Una persona levanta la bandera adoptada por los nuevos gobernantes sirios, mientras la gente celebra después de que los combatientes del cuerpo gobernante sirio derrocaran a Bashar al-Assad, en la ciudad vieja de Damasco, Siria, 13 de diciembre de 2024.

Una persona levanta la bandera adoptada por los nuevos gobernantes sirios, mientras la gente celebra después de que los combatientes del cuerpo gobernante sirio derrocaran a Bashar al-Assad, en la ciudad vieja de Damasco, Siria, 13 de diciembre de 2024. REUTERS/Ammar Awad

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La historia de dos exiliados en España por el régimen sirio: "Celebramos la caída de Asad, pero tememos a otro dictador"

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"¡Qué pena! Ya está pasando lo que nos temíamos. Los islamistas están mostrando su verdadero rostro antes de lo que imaginábamos", dice Raed Aljundi. "Estoy viendo muchos comentarios de paisanos sirios conocidos quejándose de que el nuevo régimen no esté incorporando a miembros de la oposición política civil y dé un trato preferente a los suníes. Hay una gran alegría por la caída de la dictadura, pero también temor de que hayamos quitado a un dictador para que ahora venga otro".

Raed también es sirio. Pero ha tenido que ver desde Sevilla el desplome del régimen que arruinó su vida y la de su familia. Después de casi 30 años en Andalucía, se ha convertido en sevillano de adopción, aunque nació en 1960 en Salamiya, una ciudad de la gobernación de Hama situada a 162 kilómetros al norte de Damasco.

Aljundi es uno de esos apellidos respetados de activista que siempre reverberan entre los expatriados árabes de Siria en nuestro país. No en vano, la familia a la que pertenece es parte de una vieja dinastía de políticos sobre la que se proyecta en lo más alto la memoria de su tío Abdul Karim Aljundi (1932-1969), cofundador del Partido Baaz Árabe Socialista, exministro de Agricultura (1964-1965) y finalmente, uno de los responsables de la oficina de Seguridad Interior, conocida por sus prácticas brutales a la sombra de Salah Jadid, un general sirio afiliado al Baaz que lideró el país de facto desde 1966 hasta el año 1970.

Se ha afirmado a menudo que la muerte del tío de Raed fue el resultado de un suicidio. Pero en su familia creen que le ayudaron a matarse poco después de mantener una disputa telefónica con Ali Zaza, un oscuro personaje cercano a Hafez al Asad, padre de Bashar al Asad. El tío de Raed fue una de las mayores chinas en el zapato en el camino de Hafez hacia la toma del poder, lo que explica la inquina de la familia del sátrapa recién derrocado por los Aljundi.

Tras la muerte de Karim Aljundi, sus descendientes heredaron el estigma, el pecado original del tío Abdul —primo hermano de su padre—  y, a raíz de ello, tuvieron que hacer frente a persecución, torturas, prisión o incluso ejecuciones arbitrarias. Muchos de sus parientes se adhirieron con el tiempo al partido comunista. Y en esa peligrosa atmósfera de acoso despiadado creció Raed, entre presos con sus mismos apellidos y entre visitas a comisaría.

Su hijo Aram, en Sevilla (2012), durante una manifestación organizada por el propio Raed.

Su hijo Aram, en Sevilla (2012), durante una manifestación organizada por el propio Raed. Raed Aljundi

"Sé que esto no es relevante ahora", asegura Raed. "Pero a menudo se menciona a mi tío Abdul Karim como si hubiera sido él quien implantara la tortura y el terror en Siria. Es posible que tuviera algún papel. Yo lo ignoro, aunque sin duda tenía un gran poder. Pero quien creó la Mujabarat (los siniestros servicios de inteligencia sirios) durante el corto tiempo que duró la República Árabe Unida (la unión temporal de Siria con Egipto) fue Abdel Hamid Sarraj, un oficial del ejército muy cercano a Nasser", asegura.

Sea como sea, Aljundi encarna como un guante las posiciones de esa resistencia secularizante —y, en su caso, progresista— que soñó con una Siria libre y auténticamente democrática en los albores de la primavera árabe, que es como se conoce a la serie de manifestaciones populares, levantamientos y rebeliones armadas que se extendieron por gran parte del Magreb y Oriente Medio a principios del decenio de 2010.

