Omicrono Opina: El podrido sistema de patentes
A lo largo de estos días algunos habréis ido esta nueva sección en la que cada día damos nuestra opinión sobre algún tema, generalmente de actualidad. La idea de Omicrono Opina es que podamos liberarnos un poco a la hora de escribir y vosotros de comentar, mostrando un poco el pensar general sobre cada tema. Omicrono somos todos, redactores y lectores, así que Omicrono Opina también es vuestra opinión.
Y os voy a ser sincero desde el principio con este tema. Estoy muy cansado de patentes, denuncias y demás palabrería legal relacionada con la tecnología. Esto lo dejo claro desde el principio, porque no sé cuánto aguantaré escribiendo sobre el tema, y como también soy un tipo comprensivo, no quiero teneros mucho tiempo leyendo sobre eso.
En primer lugar, el tema de las patentes no aplica a todo el mundo, pero como las batallas legales se suelen pelear en EEUU, en este país nos centraremos. El sistema de patentes de Estados Unidos es un gran problema, especialmente para pequeñas empresas y emprendedores, lo que en inglés se conoce como startups.
Es un sistema podrido. Las grandes empresas tienen departamentos dedicados a tener ideas y patentarlas, sin llevarlas a cabo. Poco hay que demostrar para poder hacerlo, y la finalidad es que si en algún momento alguna otra empresa lo inventa y fabrica, el primero en patentarlo podrá lucrarse de ello. El problema aquí es que la empresa que lo patentó originalmente simplemente tuvo una idea. Es como si yo ahora patento el coche que vuela con oxígeno como único combustible. Toda una revolución, pero ni idea de cómo hacerlo. Es algo más complicado, desde luego, pero para ponernos en situación nos sirve.
TechDirt ha publicado un artículo interesantísimo que titula “Cuando las startups necesitan más abogados que empleados, el sistema de patentes no está funcionando”, y en el que explican precisamente todo esto. El problema existe y está claro, crecer desde abajo es imposible cuando estamos presionados constantemente por patentes que alguien registró en un momento de lujuria tecnológica. Y eso frena muchas cosas, especialmente la innovación, ya que se prefiere hacer dinero que mejorar lo existente.
¿Cómo funciona esto? Sencillo. Cuando la primera empresa registra la patente está “comprando acciones” sobre la persona que finalmente la invente y lleve a cabo. Si este último quiere seguir adelante con su invención, tendrá que rendir cuentas ante el primero al que se le ocurrió, aunque no tuviera ni idea de cómo hacerlo.
Es una situación muy triste que está creando muchos problemas, y no sólo a emprendedores. Esperemos que en algún momento alguien se decida a tomar cartas en el asunto y estos sistemas de patentes empiecen a cambiar.
¿Qué te parece el actual funcionamiento de las patentes? ¿Qué crees que se podría hacer?