El jaque mate más rápido contra Bashar al Asad: qué supone la caída del régimen sirio para Oriente Medio
- Israel ve con buenos ojos el desvío de la atención del Líbano a Siria: ayudaría a mantener la tregua con Hezbolá en el frente libanés y, de paso, intensificar el control del tráfico de armas entre Damasco y Beirut.
- Más información: El Ejército de Siria se repliega en otras dos provincias clave, entre ellas Deraa, cuna de la Primavera Árabe en el país
Bashar al Asad ha huido de Siria, y su Ejército está sucumbiendo, pueblo tras pueblo, a las conquistas de una oposición que ya reclama tener a Damasco bajo su control. Los retratos del presidente sirio en Alepo han sido quemados, sus estatuas en Hama han sido decapitadas, y a primera hora del domingo los rebeldes empezaban a recorrer triunfantes las calles de la capital.
La ofensiva está siendo un avance relámpago. En el sur del país, los rebeldes tomaron también partes de la frontera con Jordania y de los altos del Golán, en la frontera con Israel, por lo que, en respuesta, Netanyahu desvió tropas del Líbano a su frontera con Siria. Desde allí, los rebeldes afirmaron haber tomado el sábado al mediodía as-Sanamaín, a 20 kilómetros de Damasco, según un portavoz de la Organización por la Liberación del Levante (HTS), heredera del Frente Al-Nusra que se escindió de Al-Qaeda en 2016.
Más tarde, fue el turno de Homs, una urbe de vital importancia para Al Asad porque conecta Damasco —donde tiene su sede el Gobierno— con la costa mediterránea, de mayoría alauita —minoría religiosa de la que emana la dinastía gobernante— y estratégicamente crucial para la aliada Rusia por su base naval en el puerto de Tartús.
En el este, las Fuerzas Democráticas Sirias, la mayor alianza de milicias kurdas respaldada por Estados Unidos, se ha hecho con la capital regional de Der ez-Zor. En tan solo cuestión de una semana, el peor escenario para el Asad ha cobrado vida: un posible ataque a Damasco desde tres flancos: el norte, el sur y el este.
Pero, ¿qué significa la caída del régimen de Al Asad para un Oriente Medio que ya está en guerra? Lo que pase en Siria estos días puede tener consecuencias determinantes para los demás conflictos de la región. Como aliados de Al Asad, Irán y Hezbolá podrían verse seriamente perjudicados si los rebeldes pasaran a controlar más puntos del mapa sirio: hasta ahora, la localización geográfica de Damasco entre el Líbano e Irak había permitido a Teherán suministrar armas a las milicias libanesas para su guerra contra Israel.
Según Nick Beake, corresponsal de la BBC en Jerusalén, Israel ve con buenos ojos el desvío de la atención del Líbano a Siria: ayudaría a mantener la tregua con Hezbolá en el frente libanés y, de paso, intensificar el control del tráfico de armas entre Damasco y Beirut.
Al Asad había confiado durante mucho tiempo en sus aliados para someter a los rebeldes, pero los aviones de guerra de Rusia, desgastada por la guerra en Ucrania, no han ayudado esta vez al Gobierno a frenar el avance de la HTS y otras fuerzas apoyadas por la Turquía de Recep Tayyip Erdogan.
Por su parte, las fuerzas del Eje de la Resistencia lideradas por Irán están también en un mal momento. Hezbolá, que lleva con un pie en territorio sirio desde comienzos de la guerra en Siria, ha sido diezmada y descabezada en los últimos meses por Israel.
El viernes envió "fuerzas de supervisión" a Homs, pero cualquier despliegue significativo corría el riesgo de exponerse a ataques aéreos israelíes o a la ruptura del alto el fuego que se acordó la semana pasada. En cuanto a Hashd, las milicias iraquíes respaldadas por Irán, no se les ha ordenado cruzar. Miles de hombres armados siguen en alerta en la frontera listos para desplegarse en Siria.
Más allá de la falta de respuesta de sus aliados, cabe preguntarse cómo el Ejército de Al Asad ha caído en los últimos diez días en el jaque mate más rápido al régimen, cinco años después de que el acuerdo Ankara-Moscú congelara la guerra.
En un contexto en el que se pensaba que el conflicto se había contenido y Al Asad había salido victorioso de la guerra, la nueva ofensiva ha sorprendido tanto al Gobierno sirio como al resto del mundo.
Los avances rebeldes de esta semana han demostrado, además de que los aliados de Al Asad no están disponibles para acudir al rescate, que los esfuerzos de Rusia por adiestrar y entrenar a las tropas sirias durante la guerra no dieron sus frutos. Aunque el Ejército sirio ha consolidado determinadas unidades militares, como la 25ª División de Tareas Especiales, las ramas de las fuerzas armadas siguen estando desunidas y mal coordinadas.
En casi todos los aspectos, el aparato militar del régimen se ha estancado en los últimos años, y lo único que Damasco ha heredado de Moscú son drones suicidas y armamento pesado que no tienen nada que hacer contra la artillería puntera con la que se ha hecho la HTS en los últimos cinco años. Con los rebeldes ya en Damasco, se ha demostrado que la red de milicias de la oposición tiene hoy mayor capacidad militar que el propio Ejército sirio.