Entre amenazas de Hezbolá y ataques de Biden, Netanyahu ordena matar a otro general iraní
El jefe de las FDI afirma que “ha llegado el momento de tomar una decisión” sobre Hezbolá y abre la puerta a un segundo frente.
5 junio, 2024 02:56El vicesecretario general de la organización terrorista Hezbolá, Naim Qassem, anunció este martes en una entrevista con la cadena qatarí Al Jazeera que su organización no tenía pensado entrar en guerra con Israel. Ahora bien, quiso dejar claro al primer ministro Netanyahu que, si Israel se decide a entablar una “guerra total” en el Líbano, “nuestras fuerzas están preparadas”, además de lanzar una clara amenaza: “La extensión de la guerra al Líbano implica la muerte, destrucción y desplazamiento de civiles en territorio de Israel”.
La idea de un doble frente ha estado sobrevolando el conflicto en Gaza desde el mismo 7 de octubre. Primero, como amenaza de Hezbolá, que prometió ayudar a sus “hermanos palestinos” hasta que el clérigo Hasán Nasrala desechó la opción militar en su discurso de principios de noviembre. Después, como opción contemplada por las propias FDI y el gobierno de Netanyahu en su intención de “matar dos pájaros de un tiro” y acabar a la vez con las dos milicias terroristas que le hacen la vida imposible: Hamás y Hezbolá.
Ambas organizaciones tienen en común su sometimiento a las órdenes de los ayatolás de Irán, aunque Hamás sea de confesión suní y solo Hezbolá se considere chií, una excepción a la norma en la región. De hecho, el ministro de Exteriores iraní en funciones, Ali Bagheri Kani visitó Beirut el pasado lunes para reunirse con Nasrala y exigir a Estados Unidos que detenga la venta de armas a Israel y se deje de planes de paz. Bagheri sustituye a Hossein Amir Abdollahian, fallecido junto al presidente Ebrahim Raisí en accidente de helicóptero el pasado 19 de mayo.
Las FDI golpean a Irán en Alepo
Israel y Hezbolá llevan años envueltos en una guerra de baja intensidad, con bombardeos a ambos lados de la frontera. Hezbolá se niega a retirarse a las posiciones establecidas en el acuerdo que puso fin a la guerra de 2006 y usurpa así las funciones atribuidas al ejército legítimo del Líbano. Israel exige dicha retirada para mayor seguridad de sus ciudadanos. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, líder del Frente Nacional, ha sido especialmente explícito a la hora de demandar un ataque bélico que ponga fin a las actividades de Hezbolá.
El problema para Israel es que dicho ataque debería tener lugar una vez terminada la guerra de Gaza, pero la guerra de Gaza parece que no va a acabar nunca, ante la incapacidad de destruir por completo a Hamás y la presión de la comunidad internacional para proteger a los cientos de miles de civiles desplazados a lo largo y ancho de la Franja. Pensar ahora mismo en un segundo frente parece una locura que además tendría implicaciones diplomáticas con socios árabes como Egipto o Jordania.
Eso no ha impedido al jefe de las Fuerzas de Defensa Israelíes, Herza Halevi, afirmar este martes que “ha llegado el momento de tomar una decisión” respecto a Hezbolá. “Llevamos ocho meses golpeándoles y les hemos debilitado mucho. Teniendo en cuenta los ataques de los últimos días y después de un largo entrenamiento, estamos preparados para pasar a la ofensiva en el norte”, afirmó Halevi en una visita a la frontera con Líbano.
Mientras tanto, la actividad contra los “satélites” de Irán en la región sigue su curso. El pasado lunes, según la prensa iraní, el ejército israelí habría atacado posiciones de la Guardia Revolucionaria cerca de Alepo, causando la muerte del general Saeed Abya, enviado del gobierno de Teherán para asesorar a las milicias proiraníes de la zona.
Se trataría del primer oficial iraní asesinado por Israel desde el ataque a las dependencias anexas al consulado de Damasco el 2 de abril, lo que supuso una escalada de tensión entre ambos países que incluyó el lanzamiento de misiles en un sentido y el otro sin excesivas consecuencias.
Biden no descarta crímenes de guerra
Para garantizar la continuidad de sus operaciones a medio y largo plazo, el ministro israelí de defensa, Yoav Gallant, anunció este martes la compra de 25 F-35 a Estados Unidos. Se trata de cazas de última generación que solo estarán disponibles a partir de 2028, pero que proporcionan a Israel una ventaja clave en la zona, pues son prácticamente indetectables y, por lo tanto, muy difíciles de derribar. Su velocidad, además, permite incursiones en otros países en cuestión de minutos.
La compra está valorada en 3.000 millones de dólares, que saldrán del paquete de ayuda económica que el Congreso estadounidense aprobó el pasado mes de abril. La noticia llega justo en el peor momento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de ambos países. El plan de paz anunciado por el presidente Biden el pasado viernes sigue sin ser refrendado por Israel ni por Hamás, lo que le deja en una posición como mínimo incómoda.
A eso hay que sumarle una entrevista concedida a la revista Time en la que el líder estadounidense tiene duras palabras hacia su homólogo israelí. A la pregunta de si Israel estaría cometiendo crímenes de guerra en Gaza, Biden no es capaz de contestar con un “no” rotundo, sino que se limita a un “no está claro” que abre todas las posibilidades.
Recordemos que el Tribunal Penal Internacional está investigando a Netanyahu y Gallant precisamente por esos delitos y el fiscal ha pedido una orden de arresto para ambos que aún no ha sido autorizada.
Intereses políticos
No quedan ahí los ataques de Biden hacia Netanyahu, algo insólito no solo teniendo en cuenta la larga alianza entre ambos países, sino la estrecha relación de amistad que ambos líderes mantuvieron durante décadas. En la entrevista con Time, Biden insinúa abiertamente que Netanyahu está prolongando la guerra no ya por el bien de su país ni mucho menos por el de los ciudadanos que permanecen secuestrados por los terroristas de Hamás, sino por su propio interés político, en referencia a las presiones que recibe por parte de sus compañeros de gobierno.
De momento, Netanyahu aún no se ha manifestado públicamente ante esa acusación, pero el G7 sí ha querido salir en respaldo del presidente Biden con un comunicado en el que se afirma que el plan de paz propuesto el pasado viernes es la mejor solución posible.
El plan, que Israel no reconoce como propio aunque Qatar y la Casa Blanca insistan en lo contrario, incluye 16 días de alto el fuego e intercambio de rehenes por prisioneros palestinos que se alargarían después a seis semanas y que culminarían en una tregua indefinida para que ambas partes lleguen por fin a un acuerdo.
Israel defiende que, durante el proceso, sus tropas deben permanecer en Gaza y que Hamás debe rendirse, algo que Biden no mencionó en su discurso. Por su parte, Hamás nunca aceptará una rendición ni se sentará a negociar si las FDI siguen en la Franja. Así lo han declarado sus líderes en numerosas ocasiones y no tiene pinta de que vayan a cambiar de idea justo ahora que la imagen de Israel ante el mundo pasa por su peor momento en años y la cuestión palestina vuelve a copar las portadas de todos los medios. Justo lo que pretendían los asesinos que llevaron a cabo la infame masacre del 7 de octubre.