Oriente Próximo

Dentro del refugio de Beirut donde prohíben usar la palabra "paz": "Me consuela que lo que pasa es por Gaza"

Se calcula que medio millón de personas han sido desplazadas en Líbano mientras la crisis se acentúa ante una posible guerra total entre Hezbolá e Israel. 

25 septiembre, 2024 03:23
Beirut (Líbano)

Jadiya* hoy duerme en el suelo, pero confía en que el sacrificio sirva para vencer al enemigo. El lunes, esta mujer de 63 años huyó de su pueblo del sur del Líbano a la capital, Beirut. A las 6:30 de la mañana se levantó con el fragor de los misiles enemigos a pocos metros de su casa, y a las 10:00 ya estaban en la autovía. “Me duele todo, y estoy destrozada, pero si Dios quiere, este esfuerzo ayudará a cambiar las cosas”, dice desde una escuela de hostelería reconvertida en refugio a la que acaba de llegar con su marido.

Su único consuelo es que la ‘resistencia islámica’ —Hezbolá y otros grupos afines— expulse al Ejército israelí del Líbano, como ya consiguió hacer en 2006, y le obligue a abandonar Gaza también. Jadiya ha perdido la esperanza en que nadie más que el Partido de Dios se oponga con éxito a Israel: “Los países árabes han vendido su alma al diablo y en Europa nuestras vidas no valen nada. Sólo le importamos a Irán y ni siquiera son árabes”, reprocha.

En la travesía hasta Beirut, Jadiya perdió a una sobrina que había emprendido el camino un rato después que ella. Se quedó organizando el desalojo en el pueblo y, cuando fue a salir de casa, ya era demasiado tarde. Por suerte, Jadiya se había llevado a la hija de la fallecida para arriesgarse lo menos posible a que la niña presenciara los bombardeos. Ahora, ella y su marido se han hecho cargo de la huérfana. Los tres se quedan en un cubículo del edificio sin electricidad ni colchones. Pero la situación, deplorable, sólo vuelve a la mujer contra un culpable: “Muerte a Israel. Israel es terrorismo, es el mismo Satanás”.

Los vecinos de la estancia de al lado no piensan como Jadiya. “Queremos paz, sólo paz”, asegura Zahra. Esta mujer, del pueblo de Halusiye, no quiere verse arrastrada a una guerra por nada del mundo. Se pregunta cuándo podrá volver a su huerto justo al sur del río Litani, en una zona que Israel pretende desmilitarizar. El periodista subraya en su cuaderno la frase que tanto repite la entrevistada: “Queremos paz”.

En los pasillos del edificio, Zahra ve a alguien del pueblo de al lado. Es otra madre de familia. “¿Compartimos?”, pregunta. Se refiere a la caja de artículos del hogar que proporciona el Gobierno libanés para cada dos familias. “Es de chiste, vamos a necesitar ir a un supermercado algún día”, avisa a su compañera. Más allá de las limitadas ayudas del Gobierno, los desplazados que llegan a este centro son recibidos por varias ONG: Cáritas, Acción contra el hambre y Amal, un partido chií más moderado que Hezbolá pero afín a la resistencia.

Una mujer desplazada en el Instituto Técnico de Bir Hassan de Beirut, convertido en un refugio.

Una mujer desplazada en el Instituto Técnico de Bir Hassan de Beirut, convertido en un refugio. Reuters

A la salida del edificio, un hombre sin uniforme de ninguna de las ONG requisa el cuaderno. En la última página escrita solo hay una frase: Bedna selem (‘Queremos paz’). Rodeado de dos socios y grande ya de por sí, este arranca la hoja con furia y advierte al periodista: “Nadie aquí ha dicho eso. Eso es mentira”.

Decepción con EEUU

Con la crisis al borde del abismo, el Gobierno libanés procura jugar todas sus cartas para evitar una guerra abierta entre Hezbolá e Israel. Una de las mayores esperanzas de Beirut está en Washington, pero Estados Unidos ya ha decepcionado a los libaneses. El martes, Joe Biden dio su último discurso ante las Naciones Unidas como presidente del país norteamericano, y al referirse a los combates entre Israel y Hezbolá en Líbano se limitó a advertir: “Una solución diplomática sigue siendo posible; de hecho, sigue siendo el único camino hacia una seguridad duradera”.

El ministro libanés de Exteriores, Abdallah Bou Habib, expresó su decepción por las declaraciones sobre la escalada de la crisis, que ya ha causado más de 570 muertos en apenas 48 horas. “No fue contundente. No es prometedor y no resolvería este problema. Pero todavía hay esperanzas. Estados Unidos es el único país que realmente puede marcar la diferencia en Oriente Medio y en relación con Líbano”, declaró en Nueva York durante un acto virtual organizado por la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.

Se calcula que medio millón de personas han sido desplazadas en Líbano. El primer ministro libanés, Najib Mikati, prevé reunirse de urgencia con funcionarios estadounidenses. Hoy, miércoles, el Consejo de Seguridad de la ONU también está convocado para debatir el conflicto. El secretario general, António Guterres, ha expresado ya su mayor miedo: “Líbano está al borde del abismo. El pueblo libanés, el pueblo israelí y los pueblos del mundo no pueden permitirse que Líbano se convierta en otra Gaza”.

*Nombre real no revelado por motivos de seguridad.