Las experiencias cercanas a la muerte en el cerebro
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Probablemente habréis oído hablar en más de una ocasión de las “experiencias cercanas a la muerte”, que suelen describirse como una luz, o un tunel, o una luz al final del tunel… Sin embargo, sabemos poco acerca de por qué se producen dichas experiencias, y menos aún sobre cómo afectan al cerebro (o si directamente tienen algún efecto sobre él).
Ahora, gracias a un reciente estudio a cargo del Instituto de Investigación de Salud BayCrest de Rotman, en Toronto, parece que tenemos algunas respuestas a estas múltiples dudas.
Las experiencias cercanas a al muerte tienen una huella cerebral a largo plazo
El estudio, publicado en Clinical Psychological Science, se basó en analizar a los pasajeros del vuelo Air Transat 236, el cual volaba por la noche desde Toronto a Lisboa cuando se quedó sin combustible en pleno Océano Atlántico el pasado año 2001. Muchos de sus pasajeros creyeron que iban a morir, pero por suerte el avión aterrizó de emergencia en una pequeña isla de las Azores. Tras 14 años desde el accidente, este estudio ha intentado estudiar si ese evento traumático ha podido dejar una huella cerebral a largo plazo en los pasajeros del vuelo.
Algunos de los pasajeros, según los investigadores, desarrollaron trastorno de estrés postraumático (TEPT), pero otros no lo hicieron.
Así pues, en la primera fase del estudio, los pasajeros fueron preguntados por el evento traumático tras 3 años del accidente; además, también se les preguntó por otros eventos traumáticos, como el conocido 11S (el cual tuvo lugar un mes después del accidente del avión), y también se incluyó un evento neutro. La mayoría de los pasajeros recordaban las experiencias cercanas a la muerte del vuelo 236 con mucho detalle, incluso aquellos que no sufrieron TEPT.
En la segunda fase del estudio, tras haber pasado 10 años desde la primera fase, ocho de los pasajeros se sometieron a escáneres cerebrales mientras veían imágenes de noticias del vuelo accidentado en 2001. Además, también observaron imágenes de los ataques terroristas del 11S y del evento neutro. La mayoría de ellos no sufrían TEPT y, aún así, tenían recuerdos claros sobre lo que sucedió en el accidente de avión.
“Este incidente traumático persigue a los pasajeros, independientemente de si sufren trastorno de estrés postraumático o no. Recuerdan el evento como si hubiese sucedido ayer. Otras experiencias más mundanas tienden a desaparecer con el paso del tiempo, pero el trauma deja un rastro imborrable. Hemos descubierto algunas pistas sobre los mecanismos cerebrales que dan lugar a esta situación”
Las experiencias cercanas a la muerte persisten en el cerebro
Según las conclusiones del estudio, a pesar de no sufrir trastorno de estrés postraumático, el simple hecho de vivir una experiencia cercana a la muerte o evento traumático como el descrito anteriormente potencia la actividad de regiones cerebrales implicadas en la memoria emocional: Amígdala, hipocampo, línea media frontal y regiones posteriores.
En este caso, las respuestas cerebrales fueron similares tanto al visualizar noticias del vuelo accidentado como al ver imágenes del 11S, ya que aún siendo un evento menos personal, también era traumático. Este aumento de actividad cerebral no se observó en el grupo control, aunque recordaran los acontecimientos del 11S.
Así pues, según concluyen los investigadores, el sufrimiento pasado en el vuelo Air Transat podría haber modificado los cerebros de sus pasajeros de tal forma que su procesamiento de la información habría cambiado, haciéndolos más sensibles a otras experiencias negativas o traumáticas (como el comentado 11S).
Vía | CBS News.