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¿Existe realmente el altruismo o esconde un egoísmo camuflado?

24 agosto, 2013 11:49

Pensemos en situaciones como ayudar a un vecino a desenterrar su coche de la nieve, guiar a alguien que se ha perdido en una ciudad extranjera, asistir a una mujer que se desmaya en un centro comercial, devolver una cartera que nos encontramos por la calle… ¿Que nos viene a la mente? La palabra altruismo. Pues bien existe un debate muy interesante que discute que las acciones que nosotros llamamos altruistas realmente lo sean. Y en efecto cuando te paras a pensarlo, todo lo hacemos por algún motivo.

¿Qué es el altruismo?

El altruismo se entiende como aquella conducta que se hace para incrementar el bienestar del otro sin esperar obtener nada a cambio (saltar a las vías del tren para salvar a alguien por ejemplo). Debemos diferenciar el altruismo de la conducta prosocial, esta tiene el mismo objetivo (incrementar el bienestar del prójimo) pero sin importar si se obtiene beneficio propio a cambio o no (donar dinero a una causa social para impresionar a alguien).

Luego existe el concepto de benevoléncia que implica ayudar de forma intencionada a otros pero sin obtener una recompensa externa (sí pudiendo ser interna: por ejemplo sentirse bien con uno mismo).

La conducta prosocial englobaría pues dentro de si la benevoléncia y esta dentro de si al altruismo, implicando una mayor especificidad cada vez y un menor refuerzo obtenido.

¿Qué explicaciones hay para estas conductas?

Hay cuatro vertientes que analizan la conducta prosocial desde cuatro campos teóricos, así tenemos cuatro teorías:

1- Desde la sociobiología: Se contempla la conducta prosocial como una forma de asegurar la continuidad de la especie, es por lo tanto un comportamiento favorecido por la selección natural. Consideran la conducta prosocial como un comportamiento determinado biologicamente (un fallo de esta teoría es que no contempla que si uno da la vida por otro por ejemplo eso implica la extinción de ese “gen altruista”).

2- Desde las teorías del refuerzo: La conducta prosocial es un intercambio social que aparece tras un balance de costes-beneficios. Aquí se incluye también la teoría de Bateson del dolor empático, esta dice que muchas veces ver sufrir a alguien es dolorosos para nosotros mismos y que intentamos paliar el dolor de esa persona para así poder paliar el nuestro propio (ayudarlo es la única manera de eliminar nuestro malestar). Estas teorías determinan que la conducta prosocial es reforzada de alguna manera y por ello se mantiene.

3- Desde las teorías socio-culturales se baraja que las normas sociales son las que controlan y regulan el comportamiento altruista. Contempla dos normas sociales básicamente: La norma de responsabilidad social (con gran tradición en el cristianismo) y la de reciprocidad (ayudar al que nos ha ayudado). Así las normas sociales dictan que lo correcto es ayudar y que ello nos convierte en buenos ciudadanos (buenas personas).

4- Desde las teorías del aprendizaje social se baraja que estas conductas son aprendidas desde la infancia por modelamiento (imitación de patrones de conducta, por ejemplo de los padres).

Otra teoría interesante y que además nos permite observar la complejidad de la aparición de una conducta altruista es la teoría de Latané y Darley. Ellos propusieron un modelo que explicaba los pasos “cognitivos” antes de tomar la decisión de si ayudar a alguien o no, basándose principalmente en situaciones de emergencia o peligro. Así describían 5 pasos o condiciones necesarias para que apareciera esa conducta (y los aspectos que podían obstruirla):

0- Hay una situación de emergencia o un problema (condición necesaria).

1- Debemos percatarnos de la situación. Aquí una distracción inhibiría la conducta prosocial (por ejemplo tener prisa y pasar por alto que algo ocurre).