A final fue el Estado Islámico y una miríada de partidas de insurgentes salafistas vinculados a los Hermanos Musulmanes y Al Qaeda quienes se apoderaron de la antorcha de la insurgencia. Han sido igualmente los yihadistas "que aprendieron a sonreír" quienes han tumbado a los Asad y a sus halcones con la ayuda directa de Turquía y la, indirecta, de Israel, que les allanó el terreno con sus bombardeos a posiciones del Gobierno y de sus aliados chiitas, pero que continúan castigando los antiguos depósitos de armas de la dictadura para impedir que se apoderen de ellos los recién llegados.

Si se quiere entender qué está pasando en Siria, la de Aljundi es una voz privilegiada. Ni siquiera la distancia que separa Sevilla de Damasco le impide mantenerse actualizado. Desde hace muchos años, trabaja como intérprete y profesor de árabe, pero habla un castellano cercano a la perfección. "Es cierto que es contradictorio que Siria haya sido liberada por partidas de islamistas antes afiliados a Al Qaeda, pero los hechos mandan aquí y lo cierto es que los humanos somos contradictorios y cambiamos de color como una rata", afirma. "De entrada, al Julani ha modificado su discurso y resulta tranquilizante escucharle repetir que es amigo del pueblo y de los cristianos. Al mismo tiempo, es preocupante que se traiga de Idlib a Mohamed al Bashir para liderar la transición como primer ministro".

"Lo que muchos sirios creemos es que es imposible que a los Asad les reemplace alguien con mayor maldad", prosigue. "Decenas de miles de nuestros compatriotas yacen bajo tierra asesinados. Y eso por no hablar de que robaron y secuestraron un país entero. Yo estoy en contra de referirme a Hay'at Tahrir al-Sham (HTS) como miembros de Al Qaeda. Aún están en la lista de terroristas, pero seguro que van a eliminarlos. De momento, no hay sharia. Y me atrevería a decir que un gobierno islamista duro no es viable en Siria debido a la diversidad de creencias y étnica de nuestra población. Y si lo hubiera, sería impopular".

Lo ocurrido es tan ilusionante que muchos sirios sienten la tentación de regresar pese a todas las incertidumbres que inspiran los recién llegados. "Naturalmente que estoy pensando desde el primer día en hacer una visita a Siria", confiesa Raed. "Al mismo tiempo todo el mundo me dice que me espere. Está claro que voy a volver pronto, pero dudo que deje España del todo. Desde el 96, son ya muchos los años que he pasado aquí. Otra cosa es que vaya a pasar una temporada. De entrada, me aseguran que ya no hay peligro para mí y eso es una garantía".

Raed viajó por primera vez a España a finales de los 70, con diecinueve años, para estudiar arquitectura. Tuvo que regresar corriendo a su país porque el Gobierno de Damasco le quitó la beca. Tras realizar el servicio militar obligatorio, consiguió un empleo bien remunerado en la embajada española en Damasco. Sobre el papel, dependía de la oficina comercial, pero, en la práctica, acabó sirviendo como guía gracias a su dominio del castellano.

Según confirma Raed, el propio embajador español le pidió hace cerca de 40 años que le mostrara Siria a la periodista Rosa Regàs. Y eso, asegura terminó sellando el destino de su vida. Aquel joven Raed llevó a Regàs a Salamiya, el pueblo del que proceden sus parientes, y le presentó a los políticos del clan, entre ellos, a un cuñado de Abdul Karim, que proporcionó a la periodista comprometedores documentos.

Al final, toda la información que le reveló a la periodista terminó en un libro de Regàs donde se le mencionaba con el seudónimo de Adnan. No le sirvió de nada porque la policía de los Asad le identificó muy fácilmente y comenzó a acosarle. Para no ser encarcelado o incluso asesinado, Aljundi volvió a España en el 96 como refugiado.

Raed, junto a su esposa.

Raed, junto a su esposa.

La última vez que regresó a su tierra fue en 2011, y en aquella ocasión, no dejaron de intimidarle y acosarle aunque derramó coimas y sobornos sobre los corruptos funcionarios de la oligarquía sanguinaria que gobernaba Siria. "Tuve que pagarle una fortuna a la gente del Mujabarat para que me dejaran abandonar el país", recuerda.

