El Tesla Roadster, que ha saltado en algún titular como el primer coche en salir al espacio, o, en su defecto, insinuándolo, no es el primer coche que sale de la estratosfera terrestre, ni mucho menos; de hecho, es el cuarto coche que ha salido de nuestro planeta (sin contar con los rovers marcianos, pues no tienen tripulación o, mejor dicho, posibilidad de ser conducidos por una persona de forma manual), tal y como nos recuerda Charlie Stross en Twitter, novelista de ciencia ficción y como vemos en Microsiervos. Esto, no obstante, no quita peso al asunto.
El Tesla Roadster, el descapotable biplaza de Elon Musk, que salió propulsado por el cohete reutilizable Falcon Heavy (el mismo con el que Musk piensa llevar la civilización a Marte), ahora mismo está vagando por el espacio a una velocidad de unos varios kilómetros de por segundo camino de la nada.
Es todo un hito para la ciencia espacial, pero no porque se haya enviado el primer coche al espacio (pues como ya sabemos no lo es), sino porque el vehículo de lanzamiento usado es el primero que se puede reutilizar, lo que ahorrará los costes de manera considerable para futuros lanzamientos.
El primer coche espacial: Apolo 15
El primero de todos es el Rover usado en la misión Apolo 15, en julio de 1971, la que fue la novena misión tripulada del proyecto Apolo (de cuando el hombre fue a la Luna), y una de las últimas; también es la primera de tipo ‘J’ (en la que se usa un vehículo lunar). Los astronautas Scott (el comandante y por lo tanto, el conductor) e Irwin fueron los primeros en usar un vehículo en la superficie lunar (y consecuentemente en cualquier superficie extra-terrestre).
El vehículo, fabricado por Boeing (el famoso fabricante de aeronaves) y Delco Electronics (una subsidiaria de General Motors). El recorrido total del rover fue de 27,9 kilómetros, realizados en 18 horas y 35 minutos, en tres paseos lunares distintos, en las que se estudió la superficie lunar y se recolectaron rocas.
Era muy simple y por eso pesa poco, tan solo de unos 200 kilogramos; cada rueda tenía su propia tracción, pudiendo alcanzar velocidades de hasta 12 kilómetros por hora (el Tesla Roadster al menos se puede decir que es el primer deportivo).
Apolo 16
La segunda misión ‘J’ tuvo lugar en abril de 1972. En esta ocasión el recorrido fue de 26,7 kilómetros, ligeramente inferior, y tuvo lugar en tres rutas distintas. Hubo un problema con la tracción trasera (no funcionaba), aunque no supuso demasiado problema. No hay mucho más que contar, pues todo se desarrolló según el plan previsto, que era básicamente el mismo que en el anterior Apolo: explorar la superficie lunar y recoger muestras.
Apolo 17
La misión Apolo 17 (diciembre de 1972) no solo fue la última en la que se usaría en vehículo en la Luna, sino además la última vez que el hombre ha pisado la superficie lunar. Fue la misión donde se usó más el rover, unos 35,9 kilómetros en total.
Todos estos rovers yacen a día de hoy en la superficie lunar, y, aunque no tengan nada que ver con el Roadster en cuanto a especificaciones técnicas, fueron un gran avance en la exploración de la Luna, pues permitieron a los astronautas recorrer grandes distancias sin necesidad de caminar (con lo que se ahorró tiempo y energía).
Desde luego, se conservarán muchísimo mejor los tres vehículos estacionados en la superficie lunar que el Roadster, que sin duda alguna se convertirá en escombros en menos de un año, como apuntan los expertos.
No solo tendrá que sufrir la radiación del Sol y del resto de cuerpos, que es mucho mayor que en la Tierra (y sus materiales están diseñados para funcionar en nuestro planeta), sino que además sufrirá otros destrozos por la presión y por los choques con otros cuerpos espaciales. Desde luego, no vivirá los 1000 millones de años que Musk ha asegurado, aunque puede darse un canto en el pecho por ser la publicidad más cara de la historia (y exitosa).