2- Interpretar la situación como lo que es: Una emergencia. Hay dos fenómenos que inhibirían la conducta altruista en este punto: El fenómeno de la ignorancia social o colectiva (cuando hay mucha gente esto produce incertidumbre y al observar que los demás en la misma situación no hacen nada podemos llegar a pensar erróneamente que en realidad la situación no es tan grave), el efecto espectador (a mayor número de testigos en la situación, menor probabilidad de que la persona reciba ayuda. Se considera que el no ayudar es un acto de conformidad, aceptamos como correcto lo que hacen los demás y lo imitamos para no romper la norma). Un interesante experimento observó estos fenómenos. El experimento consistía en unos estudiantes respondiendo a un cuestionario, la investigadora salía un momento y al poco rato la oían subir una escalera y luego dar un grito, una caída y quejas de dolor. Si los estudiantes estaban solos el 70% acudía en su ayuda, en cambio si estaban realizando el cuestionario con un extraño, sólo el 20% acudían a ayudar (la presencia de un observador inhibía la conducta, así ninguno de los dos actúa esperando a ver que hace el otro).

3- Asumir la responsabilidad. El efecto de difusión de la responsabilidad inhibiría la conducta prosocial (Al haber mucha gente la responsabilidad se diluye entre todos, hay otros que pueden ayudar y por ello no sentimos la necesidad de ser nosotros los que lo hagamos, la presencia de un grupo siempre diluye la responsabilidad tanto para ayudar como para hacer algo malo).

4- Saber como ayudar. La falta de competencias impediría la ayuda (por ejemplo no saber hacer una RCP, o no saber como mover al herido).

5- Por último deberemos poner en marcha la decisión. Esto no ocurriría si los costes fueran demasiado altos (por ejemplo que muriésemos en el intento de ayudar, que pusiéramos en peligro la vida de nuestro hijo al hacerlo, etc…).

Los factores que influyen en la conducta prosocial se dividen en tres grupos:

– Los factores situacionales: La presencia de otras personas y los recursos disponibles para el que va a ayudar.

– Los factores que modulan la respuesta: El sistema de creencias del que ayuda, la necesidad de aprobación y la empatía de la persona.

– Los rasgos del que recibe la ayuda también pueden ser clave: por ejemplo si pide ayuda, si podemos dañar su autoestima al ayudarle (su orgullo), y las características del sujeto (si es un niño, si es débil, si nos recuerda a algún familiar…).

¿Entonces dónde está el debate?

El debate está que es muy difícil aislar una situación cualquiera en la que no intervenga algun factor de “recompensa” (o que no produzca bienestar al que la realiza). Por ejemplo, las vías de un tren, alguien ha caído. Si nos tiramos a salvar a esa persona, ¿realmente lo hacemos sin tener absolutamente nada en cuenta? O por el contrario ¿creemos que es lo correcto, que no podremos vivir si a esa persona le ocurre algo por nuestra culpa o que esa persona nos lo agradecerá o que nos sentiremos bien al haberla salvado? Esta claro que en este caso se corre un gran riesgo y se puede arriesgar la propia vida, pero aun así es muy difícil aislar una situación 100% generosa en la que no se obtenga ni el más mínimo beneficio, ni siquiera sentirnos bien después. Con lo cual se debate que esta conducta altruista realmente exista.

Muchas veces se menciona que en situaciones de emergencia y de vida o muerte las decisiones deben ser tan rápidas que no da tiempo a sopesar todos los aspectos que hemos enumerado anteriormente, tal vez sea sólo en estos casos en los que podamos otorgar a la acción el rango de altruista pues ha sido tan rápida que no ha dado tiempo a la persona a sopesar los riesgos o beneficios. Pensemos que incluso los actos de voluntariado tienen una carga social positiva y producen bienestar, con lo cual tampoco podrían ser considerados altruistas.

Es triste pensarlo así pero no parece fácil encontrar situaciones altruistas. Y esto no tiene porque tener implicaciones negativas, de hecho es lógico que si las conductas prosociales se mantienen es porque implican algún beneficio (es la ley de la evolución). Y no por sentirnos bien al ayudar ello le quita mérito o nos convierte en peores personas, al contrario, simplemente tenemos que ser conscientes de que por algo lo hacemos.

 

Fuente: About.com.

Imagen: Wikipedia