Comer palomitas en el cine, un sistema infalible para ser inmunes a la publicidad
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Llega el fin de semana, estrenan las nuevas películas de rigor, y uno de nuestros amigos comenta: ¿Y si vamos al cine? Pero ir al cine implica muchas cosas, desde sentarse a presenciar el visionado de una nueva obra del séptimo arte en pantalla gigante, hasta aguantar la publicidad que nos obligan a observar, pasando por las típicas palomitas. Ahora bien, ¿y si las palomitas sirvieran para algo más que para saciar nuestra gula durante la película?
Precisamente en este hecho, comer palomitas, es en lo que se basa el estudio que vamos a tratar hoy. Y es que, según los investigadores de la Universidad de Colonia, la actividad mundana de masticar palomitas en el cine no podría hacer inmunes a cualquier tipo de publicidad (anunciantes tirándose de los pelos en tres, dos, uno…).
Pero, ahora bien, ¿por qué?
Según estos científicos, la razón radica en nuestro cerebro. Y es que, cuando vemos un anuncio, nuestros labios y nuestra lengua simulan automáticamente la pronunciación del nombre de la marca que escuchamos. Y cada vez que volvemos a encontrar ese nombre, nuestra boca practica inconscientemente la pronunciación. El problema está en que, si nuestra boca está ocupada masticando, este “lenguaje interior” queda perturbado, según publican estos científicos en el Journal of Consumer Psychology.
Para demostrar este fenómeno, los investigadores invitaron a un grupo de 96 personas a un cine a ver una película precedida de una serie de anuncios. La mitad de estos voluntarios recibió palomitas durante la sesión, y la otra mitad sólo recibió un pequeño terrón de azúcar que se disolvió inmediatamente en su boca.
Según una prueba posterior, tras la proyección de la película, los anuncios no habían dejado ningún efecto sobre los espectadores que habían estado masticando palomitas a lo largo de la proyección. Sin embargo, los participantes que se quedaron sin ese jugoso manjar si mostraron respuestas psicológicas positivas a los productos anunciados.
De momento la investigación no ha levantado demasiadas ampollas, pero si el caso llegará lejos, podría ser el fin de la típica máquina de palomitas de maíz de los cines. ¿Os imagináis un cine sin palomitas? ¡Oh Dios mío!
Así concluyen el estudio los investigadores:
“Este hallazgo sugiere que la venta de dulces en los cines en realidad socava los efectos de publicidad, lo que contradice las estrategias actuales de marketing. En el futuro, cuando se promocione una nueva marca, los clientes de publicidad podría considerar tratar de evitar la venta de dulces antes de la película”
Vía | The Guardian.