Difícil elección: ¿Un hombre moriría de hambre a cambio de sexo?
Evidentemente, estamos planteando una decisión cuanto menos complicada. Los tres pilares de los seres vivos siempre han estado muy claros: Nutrición, relación y reproducción; teóricamente siguiendo justamente el mismo orden en el que os los acabo de escribir. Sin embargo, parece que el cerebro animal en alguna ocasión no opina igual, al menos según un reciente estudio llevada a cabo en nematodos (gusanos, para que nos entendamos), aunque según los investigadores esto también podría suceder en humanos.
¿Reproducción o alimentación?
Según la investigación, publicada recientemente en Current Biology, un tipo de nematodo llamado C. elegans (muy conocido por ser usado en muchas investigaciones sobre biologia), sería capaz de suprimir su capacidad cerebral para localizar alimentos a cambio de centrarse en la búsqueda de un compañero sexual. O lo que es lo mismo, haciendo referencia a nuestro título: Los C. elegans morirían de hambre a cambio de la búsqueda de sexo.
Así lo comenta Douglas Portman, profesor asociado del Departamento de Genética Biomédica de la Universidad de Rochester y autor principal del estudio:
“Si bien sabemos que el comportamiento humano está influenciado por numerosos factores, como las normas culturales y sociales, estos hallazgos apuntan a los mecanismos biológicos básicos que pueden ayudar a explicar algunas diferencias en el comportamiento entre hombres y mujeres. Pero, ¿por qué diferentes sexos son más susceptibles a ciertos factores neurológicos?”
Como bien comentábamos, los C. elegans son particularmente útiles para el estudio del sistema nervioso, pues el suyo podría definirse como una miniatura del sistema nervioso humano, muy simplificado, cosa que funciona bien para las investigaciones puntuales de determinadas funciones (pero no existe ni punto de comparación con la complejidad del cerebro humano, cuidado).
En este caso se estudió la actividad de tan solo un par de neuronas del nematodo, el sistema AWA, cuya función es el control del entorno mediante el olor. Con este sistema, C. elegans entiende y viaja por su entorno, incluyendo la búsqueda de alimentos, evitar los peligros, y por supuesto buscar un compañero sexual.
En este caso, estos nematodos pueden ser machos o hermafroditas (aunque de este último se habla como “hembra modificada”). Resulta que, frente a los alimentos, cada uno de ellos actúa de forma diferente: Los hermafroditas se quedan ahí, con el alimento, y sin más; sin embargo los machos no, pues dejan el alimento y siguen su camino, algo que ha hecho pensar a los investigadores que siguen con su búsqueda de compañero sexual ignorando el alimento que tienen en frente.
El receptor capaz de ignorar el alimento
Según los investigadores la causa de que los machos se comporten de esta manera la tendría un receptor llamado ODR-10, los cuales se unen a las moléculas del olor segregadas tanto por alimentos como por otras sustancias. Resulta que las hermafroditas tienen muchos más receptores que los machos, pero estos últimos son capaces de crear más receptores si se quedan sin alimento.
Sin embargo, en una serie de experimentos, se obligó a los nematodos macho a elegir: Alimento o pareja. Además, se hicieron dos grupos, uno con más receptores ODR-10 de lo normal (con la intención de que buscaran alimento), y otros con receptores normales. Como se esperaba, los machos con receptores normales buscaron antes a su pareja potencial (las hermafroditas), y los machos con exceso de receptores ODR-10 se dirigieron a por alimento. Quedó demostrado así que estos receptores tienen mucho que decir en el asunto.
Por último, también se modificó a hermafroditas para tener menos receptores ODR-10 con la intención de que se comportaran como machos. Y… ¡bingo! Las hermafroditas con menos receptores también abandonaron el alimento a cambio de la búsqueda de un compañero sexual.
Vía | Neuroscience News.