Raed tiene dos hijos, de 15 y 27 años, ambos nacidos en España de una esposa española y otra siria de las que se ha divorciado. Ahora vive en pareja con otra mujer de nuestro país. "Yo creo que cualquier movimiento hacia delante es bueno", reflexiona. "Desde que en 2016 entraron Rusia e Irán con fuerza, las cosas se habían estancado, así que, sí, por supuesto, uno se alegra de que se hayan juntado para tumbar la dictadura de los Asad. Bashar no tuvo nunca poder, ni antes ni después. Era como el tonto útil que hacía lo que otros le pedían. El que daba auténtico miedo era su hermano Maher, narcotraficante de captagón y comandante de la Cuarta División, que era una unidad de psicópatas torturadores. Ahora le están buscando".

"No es que no sepamos que la gente de al Julani son hijos de Al Qaeda", apunta. "Esos son sus orígenes. Sabemos cómo piensan en el fondo de su corazón. Ya sabes. Allahu Akbar. Pero están mirando a Afganistán y enmendando sus errores. He visto muchos vídeos de islamistas repartiendo pan a los cristianos en la puerta de las iglesias. Es que ya no podíamos seguir como antes. Era completamente insoportable. La vida era un infierno. Los precios eran altísimos y los salarios miserables".

"Lo sucedido hace un par de fines de semana se parece mucho a lo de Mosul", reflexiona Raed. "Los islamistas han aprendido mucho durante los años precedentes. En primer lugar, dejaron de pelearse entre ellos. Y después, supieron leer bien la situación y comprendieron que Irán y Hezbolá estaban muy debilitados por los israelíes, mientras Rusia estaba ocupada con Ucrania. Pero ni ellos mismos se podían imaginar que llegarían hasta Hama y, menos todavía, hasta Damasco. Y esa es la parte que recuerda a Mosul. No han conquistado nada porque no han tenido que combatir contra un ejército de muertos de hambre".

A mediados de semana, los islamistas del Ejército Nacional de Siria (SNA) que Raed Menciona se apoderaron de Manbij, una ciudad gobernada hasta la fecha por la DAANES (acrónimo inglés de la Administración Democrática del Norte y el Este de Siria), que viene a ser una coalición de fuerzas liderada por los kurdos de Rojava.

Desde el primer momento resultó muy obvio que los barbudos de las SNA tenían una agenda completamente diferente a la de las Hay'at Tahrir al-Sham. Mientras la antigua Jabhat al Nusra —liderada por Abu Mohammad al Julani— avanzaba desde Idlib hasta Alepo, Homs y después Damasco sin hallar casi resistencia, los jenízaros turcos del SNA se desplegaron desde Afrin con un único objetivo programado por Ankara: ocupar los territorios orientales que administran los kurdos. Esa parte del conflicto todavía sigue viva y está a punto de alimentar una nueva guerra.

Un acuerdo de última hora con los estadounidenses impidió que los salafistas trataran de tomar Kobane. En opinión de Raed, la disputa con los kurdos es la parte aplazada de un conflicto que no va a concluir y que podría derivar en una nueva balcanización de Siria.

Hoy por hoy, no puede viajarse libremente desde las áreas controladas por Hay'at Tahrir al-Sham y los territorios administrados por los kurdos. Menos aún entre la zona ocupada por el SNA y Rojava. En su avance hacia Raqqa, los yihadistas del SNA han cometido asesinatos y han obligado nuevamente a huir a decenas de miles de los desplazados kurdos que habían sido realojados años atrás en ciudades como Tal Rifaat.

La guerra no ha cesado, pero quienes se enfrentan ahora no son los islamistas con el ejército de Asad, sino las fuerzas proxies de Erdogan y las Syrian Democratic Forces  —el SDF, de acuerdo con sus siglas inglesas—, una coalición de árabes, kurdos y siriacos apoyada por Estados Unidos que disfrutaban hasta la fecha en su parcela siria una de las pocas democracias que existen en Oriente Medio.

Un kurdo en España

De un pueblecito próximo a Kobane es precisamente Mustafa Abdi, un médico de familia kurda que lleva más de 50 años viviendo en la capital de España, donde ejerció durante toda su vida laboral como médico de la Seguridad Social. Al igual que Raed, Mustafa también se halla conectado a una familia de insignes líderes kurdos. El comandante general kurdo de las SDF, Mazloum Abdi, con quien comparte el apellido, es el hijo de su hermano.

