Diez años tras el Prestige, ¡Nunca mais!
Costa da Morte, Galicia. Lejano en el tiempo queda ya el 19 de noviembre del 2002, día de una tragedia medioambiental.
El barco Prestige, un nombre que, al recordarlo, a todos nos hace venir a la mente dos colores: el negro del petróleo tiñendo las costas gallegas, y el blanco de la marea blanca de voluntarios movilizada para limpiar los restos de la catástrofe.
De las 77.000 toneladas de fuel que transportaba, cerca de 63.000 fueron vertidas al mar. Gran cantidad de playas fueron inundadas, prohibiéndose la pesca durante meses en 1.000 kilómetros de litoral. Se cifra en 3.862 millones de euros el impacto ambiental y económico en España. Lo peor del dato, no es sólo la cuantía, sino que pudo haberse evitado.
¿Cómo se pudo evitar?
Se recomendó llevar el barco al puerto (no alejarlo) para acotarlo e intentar frenar los daños. En lugar de estuvo, se mantuvo al Prestige seis días a la deriva, mar adentro (para alejar el peligro de las costas españolas). El número de metros de barreras anticontaminación debía ser más alto (se dijo que había 18.000 metros, cuando en realidad eran 9.000). El petrolero tenía deficientes controles sobre las condiciones de seguridad.
¿Los efectos realmente han desaparecido?
Según Victoriano Urgorri, catedrático de zoología marina de la Universidad de Santiago: “los efectos del Prestige casi han desaparecido, aunque hay que combatir el aumento de la contaminación en estos 10 años en las rías, con depuradoras insuficientes”.
En un estudio publicado en la revista Journal of Toxicology and Environmental Health Sciences aparece como tras la exposición a roedores a un fuel similar al del vertido de petróleo del Prestige, se vio que la inhalación del fuel causa daño oxidativo en el ADN y en los procesos de reparación del material genético.
¿Expuesto al petróleo? ¡Peligro!
De acuerdo con el estudio, dirigido por la Universidad de La Coruña, los resultados se pueden usar en relación con la gente que está expuesta al petróleo durante períodos prolongados, como las personas que participaron en la limpieza de las playas o las que trabajan en estaciones y pozos petrolíferos, así como en refinerías.
Como informa Vanesa Valdiglesias, investigadora de la Unidad de Toxicología de la Universidad de La Coruña:
“El daño inducido al material genético y el desarrollo de distintas enfermedades respiratorias, se ha visto previamente en gente que participó en el esfuerzo de limpieza del vertido de petróleo”
Del mismo modo afirma que:
“En estos estudios, las medidas de exposición medioambiental son escasas o no existen, lo que hace difícil atribuir los efectos observados directamente a la exposición al fuel” Propone que: “se informe a la gente adecuadamente el alto riesgo que trae la exposición al fuel, además creo que la coordinación organización general de las actividades de limpieza en zonas afectadas es básica”.
¿Qué se puede hacer?
Tal y como afirman en un trabajo publicado en este mes, desde la organización Greenpeace: “Otro Prestige es posible”. Raquel Montón, responsable de la campaña en el área de Energía y Cambio climático de Greenpeace España, afirma “un mundo sin petróleo es posible”.
Si uno está de acuerdo con la afirmación anterior, hay que actuar, y la base sobre la que se tiene que asentar nuestro consumo individual y colectivo, no puede ser el petróleo. Cada día está lleno de decisiones para reducir (hasta terminar eliminando) nuestra dependencia del petróleo. La decisión es nuestra.
Fuentes: Journal of Toxicology and Environmental Health Sciences, AFP, Greenpeace
Imagen: La Información