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Una genética idéntica no nos hace seres idénticos

14 mayo, 2013 20:27

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Cuando nacen, los gemelos univitelinos (de un solo óvulo) se parecen tanto que los padres temen equivocarse al decir su nombre (suerte de las benditas pulseras que ya desde el hospital permiten identificar quien es quien). Al crecer, como muchos dicen, “pasan temporadas”, y por momentos se parecen más y por momentos, menos. Y, a lo largo de los años, las diferencias acostumbran a aumentar (siempre hay excepciones). Aunque compartan los mismos genes y crezcan en el mismo entorno, los gemelos idénticos desarrollan distintas personalidades y se comportan de una manera cada vez más diferenciada a medida que se hacen mayores.

Estas diferencias, ¿cuándo se gestan?: ¿en el útero?, ¿al nacer?, ¿a lo largo de la vida? Quizás la respuesta sea un poco de todo. En este artículo contamos qué significa este “un poco de todo”, pero empezamos por una nueva investigación, publicada en la revista Science, que hace hincapié en los cambios que se producen a lo largo de la vida.

Científicos del Instituto Salk en La Jolla (California, Estados Unidos) han estudiado cómo ratones con un material genético prácticamente idéntico se van diferenciando con el paso del tiempo. La conclusión, que ha sido publicada en la revista Science, es la siguiente: el tiempo que dedicada cada gemelo a explorar el entorno a lo largo de su vida se traduce en diferencias importantes en el número de neuronas que contiene su hipocampo, una zona del cerebro implicada en el aprendizaje y la memoria. Además, a medida que cambia su comportamiento también se modifica el modo de usar y desenvolverse en el entorno, lo que potencia que cada uno desarrolle una personalidad única.

El aprendizaje y la memoria nos hacen diferentes

En el estudio, 40 roedores genéticamente idénticos, tras deambular durante 3 meses en un entorno complejo lleno de juguetes y en compañía de otros ratones, desarrollaron comportamientos distintos. Según los investigadores, estas diferentes “personalidades” se relacionaban con el nacimiento de nuevas neuronas (neurogenia) en el hipocampo. A su vez, el nacimiento de nuevas neuronas correlacionaba muy bien con la exhaustividad con la que los ratones exploraron su entorno. A pesar del ambiente común y de tener genes idénticos, los ratones mostraron patrones de comportamiento individualizados. Reaccionaron a su entorno de forma diferente y, además, las diferencias aumentaron a lo largo de los 3 meses.

Es la primera vez que una investigación relaciona la neurogenia con la intensidad con la que un individuo explora el entorno. Por lo tanto, lo que nos hace diferentes podría depender de unas pocas células situadas en el hipocampo. Estas células, además, podrían permitir adaptarnos mejor al entorno e ir forjando nuestras preferencias. De nuevo la neurogenia aparece como proceso importante en el desarrollo humano. Ésta ya había sido relacionada, en el adulto, con capacidades cognitivas. Se sabe también que está regulada por procesos como el ejercicio físico o el enriquecimiento ambiental y también es conocido que, en modelos de depresión, esta generación de neuronas se ve reducida.

Entorno no compartido

En psicología, el hecho de que dos hermanos gemelos idénticos, criados en una misma familia y un mismo ambiente, desarrollen personalidades diferentes, se explica por el denominado “entorno no compartido”. Los investigadores creen haber ayudado a explicar parte de estas sutiles diferencias que se recogen en este espacio “no compartido”.

Queda por resolver la posibilidad de que estas diferencias individuales sutiles e indetectables con los métodos de análisis actuales ya estuvieran presentes en la neurogenia del hipocampo adulta al principio del experimento con los ratones. En otras palabras, estas diferencias podrían estar ya latentes en los genomas de los roedores, que ya tenían 1 mes de vida al incorporarse al experimento. Estas diferencias sutiles podrían haberse dado ya incluso en la gestación (posición dentro del útero de cada uno, diferencias en la alimentación intrauterina) o a través de interacciones postnatales, como el manejo y la alimentación.

Cierto es que se ha constatado en varias investigaciones que si uno de los gemelos no recibe la misma cantidad de nutrientes mientras está en el útero, éste puede ser más bajo que el otro gemelo. También es conocido que hay algunos cambios en nuestros genes que pueden ocurrir durante el período embrionario o durante el desarrollo (es poco frecuente, pero puede llevar a que un gemelo idéntico presenta una afección genética que el otro no presente).

Todos estos factores podrían ser una fuente inicial de diferencias “epigenéticas”. La epigenética engloba todos aquellos factores no genéticos que intervienen en nuestro desarrollo desde que nacemos hasta que morimos. Estas diferencias van creciendo a lo largo de los años y provocan, en el caso de los gemelos, que estos desarrollen intereses y habilidades diferentes e incluso, como apuntan algunos estudios, enfermedades diferentes, influidas por sus pautas de alimentación, ejercicio y ritmo de vida. Más curioso es que estos cambios acaban por reflejarse en el material genético en forma de grupos químicos añadidos o eliminados, que activan y desactivan genes, y dan lugar a “epigenomas” diferentes.

Fuente | Muy interesante

Imagen | ringo.coco