Mustafa es parte de una generación de jóvenes sirios que durante los setenta vinieron a estudiar a España la carrera de Medicina. Eran los primeros años del gobierno de Hafez y los estertores del franquismo. Empezaron a comprender que su país estaba ya deteriorándose y eligieron el nuestro por el bajo coste de la vida y por las buenas relaciones que construyó el "generalísimo" con los regímenes árabes.

"Yo vine a España a finales de 1972", nos aclara Mustafa Abdi. "Nací en 1949 en una aldea llamada Halinj. Llegué aquí con otros dos compañeros kurdos porque quería ser médico y en Siria sólo había una facultad muy excluyente. Casi 2.000 sirios vinieron a estudiar en aquella época a España, pero algunos no terminaron porque no todo el mundo disponía de dinero para pagarse las tasas y la residencia. Estudié la especialidad de Otorrinología. Sin embargo, me he dedicado sobre todo a las urgencias en la Seguridad Social de Madrid. Me casé con una española y tuve tres hijos. Todos ellos nacieron en España. En camino viene un nieto. La verdad es que ninguno habla kurdo y la culpa es mía porque no les enseñé y se criaron con la lengua de la madre. Mantienen una conexión emocional con el Kurdistán, pero no como quienes viven allí o como yo mismo", se explaya. 

Mustafa, en la consulta madrileña de la Seguridad Social, donde ha ejercido como médico de la Sanidad española durante muchas décadas.

Mustafa, en la consulta madrileña de la Seguridad Social, donde ha ejercido como médico de la Sanidad española durante muchas décadas. Mustafa Abdi

Mustafa formó parte de una familia de 13 hermanos, siete chicos y seis chicas, de las cuales han fallecido 4 ya. Desde que vino a España, ha regresado a su país media docena de veces, dos de ellas con sus hijos. Nadie mejor que él sabe que, mientras el grueso de los medios de comunicación se concentra en cubrir el hundimiento de los Asad, la tierra de la que es oriundo continúa bajo el ataque de una coalición de partidas de yihadistas apoyados por Turquía, el mentado Ejército Nacional de Siria o SNA.

Tal y como afirma el británico Matt Broomfield —un periodista del Rojava Information Center que ha pasado largas temporadas en Rojava—, "las milicias que Turquía ha unido bajo la bandera del Ejército Nacional Sirio (SNA) han sido acusadas por Naciones Unidas y Amnistía Internacional de crímenes de guerra, entre ellos violación de mujeres, asesinatos en masa contra civiles kurdos, torturas, electrocuciones y ejecuciones. Han llegado incluso a desfilar por las calles con civiles enjaulados como escudos humanos. Durante campañas militares turcas anteriores, estas milicias mataron a cientos de civiles y desplazaron a cientos de miles".

Torturas y ejecuciones

Desde que empezó el conflicto hace ya un par de semanas, han torturado y asesinado a un puñado de civiles y han matado a sangre fría a varios milicianos kurdos, dos de ellos eran un par de heridos que se recuperaban en el hospital de Manbij. El vídeo de su ejecución corrió esta semana por las redes.

Cuando se pregunta a los yihadistas del SNA por la legitimidad política de su ataque contra los kurdos, los salafistas aseguran que los kurdos carecen de derecho a administrar las áreas de mayoría árabe. En su agenda se halla reemplazar la democracia kurda por un modelo de teocracia similar al implantado antes en Afrin o en Idlib. Si los estadounidenses no lo hubieran impedido, ahora estarían tratando de ocupar Kobane.

"Esa gente del SNA se autodenomina Ejército libre pero son solo unos bárbaros", asegura Mustafa. "¿Que no tenemos legitimidad? Cuando apareció Daesh, llegó a ocupar el 80% de la ciudad. En Kobane hay un cementerio donde yacen más de mil mártires kurdos caídos combatiendo al ISIS. Con la ayuda de la aviación estadounidense, nuestra gente avanzó pared a pared, patio a patio, hasta reconquistar la ciudad. Y después de eso liberamos 475 aldeas más, a las que le siguieron las ciudades de Manbij y Raqqa y los pueblos situados al este de Deir ez Zor. Solo en Manbij murieron 500 de los nuestros, que también están enterrados en Kobane".

