ha conseguido negociar una tregua entre Israel y Hamás.
22 noviembre, 2023 03:27Dentro de la crudeza de la guerra, una pequeña ventana parece seguir abierta a la negociación. Por mucho que esta sea rígida y sus frutos escasos. 25 días después de que Israel lanzara su ofensiva en Gaza, Hamás devolvió a los primeros rehenes tomados el 7 de octubre. Unos días más tarde, se acordó la salida a Egipto por el paso de Rafah de un grupo reducido de palestinos que tenían pasaporte extranjero o condiciones de salud severas. Desde entonces, cientos de personas atrapadas han evacuado la Franja. Entre ellas, las 138 con pasaporte español.
Este martes, las negociaciones han avanzado considerablemente: después de 46 días de guerra y varias semanas de negociaciones, Israel y Hamás han sellado un acuerdo de tregua. Además de un alto el fuego de cuatro días, ambas partes han convenido en liberar mujeres y niños de un lado y del otro: al menos 50 rehenes israelíes a cambio de 150 presas palestinas.
El pacto de esta semana ha sido posible gracias a la mediación de Qatar, un país en la otra orilla de la península arábiga, lejos de Gaza, Ramala o Tel Aviv, del que hace exactamente un año se hablaba por ser la primera nación árabe o asiática en albergar un mundial de fútbol. El país ofrece la terra nullius más fiable para auspiciar las negociaciones: aunque proactivo, es equidistante y amiga a partes iguales de Washington y Teherán. Allí es también donde Hamás tiene su base de operaciones oficiosa, y donde residen desde hace años los capitanes de su facción política.
Pero, ¿por qué ese emirato, del tamaño de la Región de Murcia, resulta el intermediario perfecto en esta guerra? En realidad, Qatar ya ha arbitrado en otras disputas. Hace apenas dos meses, Rusia y Ucrania acordaron en este país árabe devolver a Kiev un grupo de niños tomados por la fuerza tras la invasión rusa de febrero de 2022. El secreto está en el equilibrio riguroso que Doha demuestra en su política exterior, que utiliza para estrechar lazos con enemigos irreconciliables y reafirmarse así como un óptimo tercero.
Los éxitos de la alternativa catarí, aunque modestos, son ya manifiestos. Hamás afirmó el martes que liberará a más rehenes con pasaporte extranjero gracias a la intermediación de Qatar ―y de Egipto, cuya región del Sinaí es limítrofe con la ciudad gazatí de Rafah―. Otros países, como Tailandia, han recurrido en los últimos días a Doha para incluir a sus ciudadanos retenidos en Gaza en los planes de negociación. Mientras tanto, "Hamás guarda el máximo mutismo en torno a esto. Pero sí es muy probable que Qatar esté negociando ya un mayor número de deliberaciones", afirma a EL ESPAÑOL el profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid, Ignacio Gutiérrez de Terán.
Para el investigador, coautor del libro Qatar: La perla del Golfo (2022), las negociaciones están suponiendo "un quebradero de cabeza para Tel Aviv, puesto que muchas veces ponen en compromiso las posturas militares belicosas de un sector del Gobierno israelí. Es evidente que, si hubiese una tregua o por lo menos se relajasen los cruentos bombarderos sobre Gaza, estas negociaciones tendrían más posibilidades de prosperar. Imagino también que Qatar irá en esa línea en sus negociaciones", apuntaba antes de que se anunciara el alto el fuego de este martes.
¿Qué condiciones reúne Qatar para ser, de entre todos los actores posibles, el que orquesta las negociaciones?
En un mediador se busca la fiabilidad con respecto a las dos partes, y Qatar tiene esa ambivalencia: es un Estado musulmán tradicional apegado en principio a la región de Oriente Medio, pero que mantiene muy buenas relaciones con Occidente. El primer ejemplo es la presencia de bases estadounidenses allí y las grandes relaciones comerciales que mantiene con EEUU y Europa. Al mismo tiempo, esa identidad islámica lo acerca a los países musulmanes del entorno, en concreto a aquellos círculos del islam político que en un principio fueron moderados. Ahí se inscribe la buena relación que ha tenido siempre con los Hermanos Musulmanes, tanto en Siria y en Egipto como en Hamás, que en un principio pertenecía a toda esta constelación.
Requiere equilibrio mantener esta ambivalencia: es difícil de explicar cómo un país es capaz de condenar la ofensiva de Israel en Gaza desde el primer momento, pero al mismo tiempo mantener esos vínculos y estos lazos con estadounidenses e incluso israelíes. Israel sabe y reconoce que Qatar desempeña una función muy importante para la liberación de los presos que sigue manteniendo Hamás.
Esta pequeña península ha sido escenario, con horas de diferencia, de la visita de Blinken, el ministro de Exteriores de Irán, y jefes de la diplomacia rusa. En ella también tiene su sede Hamás y, pese a ello, Israel ha loado el rol "crucial" de la mediación de Doha. Más allá de eso, ¿Qatar tiene el poder de avanzar alguna agenda política?
El objetivo principal de la política exterior catarí es reafirmarse como el país con mayor capacidad de interlocución en la región del Golfo, por encima de rivales como Arabia Saudí. Qatar ya ha conseguido una relevancia que excede su importancia geográfica y de población, gracias precisamente a su política de mediación entre dos polos que necesitan una suerte de lugar común donde poder negociar. Esto se consigue incluyéndose, hasta cierto punto, bajo estas dos esferas de influencia. Doha mantiene una buena relación ―sobre todo económica y comercial― con Teherán, y al mismo tiempo depende en lo estratégico de Washington.
Recordemos también que dos dirigentes políticos de Hamás ―Ismail Haniya y Jaled Meshal― viven en Qatar. Las relaciones entre el país del Golfo y los mandatarios de Gaza se han cimentado durante años: los lazos diplomáticos ―e incluso de amistad― entre el emir y algunos líderes de Hamás son notorios, y los vínculos económicos también. A día de hoy y desde hace años, Qatar libera una cantidad de dinero mensual para pagar a los funcionarios de la Franja de Gaza y distribuir ayudas humanitarias.
Pero Doha no tiene peso político en las conversaciones más allá de negociar la liberación de los rehenes civiles israelíes que tiene Hamás. Las condiciones de la negociación han sido esas: que Qatar sea un facilitador del encuentro entre las partes, y que traslade las peticiones del uno al otro. No creo que quiera ―ni le dejen― llegar más allá de eso. Por el momento, tampoco se contempla que el país esté preparando una solución política de largo alcance que trascienda la liberación de los prisioneros.
Arabia Saudí tendría un margen amplio para intentar llevar a cabo una iniciativa de paz que pasaría primero por un alto el fuego. Riad estaba a punto de firmar un acuerdo de paz con Israel justo antes del ataque de Hamás. Ahora mismo, las expectativas son muy negativas. Puede ser que los saudíes, que son conocidos por tener una diplomacia lenta y reactiva, lo estén pensando. Pero aún no se ha dado ningún paso en esta dirección.