La publicación de un vídeo en el que supuestos empleados de Twitter revelan el funcionamiento interno de la compañía ha levantado una nueva polémica en la red social.
El vídeo fue publicado el pasado 15 de enero en Youtube por el activista político conservador James O’Keefe, famoso por sus grabaciones secretas; en este caso su objetivo eran empleados de Twitter, principalmente ingenieros responsables de la plataforma de mensajes directos de la web.
Los empleados de Twitter podrían leer los mensajes directos, según un vídeo de cámara oculta
Estos mensajes no son públicos, y en teoría sólo pueden ser leídos por las personas a las que se los mandas. Sin embargo, estos ingenieros no tuvieron reparos en presumir de acceso no restringido a los mensajes privados de los usuarios.
No solo ellos, ya que afirman que los equipos dedicados a esta rama están compuestos de entre 300 y 400 personas. Incluso se llega a hablar de un “Gran Hermano”, que controla todo lo que se dice en los mensajes privados de Twitter. Los ingenieros bromean quejándose de que les pagan por ver fotos de genitales, y de conocer los secretos de los usuarios como posibles relaciones adulteras.
La polémica también tiene un tinte político; los empleados afirman que Twitter está ayudando al Departamento de Justicia estadounidense a conseguir pruebas contra el presidente Donald Trump, entregándoles sus mensajes directos. Este rumor ha circulado por entornos republicanos para criticar la actuación del encargado de la investigación por la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones de 2016.
Twitter explica quién puede leer los mensajes directos
Twitter ha respondido públicamente, y niega que sus empleados revisen los mensajes directos de “manera proactiva”. Es cierto que un número “limitado” de empleados es capaz de acceder a los mensajes directos; pero siempre deben hacerlo por motivos de trabajo, y existen protocolos de acceso en estos casos.
El vídeo de O’Keefe no habla de estos protocolos, y sólo se menciona de pasada que en realidad estos mensajes son analizados primero por un algoritmo, no por empleados humanos.
Sólo en caso de una denuncia directa, los empleados tienen que tomar parte y comprobar si los usuarios están vulnerando reglas, como por ejemplo, si están acosando a alguien. Un simple vistazo a los términos de uso de Twitter nos revela que esto no es nada nuevo.
Una falta de transparencia que fomenta las teorías conspiratorias
No es menos cierto que Twitter no es muy transparente en su tratamiento de los mensajes privados; la respuesta oficial habla de un número “muy pequeño” de empleados capaces de leer mensajes, pero no comparte cifras. Al ser tan vaga con los detalles, la compañía está dando alas a una polémica que podría estar ya cerrada.
Un antiguo empleado de Twitter ha sido más directo en declaraciones a Buzzfeed; el contenido del vídeo es “técnicamente preciso hasta cierto punto, pero exagerado por idiotas borrachos”, haciendo referencia a que los vídeos se grabaron en un aparente estado de embriaguez.
Sea o no cierta esta información, O’Keefe ha conseguido lo que quería con el vídeo, poner en duda a la compañía, y esta se lo ha puesto muy fácil.