La muerte del líder de Hamás refuerza la posición de Israel de cara a una salida pactada de la guerra en Gaza
- Sinwar inició todo con la planificación de la masacre del 7-O. Su muerte, poco más de un año después, puede ser la llave que cierre el conflicto.
- Más información: Israel mata a Yahya Sinwar, cerebro del 7-O y líder de Hamás, en un ataque en Gaza
El Ejército israelí confirmó a última hora del jueves la muerte de Yahya Sinwar, el jefe militar de Hamás en Gaza desde 2016 y su líder político tras el asesinato de Ismail Haniyeh en Teherán el pasado 31 de julio.
Se trata, sin duda, del fallecimiento más importante de cualquier líder del frente proiraní desde la masacre del 7 de octubre. Más importante que la de Haniyeh, más importante que la de Mohammed Deif y más importante incluso que la de Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá y mano derecha del ayatolá Alí Jamenei.
La importancia de Sinwar radica, en primer lugar, en el impacto de su muerte. En estructuras jerarquizadas, un líder puede ser sustituido por otro con mayor o menor acierto, pero Hamás hace tiempo que dejó de ser una estructura jerarquizada.
De hecho, ya desde antes del inicio de la guerra, la diferencia entre las facciones asentadas en Doha (el brazo “político”, por así llamarlo) y las que controlaban el día a día en la Franja de Gaza eran notorias. Así lo han sido durante todo el período de negociaciones, en el que Sinwar ha vetado numerosas veces acuerdos a los que habían llegado los enviados qataríes de la banda terrorista.
Y es que Sinwar decidió asumir todo el mando y tomar todas las decisiones desde el principio. Él fue quien planeó la matanza del 7 de octubre y quien preparó la defensa de Gaza a través de los túneles que su hermano ayudó a diseñar.
Drone Footage showing the Leader of Hamas, Yahya Sinwar armed with a Stick and hiding behind several Chairs on the Second Floor of a Building, right before his Elimination. pic.twitter.com/a3tOcfFXWV
— OSINTdefender (@sentdefender) October 17, 2024
Los rehenes siempre dependieron personalmente de él y de alguna manera los consideró un pasaporte para su propia seguridad. Distintos testimonios han coincidido en asegurar que Sinwar se rodeaba de varios de estos rehenes para evitar un ataque de precisión de Israel.
En definitiva, puesto que fue Sinwar el que lo empezó todo, solo su muerte puede en rigor detenerlo. Es un asesinato que va más allá de la venganza, aunque se trate del rostro visible y odiado del 7 de octubre. Su desaparición desbloquea la situación y abre la puerta a un posible alto el fuego y, sobre todo, al regreso de los más de cien rehenes -unos con vida; otros, desgraciadamente, ya fallecidos en el cautiverio- que Hamás sigue teniendo en su poder.
El futuro de la Franja de Gaza
Aunque es pronto para sacar demasiadas conclusiones, lo cierto es que se hace complicado imaginar cómo Hamás puede continuar la guerra sin Sinwar al frente. No se sabe quién será su sucesor ni qué posición tendrá respecto al conflicto.
En Hamás hay varias sensibilidades, algunas más moderadas y otras más belicistas. Sinwar estaba en el extremo de los extremos, y lo normal es que ahora puedan intervenir otras voces que puedan negociar con Israel un final de la guerra digno para la organización y que deje de perjudicar a los palestinos que viven en la Franja.
Dicho final ya no podrá ser como el que propuso en su momento Israel e hizo público Joe Biden, aunque al final Netanyahu se echara atrás. Podrá tener la apariencia de un pacto, pero tendrá que ser una rendición. En otras palabras, habrán de cumplirse las exigencias de Israel desde el día uno: la entrega de todos los rehenes, tal vez, eso sí, a cambio de algún gesto de buena voluntad en forma de intercambio por presos -difícilmente en la proporción que vimos el pasado mes de noviembre- y la desaparición de Hamás como entidad gobernante en la Franja.
De hecho, Israel siempre ha hablado de la “desaparición” de la banda terrorista, pero se trata de un grupo terrorista respaldado por Qatar, Irán y Turquía. No va a desaparecer de la noche a la mañana como no desaparecieron los talibanes con muchos menos apoyos. Netanyahu tendrá que conformarse con que se echen a un lado y no saboteen un posible gobierno de coalición encabezado por una figura representativa y aceptada por el mundo árabe, probablemente a propuesta de la Autoridad Palestina, es decir, de Fatah.
El hecho de que Sinwar falleciera durante un enfrentamiento casual con las FDI y no se trate de un asesinato selectivo, como el de tantos compañeros suyos, es lo único a lo que puede agarrarse ahora mismo Hamás para negociar.
Aunque tanto el ministro de defensa, Yoav Gallant, como el propio Netanyahu en su alocución televisada tras confirmarse la identidad del fallecido, han hecho hincapié en el trabajo de las FDI para “limitar los movimientos” de Sinwar, aún queda la duda de si realmente sabían dónde se escondía y, en consecuencia, estaban realmente cerca de los rehenes. Esa información -si es que alguien en Hamás la tiene- puede valer su peso en oro.
Varapalo para Hezbolá y Teherán
La muerte de Sinwar afecta también, por extensión, a los demás conflictos que tiene abiertos Israel en Oriente Próximo. Recientemente, el jeque Naim Qassem insistía en la idea de que no habría paz en Líbano hasta que no la hubiera en Gaza. Sin duda, el líder interino de Hezbolá no contaba con que la paz fuera en realidad una rendición.
Descabezada y desorganizada, la banda terrorista chií aún es capaz de poner en apuros a Israel, como demostró con su ataque con drones sobre la base militar de Binyamina, pero no deja de estar en una situación de clara debilidad frente a su enemigo.
La excusa de la doble lucha por el pueblo palestino podía motivar a su militancia, pero, si Hamás rinde las armas, esa excusa desaparecerá y la posibilidad de un alto el fuego que incluya la retirada de Hezbolá al norte del río Litani, como establece la resolución 1701, ganará enteros. Lo único que puede pasar ahí es que sea Irán quien niegue a Hezbolá la posibilidad de rendirse.
A diferencia de Hamás, que depende de varios países y que es mayoritariamente suní, Hezbolá no es más que la extensión en Líbano del régimen de los ayatolas. Algo tendrán que decir al respecto.
Lo que nos lleva a la tercera derivada de la muerte de Sinwar: cómo será recibida en Irán. En los últimos cuatro años, empezando por el asesinato del general Soulemaini por parte de Estados Unidos, el ayatolá Alí Jamenéi ha visto cómo han ido desapareciendo todos sus aliados, muchos de los cuales tenían una estrecha relación personal con él.
A la espera aún del prometido ataque de Israel en respuesta al bombardeo iraní del 1 de octubre, quizá sería buen momento para dejarse de fanfarronadas y buscar también un acuerdo de paz cuanto antes.
La felicitación pública del presidente Joe Biden refleja el alivio de su administración, que se encuentra ahora con el posible cierre de un conflicto que amenazaba con crear tal crisis mundial que se llevara por delante la candidatura de Kamala Harris a la Casa Blanca. Todo dependerá ahora de la voluntad de las partes y de momento han demostrado la justa, pero parece que, por fin, se abre de verdad un escenario en el que la desescalada y los compromisos pueden ser algo más que palabras gastadas.