¿Cómo tejemos una estrategia de forma intuitiva?
Cuando nos encontramos en una situación difícil y ambigua y tenemos que tomar una decisión rápida, el cerebro trabaja para trazar una estrategia (ofensiva o defensiva) que nos permita salir airosos de esa situación. Esto se da en muchos ámbitos de la vida, desde una partida de ajedrez hasta una decisión empresarial, pasando por el jugador de tenis que no sabe si avanzar hacia la red para atacar o mantener la posición más defensiva. Incluso cuando cocimamos tenemos que elucubrar estrategias que nos permitan fabricar el mejor sabor.
Los estudios de comportamiento realizados hasta ahora sugieren que a menudo se toman decisiones estratégicas tras la evaluación de diferentes opciones. Pero, ante una situación difícil sin tiempo de esta exploración como las que hemos enumerado en el primer párrafo, lo que hacemos es tomar una estrategia de forma intuitiva. ¿Cómo trabaja nuestro cerebro en estos casos?
La respuesta la ha dado recientemente un neurocientífico japonés, Keiji Tanaka, quien ha descubierto el centro de operaciones donde trabaja toda esta maquinaria. En la revista Nature Neuroscience, el experto indica que este centro neurálgico se encuentra en el giro cingulado (o circunvolución cingulada) de nuestro cerebro. Allí es donde se codifican las respuestas estratégicas ofensivas (parte posterior del giro) y defensivas (parte anterior del giro). Según el tipo de estrategia escogido, se pone en marcha una región o la otra.
Ajedrez, la clave
Para llegar a la certeza de como se controla el pensamento intuitivo en el cerebro, el experto realizó un experimento con 17 jugadores expertos de shogi (ajedrez japonés). ¿Por qué jugadores de shogi? Porque estos pueden permanecer inmóviles durante el experimento (ideal para los escáneres cerebrales) y porque el juego en sí tiene movimientos que pueden ser claramente clasificados como ofensivos o defensivos.
A todos los participantes se les proyectaron en su retina diferentes jugadas. Todos ellos tenían 6 segundos para visualizarlas y decidir si debían atacar o defenderse como mejor estrategia para la victoria. La manipulación del tiempo era necesaria para que los jugadores no pudieran barajar distintas opciones antes de tomar la decisión.
Con el fin de separar la actividad cerebral vinculada a las decisiones sobre el movimiento a realizar de la actividad vinulada a las decisiones acerca de la estrategia a seguir, más o menos a la mitad del experimento se indicó a los jugadores qué estrategia adoptar (ya sea de ataque o de defensa), tras lo cual debían elegir el mejor movimiento posible de una lista. Esto significa que, durante ese tiempo determinado, sólo se estaban recogiendo datos sobre el mejor movimiento posible.
El análisis de los distintos tipos de decisión que los jugadores estaban realizando reveló, como ya hemos indicado, que la elección de una estrategia de ataque está vinculada a una mayor actividad en el giro cingulado posterior, y que la decisión de defender se asocia con una mayor actividad en el giro cingulado anterior. El equipo encontró que una tercera región, la más prefrontal dorsolateral, está igualmente activa para ambas estrategias.
Los resultados también mostraron que las tres regiones del cerebro se encontraban más activas cuando los jugadores elegían una estrategia que cuando elegían el movimiento conociendo ya la estrategia que debían seguir.
Para el experto, esta capacidad para decidir una estrategia muy rápido se desarrolla gracias al entrenamiento, y es muy específica de cada actividad.
Fuente | Medical News Today
Imagen | cristian (Flickr)