Los grandes complejos que generan Bitcoin en el mundo
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Bitcoin nació con la premisa de convertirse en una alternativa a las monedas “reales”, mucho mas difícil de rastrear que las transacciones bancarias y mas seguro que meter el dinero debajo del colchón. Iba a ser la moneda del siglo XXI, basada en el anonimato y en la igualdad; o al menos ese era el plan. Desde entonces, su valor ha pegado subidas y bajadas constantes, dependiendo de los eventos que la afectaran, ya sea el cierre de la mayor página que los usaba, o el hecho de que algunos países no la reconozcan como moneda real. Pese a todo, la tendencia sigue siendo de una subida imparable.
Repitiendo errores del pasado
Sin embargo, era inevitable que con su popularización se creasen negocios y prácticas algo abusivos a su alrededor; de esto no tiene culpa la moneda en sí, sino de la evidente ansia por conseguir riquezas del ser humano. Así, de la misma manera que el oro provocó una fiebre que hizo que mucha gente abandonase todo por conseguir unas pepitas, y que se abriesen minas que destrozaban el medio ambiente a cambio de algunos lingotes, también está ocurriendo lo mismo con Bitcoin.
La “mina” de Bitcoin sita en Islandia es una buena muestra de ello. Este complejo de alta seguridad, otrora una base de la OTAN, ahora está lleno de cámaras, registros, guardias de seguridad armados y todo tipo de obstáculos; eso es porque aloja una enorme cantidad de servidores cuya única misión en ese mundo es resolver complejos problemas criptográficos para generar bitcoins.
Máquinas de imprimir dinero
“Lo que tenemos aquí son máquinas de imprimir dinero. No podemos arriesgarnos a que cualquiera llegue a ellas” Son las palabras de Emmanuel Abiodun, fundador del lugar y una de las muchas personas que sufren la “fiebre” del Bitcoin, que ha invertido una enorme cantidad de dinero en generar esta riqueza que, irónicamente, cada vez cuesta mas generar, al igual que cada vez es mas difícil encontrar vetas de oro en la naturaleza. Abiodun apuesta a que, gracias al aumento constante de su valor, esta inversión merecerá la pena y él habrá realizado la inversión de su vida. Una inversión que empezó apenas en Enero de este año cuando instaló el software de minado por primera vez en su ordenador personal.
Los servidores “mineros” que paga no necesitan descansar, trabajan las 24 horas del día, y no convocan huelgas, pero sí que consumen una gran cantidad de electricidad mientras que procesan constantemente al límite de lo que pueden. Un consumo eléctrico elevado para mantener toda la instalación, que al fin y al cabo, “solo” sirve para generar números sin valor por si solos.
Soluciones de entusiastas para enfriar el hardware
La de Islandia es solo una de las muchas minas de bitcoin alrededor del mundo. En Hong Kong, una del tamaño de un contenedor de carga está diseñada de tal manera que es capaz de pedir lo máximo al hardware durante todo el día. Para ello, las placas están sumergidas en líquidos con un punto de ebullición bajo, para mantenerlas a unos 37ºC; el líquido hierve, se convierte en gas y llega a lo alto donde se condensa y vuelve a caer, un ciclo por el que se elimina el calor. Es un ejemplo extremo de refrigeración que hasta ahora solo usaban entusiastas del hardware, pero que la necesidad de sacar el máximo de los chips disponibles ha traído al uso comercial.
La fiebre por el Bitcoin no cesa
En medio de estos ejemplos, algunas voces se hacen oir, preguntándose si todo esto no será demasiado para algo que “no se ve”; si no estamos gastando recursos energéticos e infraestructuras valiosas para generar dinero que puede no valer nada el día de mañana si estalla la burbuja que muchos esperan. Pero también es posible que estemos ante los millonarios de los próximos años, que superarán a los Gates y compañía de ahora. Solo el tiempo dirá.