"Cuando terminamos con el Daesh, hicimos una coalición con los árabes y con los ashuríes (asirios y siriacos). Los cristianos nunca habían tenido escuelas en su idioma. Se ha garantizado la libertad de las minorías y se ha protegido la diversidad. Hemos construido en el norte y el este de Siria una forma de democracia con una civilización más avanzada incluso que en muchas partes de Europa. En cada puesto de la administración hay una mujer y un hombre. Partiendo de las YPG y las YPJ (las unidades de protección kurdas femeninas y masculinas) creamos una alianza militar a la que llamamos SDF y nos unimos en coalición a los Estados Unidos. Fíjate que las SDF tiene como unos 120.000 efectivos y el sesenta por ciento son árabes. Hay también cristianos entre ellos. El problema empezó cuando Erdogan creó el SNA para atacar a los kurdos. No tenía ningún otro objetivo más que ese. Jamás combatieron contra el Daesh ni han disparado un solo tiro estos días contra las fuerzas de Asad".

Mustafa Abdi, durante un acto de apoyo a las YPG, que son las fuerzas militares constituidas por los kurdos que hicieron frente al Daesh en coalición con Estados Unidos.

Mustafa Abdi, durante un acto de apoyo a las YPG, que son las fuerzas militares constituidas por los kurdos que hicieron frente al Daesh en coalición con Estados Unidos. Mustafa Abdi

"En 2018, ocuparon el cantón kurdo de Afrin con la ayuda de la aviación turca", explica Abdi. "Al apoderarse de esa tierra, se dedicaron a cortar olivos y a saquear las propiedades de los kurdos, a los que expulsaron. Los desplazados de Afrin terminaron en Tel Rifaat y Shabha, de donde han sido nuevamente expulsados esta semana por los terroristas enviados por los turcos. Por mediación americana se ha hecho un corredor para sacar a más de cien mil desplazados. Es otra catástrofe humanitaria".

Después de despojar a los kurdos de Afrin hace cinco años, los turcos se apoderaron de Sere Kaniye. "Había y hay todavía entre las fuerzas del Ejército Nacional Sirio que Ankara usó como proxy mercenarios yihadistas de 62 países, y entraron todos a través de Turquía", señala Abdi.

A juicio de Mustafa, "hay que distinguir entre Hay'at Tahrir al-Sham (HTS) y el Ejército Nacional de Siria. El líder de las HTS; al Julani, de momento, no quiere vincularse a Turquía, pero tampoco puede morder la mano de Erdogan porque Ankara tiene bases militares en Idlib. Al mismo tiempo, está claro que no tiene ningún control sobre los mercenarios del SNA. A Turquía no le interesó jamás llegar hasta Damasco. Solo querían reconquistar Alepo y colgar su bandera de la ciudadela porque creen que es todavía suya esa ciudad, como en los tiempos de los otomanos. Quieren que se convierta en su provincia número 81. Lo siguiente que Erdogan hará será ir a por Raqqa y a por Kobane con la excusa de que los kurdos son la franquicia siria terrorista del PKK".

Mustafa también recela de las HTS, aunque los salafistas de Idlib no se han enfrentado directamente con los kurdos y han hecho varios llamamientos a respetar la diversidad del país y a tratarles como hermanos. "Estamos muy felices de que se haya derrocado a Asad pero al mismo tiempo atentos a lo que va a venir después. Han dicho bonitas palabras, pero nosotros vamos a atenernos solamente a los hechos", añade el médico hispanokurdo.

"De momento, han formado un consejo de ministros sólo con barbudos", concluye. "Ahora están ocupados haciéndose con el control del país, pero tarde o temprano van a implantar la Sharia porque ellos no están solos. No es un grupo compacto. Hay 27 facciones diferentes, incluso uigures de China y antiguos miembros de ISIS. Yo no me fío mucho de al Julani, ni estoy seguro de que vaya a respetar nuestra autonomía, un sistema que funcionaba muy bien y que nos había permitido vivir en paz con ashuríes y árabes. Si lo que pretenden es hacer una nueva limpieza étnica nos defenderemos, como siempre".